/ sábado 1 de diciembre de 2018

En las manos de AMLO

Hoy inicia un sexenio nuevo, ya cercano a la tercera década del tercer milenio. Iniciamos este período inédito y podremos volcar aspiraciones y posibilidades de mejoramiento material y espiritual.

Posiblemente sólo Andrés Manuel López Obrador tenga en sus manos llevar a cabo la limpieza de la atmósfera nacional y el regreso a los naturales encantos de los cuales fue regalado, con prodigalidad, México, mi México, mi país. Será el ejercicio de la llamada Cuarta Transformación.

Lo anterior viene a colación porque, en algún viejo archivo, encontré un espléndido ensayo del escritor veracruzano Miguel Capistrán, publicado en 1967 en la revista ESPEJO que dirigía Luis Spota. De allí he entresacado algunos comentarios que me parecieron significativos sobre la opinión de distinguidos visitantes extranjeros, entre los cuales había escritores, periodistas, economistas, poetas, cineastas, etc.

Se refiere a la década de los treintas, precisamente cuando México se aprestaba a olvidar los ecos revolucionarios, adquiría conciencia de su lugar en el mundo y se disponía a cambiar el rústico ropaje que lo unía con el campo, por otro más apegado a las normas modernas de la civilización urbana.

En este recorrido superficial por necesidad, aparece la escritora tejana Katherine Anne Porter, nominada 3 veces al Nobel de Literatura, y quien sitúa sus novelas en un país -México- donde todavía se vislumbra “aunque débilmente”, su antigua y ordenada vitalidad.

William Spratling, encaminador de la industria platera en Taxco, publicaba en periódicos neoyorquinos sus comentarios sobre México. Decía que ciudades antiguas, templos y pirámides, eran testigos de una cultura milenaria y de las razas más antiguas del continente. Afirmaba que en la superficie de la milpa y en la choza del campesino se tropieza uno con dioses esculpidos de mármol, de jade, de barro, todo labrado con un gusto exquisito...todo impregnado de lo que ha sido y será México. Spratling agregaba que a los que les llega al corazón nuestro país, comprenden que México es México y que en sí mismo es suficientemente especial e intenso.

Para otro periodista, el norteamericano Carleton Beals, México es el resultado de un injerto de lo nuevo en lo viejo; y el economista Stuart Chase, encontró en Tepoztlán, Morelos, el modelo ideal de vida con sus costumbres ancestrales, en donde no existe la industria que invade al hombre moderno y las ambiciones se hallan relegadas en virtud de ese sistema “maravilloso” que impera en la población indígena.

Por su parte, el afamado escritor británico Aldous Huxley opinaba que México constituía una sociedad agrícola del siglo 15 pero que, sin embargo, era el sitio donde los deseos hallaban su realización y se corregían los intolerables malestares del mundo civilizado.

Respecto a las obras de D.H. Lawrence y Malcoln Lowry, nuestro poeta Octavio Paz advertía que en las mejores páginas de los dos novelistas aparecen nuestras montañas y cielos con toda su sombría y delirante grandeza, con toda su inocencia y frescura también. Sin duda son los paisajes con los que se identificó el suizoEmil Ludwig.

“México es el surrealismo, México es para mí la tierra de la belleza convulsiva, el inextinguible depósito de energía romántica”, subrayaba el conocido André Bretón, mientras que para el también inglés Graham Greene todo era oscuridad, cantinas y salones de billar, aún cuando “el sentido artístico vive hasta en la más humilde cocinera”.

El novelista Malcolm Lowry reflexionaba que algunas personas se sienten atraídas por México tanto como por la vida secreta del hombre. Estas personas se preguntaban si el país les podría dar la clave de su verdad interior.

Escucho diariamente las propuestas y las tesituras en las cuales los nuevos gobernantes sienten al país, y cómo lo sienten. Y, al parecer, sienten a México a flor de piel, y México se les acerca, lo escuchan, lo ven, lo miman, lo esperan. Los mexicanos estamos viviendo días de una intensísima y cargada atmósfera casi irrespirable por lo que se refiere a spots, promocionales, encuestas, planes y proyectos. Es el pleno ejercicio de la política, es el bastión de la democracia.

Algo bueno saldrá de esta crisis agobiante que ha afectado todos los ángulos de la actividad humana en el país, mi país. Quizás mejores expectativas políticas que nos lleven hacia la plena democracia; tal vez la consolidación financiera y el repunte económico que permitan el acceso a otros niveles. Pero, sobre todo, la certeza de que se puede construir, -si nos lo proponemos- un futuro digno y limpio.

¡Bendito México, claro que sí se puede ir hasta el fondo de su sensibilidad!, gritaba emocionado Francois Reichenbach, ¡México es el infinito y el regreso!

Por supuesto que lo es, diría yo. Y necesitamos recuperarlo, volver a sentir a México en la piel, tenerlo, respirarlo, librarnos de cárceles mentales.


Premio Nacional de Periodismo 2918

Fundador de Notimex

pacofonn@yahoo.com.mx


Hoy inicia un sexenio nuevo, ya cercano a la tercera década del tercer milenio. Iniciamos este período inédito y podremos volcar aspiraciones y posibilidades de mejoramiento material y espiritual.

Posiblemente sólo Andrés Manuel López Obrador tenga en sus manos llevar a cabo la limpieza de la atmósfera nacional y el regreso a los naturales encantos de los cuales fue regalado, con prodigalidad, México, mi México, mi país. Será el ejercicio de la llamada Cuarta Transformación.

Lo anterior viene a colación porque, en algún viejo archivo, encontré un espléndido ensayo del escritor veracruzano Miguel Capistrán, publicado en 1967 en la revista ESPEJO que dirigía Luis Spota. De allí he entresacado algunos comentarios que me parecieron significativos sobre la opinión de distinguidos visitantes extranjeros, entre los cuales había escritores, periodistas, economistas, poetas, cineastas, etc.

Se refiere a la década de los treintas, precisamente cuando México se aprestaba a olvidar los ecos revolucionarios, adquiría conciencia de su lugar en el mundo y se disponía a cambiar el rústico ropaje que lo unía con el campo, por otro más apegado a las normas modernas de la civilización urbana.

En este recorrido superficial por necesidad, aparece la escritora tejana Katherine Anne Porter, nominada 3 veces al Nobel de Literatura, y quien sitúa sus novelas en un país -México- donde todavía se vislumbra “aunque débilmente”, su antigua y ordenada vitalidad.

William Spratling, encaminador de la industria platera en Taxco, publicaba en periódicos neoyorquinos sus comentarios sobre México. Decía que ciudades antiguas, templos y pirámides, eran testigos de una cultura milenaria y de las razas más antiguas del continente. Afirmaba que en la superficie de la milpa y en la choza del campesino se tropieza uno con dioses esculpidos de mármol, de jade, de barro, todo labrado con un gusto exquisito...todo impregnado de lo que ha sido y será México. Spratling agregaba que a los que les llega al corazón nuestro país, comprenden que México es México y que en sí mismo es suficientemente especial e intenso.

Para otro periodista, el norteamericano Carleton Beals, México es el resultado de un injerto de lo nuevo en lo viejo; y el economista Stuart Chase, encontró en Tepoztlán, Morelos, el modelo ideal de vida con sus costumbres ancestrales, en donde no existe la industria que invade al hombre moderno y las ambiciones se hallan relegadas en virtud de ese sistema “maravilloso” que impera en la población indígena.

Por su parte, el afamado escritor británico Aldous Huxley opinaba que México constituía una sociedad agrícola del siglo 15 pero que, sin embargo, era el sitio donde los deseos hallaban su realización y se corregían los intolerables malestares del mundo civilizado.

Respecto a las obras de D.H. Lawrence y Malcoln Lowry, nuestro poeta Octavio Paz advertía que en las mejores páginas de los dos novelistas aparecen nuestras montañas y cielos con toda su sombría y delirante grandeza, con toda su inocencia y frescura también. Sin duda son los paisajes con los que se identificó el suizoEmil Ludwig.

“México es el surrealismo, México es para mí la tierra de la belleza convulsiva, el inextinguible depósito de energía romántica”, subrayaba el conocido André Bretón, mientras que para el también inglés Graham Greene todo era oscuridad, cantinas y salones de billar, aún cuando “el sentido artístico vive hasta en la más humilde cocinera”.

El novelista Malcolm Lowry reflexionaba que algunas personas se sienten atraídas por México tanto como por la vida secreta del hombre. Estas personas se preguntaban si el país les podría dar la clave de su verdad interior.

Escucho diariamente las propuestas y las tesituras en las cuales los nuevos gobernantes sienten al país, y cómo lo sienten. Y, al parecer, sienten a México a flor de piel, y México se les acerca, lo escuchan, lo ven, lo miman, lo esperan. Los mexicanos estamos viviendo días de una intensísima y cargada atmósfera casi irrespirable por lo que se refiere a spots, promocionales, encuestas, planes y proyectos. Es el pleno ejercicio de la política, es el bastión de la democracia.

Algo bueno saldrá de esta crisis agobiante que ha afectado todos los ángulos de la actividad humana en el país, mi país. Quizás mejores expectativas políticas que nos lleven hacia la plena democracia; tal vez la consolidación financiera y el repunte económico que permitan el acceso a otros niveles. Pero, sobre todo, la certeza de que se puede construir, -si nos lo proponemos- un futuro digno y limpio.

¡Bendito México, claro que sí se puede ir hasta el fondo de su sensibilidad!, gritaba emocionado Francois Reichenbach, ¡México es el infinito y el regreso!

Por supuesto que lo es, diría yo. Y necesitamos recuperarlo, volver a sentir a México en la piel, tenerlo, respirarlo, librarnos de cárceles mentales.


Premio Nacional de Periodismo 2918

Fundador de Notimex

pacofonn@yahoo.com.mx