/ sábado 17 de febrero de 2018

El bolsillo, ¡cuenta!

Escuché al Secretario de Hacienda y “todo marcha sobre ruedas”. La macroeconomía, fenomenal, aunque hay factores de riesgo por el año electorero. ¿Y la inflación?, le preguntaron, “bajo control”. ¡Que se lo diga al vulgo, a los sufrientes aztecas!

El bolsillo es quizá, de las cuestiones más importantes para poner el voto en la urna. A periodos de bonanza, el ciudadano se inclina por el gobierno que tuvobuen manejo de la economía. Cuando te pega el mazo del “no me alcanza”, se le pasa la factura al que supones culpable.

Y sólo al segmento de los privilegiados les viene guanga. Ni siquiera saben de precios –salvo los que se relacionan con sus negocios y jamás se paran por un súper, en el que pudieran palpar lo que se suda para comprar lo elemental.

¿Inflación bajo control? A partir del gasolinazo la escalada perdió límites. Cualquiera lo sabía. Todo se transporta y los traslados se fueron por las nubes, con el conocido impacto en el consumidor.

Para hacernos una idea,desde la trágica fecha del alza, el jitomate pasó de 15 a 22 pesos. La cebolla, de 12 a 15; los huevos de 24 a 32, si tienes suerte; el pollo de 88 a 95; la papa de 8 a 11 y ya va en 18; la tortilla, según ande la bronca con la Secretaría de Comercio, oscila con incrementos hasta de 5 pesos.

La lechuga de 7 a 15; la zanahoria de 8 a 14; el limón de 16 a 18 (Aunque de repente pega botes): el bistec de de 120 a 125; el frijol mayo (Que fue alimento básico del pueblo)de 21 a 26.

Hay que asomarse a los quesos: prohibitivos (Los nacionales a la par que los importados). Los yogurs, fuera del alcance de las mayorías y ni mencionar el resto de viandas que, para un grueso de la población, se han vuelto inexistentes.

Si mal estábamos con el gasolinazo, lo del gas doméstico perdió toda proporción. Mes a mes, el litro sube, cuando menos, 55 centavos, lo que ya lo tiene en 10.55 En la desesperación, hay quien opta por cambiarse al gas natural. Antes que cante el gallo, subirá, porque “negocios son negocios”. Algún funcionario dijo que van a tratar de “meter a los gaseros en cintura”. Me permito carcajearme.

Los recibos de luz, fuera de control. Se dice que la Comisión Federal de Electricidad, concesionó a una empresa privada la cobranza. Estoy sorda de la cantidad de quejas: personas que pagaban bimestralmente, 300 pesos, recibieron una factura por mil y pico; hay a quien le llegó por 35 mil y en plan de chacoteo, te ponen que sin el subsidio sería de mucho más.

¿Consecuencias de esta cascada? Hasta los tacos de canasta, manjar cotidiano de trabajadores, ¡carísimos! Al reclamo de la clientela la misma respuesta, ¡el gasolinazo, el gas y la luz!

Vivir en el intento de estirar los pocos ingresos es estresante. Alimentar a una familia, sin poder acceder a frutas, a verduras, a lácteos y qué decir de un trocito de carne o pollo, frustra, enoja y canaliza la rabia hacia los encarecedores, ahora sintetizados en “el gobierno y el gasolinazo”.

Se prescinde del entretenimiento. La familia entra en “economía de guerra” y se acaba el cine semanal, o la ida al parque de diversiones. Restaurantes, cero. Lo que suponía el “día libre” para el ama de casa, en que se alejaba de hornillas y estufa, remembranza del pasado.

Lo imposible es cancelar las tres comidas diarias –en las clases que, hasta ahora, podían hacerlas-. La angustia de los tres pesos de Eufemia, sin lugar a dudas, se reflejará en las urnas.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq






Escuché al Secretario de Hacienda y “todo marcha sobre ruedas”. La macroeconomía, fenomenal, aunque hay factores de riesgo por el año electorero. ¿Y la inflación?, le preguntaron, “bajo control”. ¡Que se lo diga al vulgo, a los sufrientes aztecas!

El bolsillo es quizá, de las cuestiones más importantes para poner el voto en la urna. A periodos de bonanza, el ciudadano se inclina por el gobierno que tuvobuen manejo de la economía. Cuando te pega el mazo del “no me alcanza”, se le pasa la factura al que supones culpable.

Y sólo al segmento de los privilegiados les viene guanga. Ni siquiera saben de precios –salvo los que se relacionan con sus negocios y jamás se paran por un súper, en el que pudieran palpar lo que se suda para comprar lo elemental.

¿Inflación bajo control? A partir del gasolinazo la escalada perdió límites. Cualquiera lo sabía. Todo se transporta y los traslados se fueron por las nubes, con el conocido impacto en el consumidor.

Para hacernos una idea,desde la trágica fecha del alza, el jitomate pasó de 15 a 22 pesos. La cebolla, de 12 a 15; los huevos de 24 a 32, si tienes suerte; el pollo de 88 a 95; la papa de 8 a 11 y ya va en 18; la tortilla, según ande la bronca con la Secretaría de Comercio, oscila con incrementos hasta de 5 pesos.

La lechuga de 7 a 15; la zanahoria de 8 a 14; el limón de 16 a 18 (Aunque de repente pega botes): el bistec de de 120 a 125; el frijol mayo (Que fue alimento básico del pueblo)de 21 a 26.

Hay que asomarse a los quesos: prohibitivos (Los nacionales a la par que los importados). Los yogurs, fuera del alcance de las mayorías y ni mencionar el resto de viandas que, para un grueso de la población, se han vuelto inexistentes.

Si mal estábamos con el gasolinazo, lo del gas doméstico perdió toda proporción. Mes a mes, el litro sube, cuando menos, 55 centavos, lo que ya lo tiene en 10.55 En la desesperación, hay quien opta por cambiarse al gas natural. Antes que cante el gallo, subirá, porque “negocios son negocios”. Algún funcionario dijo que van a tratar de “meter a los gaseros en cintura”. Me permito carcajearme.

Los recibos de luz, fuera de control. Se dice que la Comisión Federal de Electricidad, concesionó a una empresa privada la cobranza. Estoy sorda de la cantidad de quejas: personas que pagaban bimestralmente, 300 pesos, recibieron una factura por mil y pico; hay a quien le llegó por 35 mil y en plan de chacoteo, te ponen que sin el subsidio sería de mucho más.

¿Consecuencias de esta cascada? Hasta los tacos de canasta, manjar cotidiano de trabajadores, ¡carísimos! Al reclamo de la clientela la misma respuesta, ¡el gasolinazo, el gas y la luz!

Vivir en el intento de estirar los pocos ingresos es estresante. Alimentar a una familia, sin poder acceder a frutas, a verduras, a lácteos y qué decir de un trocito de carne o pollo, frustra, enoja y canaliza la rabia hacia los encarecedores, ahora sintetizados en “el gobierno y el gasolinazo”.

Se prescinde del entretenimiento. La familia entra en “economía de guerra” y se acaba el cine semanal, o la ida al parque de diversiones. Restaurantes, cero. Lo que suponía el “día libre” para el ama de casa, en que se alejaba de hornillas y estufa, remembranza del pasado.

Lo imposible es cancelar las tres comidas diarias –en las clases que, hasta ahora, podían hacerlas-. La angustia de los tres pesos de Eufemia, sin lugar a dudas, se reflejará en las urnas.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq