/ sábado 13 de enero de 2018

Entre piernas y telones

HUGO HERNÁNDEZ

 

Entre las muchas, muchísimas supersticiones que existen en el mundo del teatro, hay una que data de hace siglos. Y que como todas, en realidad resulta ilógica, pero que todo mundo la cree a pie juntillas: No se debe pronunciar el nombre de Macbeth en un teatro, si no es durante la representación de la tragedia shakesperiana, pues en caso de hacerlo se corre el riesgo de ser víctima de una terrorífica maldición… que puede llegar hasta la muerte.

Sin embargo, pese a las maldiciones esta tragedia escrita por William Shakespeare hace más de 400 años, sigue tan vigente y tan representada como en su estreno. Simplemente en nuestra ciudad ha habido tres montajes en el último sexenio.

En 2012 vimos en el Círculo teatral (hoy en espera de ser reubicado) una versión reducida para 4 actores, en la que Marta Luna puso frente a frente a los talentosos Víctor Carpinteiro y Ángeles Marín; un par de años después, Daniel Giménez Cacho y Laura Almela en su teatro El milagro, dieron vida a todos los personajes de esta historia, en una propuesta inolvidable.

Ahora, a media cuadra de ahí, en la esquina de Milán y Lucerna, en la colonia Juárez, Macbeth vuelve a cobrar vida en un montaje para el que el calificativo “brillante” se queda corto.

Los clásicos, dice Ítalo Calvino, lo son porque más allá del tiempo y del lugar en que se leen, nunca pierden vigencia. Macbeth, por ejemplo, que aborda como tema central, entre otros varios, la ambición política, es doblemente vigente en una coyuntura como la que vivimos actualmente en México.

Sin embargo, la brillantez de esta puesta en escena va mucho más allá del maravilloso texto original.

Arranca con la adaptación del maestro Alfredo Michel Modenessi, uno de los grandes conocedores de la obra del llamado Cisne de Avon, y que es perfectamente clara, fluida y cercana a nosotros.

Sin duda este primer gran acierto es resultado de que a la cabeza del proyecto está uno de los mejores directores de escena de nuestro país, Mauricio García Lozano, quien una vez más se mete hasta el fondo de esta historia centenaria para darle un giro sorprendente que fascina desde que uno entra al teatro Milán, donde se presenta de viernes a domingo.

Como si fuese una especie de thriller, Garcia Lozano plantea un montaje en el que la tensión se mantiene viva de principio a fin.

Los talentos de Adrián Martínez Frausto (escenografía); Mario Marín del Río (vestuario); Pablo Chemor (música original) y Víctor Zapatero (iluminación), suman, suman y suman para una propuesta que nadie debe perderse.

Todo este talento es el colchón, o en esta caso la alberca (hay que ver el montaje para entender por qué), sobre el que se mueve el estupendo elenco que encabezan Juan Manuel Bernal y Lisa Owen, dos de los más grandes actores de su generación. Estupendos ambos como Macbeth y Lady Macbeth.

A ambos los he visto decenas de veces, en teatro, cine, televisión, y siempre me sorprenden, pues nunca enfrentan un trabajo con facilidad, con simpleza; se esfuerzan, le buscan, se entregan y los resultados son siempre óptimos.

Junto a ellos, todos perfectos, Diego Jáuregui, Raúl Villegas, Hamlet Ramírez, Paula Watson, Assira Abbate, Miguel Santa Rita y Julián Segura.

Macbeth es una de esas puestas en escena que todo amante del buen teatro debe ver. Y así como disfrutamos gracias a la temporada en el Lunario de grandes propuestas londinenses, ésta debiera llegar más allá de nuestras fronteras.

HUGO HERNÁNDEZ

 

Entre las muchas, muchísimas supersticiones que existen en el mundo del teatro, hay una que data de hace siglos. Y que como todas, en realidad resulta ilógica, pero que todo mundo la cree a pie juntillas: No se debe pronunciar el nombre de Macbeth en un teatro, si no es durante la representación de la tragedia shakesperiana, pues en caso de hacerlo se corre el riesgo de ser víctima de una terrorífica maldición… que puede llegar hasta la muerte.

Sin embargo, pese a las maldiciones esta tragedia escrita por William Shakespeare hace más de 400 años, sigue tan vigente y tan representada como en su estreno. Simplemente en nuestra ciudad ha habido tres montajes en el último sexenio.

En 2012 vimos en el Círculo teatral (hoy en espera de ser reubicado) una versión reducida para 4 actores, en la que Marta Luna puso frente a frente a los talentosos Víctor Carpinteiro y Ángeles Marín; un par de años después, Daniel Giménez Cacho y Laura Almela en su teatro El milagro, dieron vida a todos los personajes de esta historia, en una propuesta inolvidable.

Ahora, a media cuadra de ahí, en la esquina de Milán y Lucerna, en la colonia Juárez, Macbeth vuelve a cobrar vida en un montaje para el que el calificativo “brillante” se queda corto.

Los clásicos, dice Ítalo Calvino, lo son porque más allá del tiempo y del lugar en que se leen, nunca pierden vigencia. Macbeth, por ejemplo, que aborda como tema central, entre otros varios, la ambición política, es doblemente vigente en una coyuntura como la que vivimos actualmente en México.

Sin embargo, la brillantez de esta puesta en escena va mucho más allá del maravilloso texto original.

Arranca con la adaptación del maestro Alfredo Michel Modenessi, uno de los grandes conocedores de la obra del llamado Cisne de Avon, y que es perfectamente clara, fluida y cercana a nosotros.

Sin duda este primer gran acierto es resultado de que a la cabeza del proyecto está uno de los mejores directores de escena de nuestro país, Mauricio García Lozano, quien una vez más se mete hasta el fondo de esta historia centenaria para darle un giro sorprendente que fascina desde que uno entra al teatro Milán, donde se presenta de viernes a domingo.

Como si fuese una especie de thriller, Garcia Lozano plantea un montaje en el que la tensión se mantiene viva de principio a fin.

Los talentos de Adrián Martínez Frausto (escenografía); Mario Marín del Río (vestuario); Pablo Chemor (música original) y Víctor Zapatero (iluminación), suman, suman y suman para una propuesta que nadie debe perderse.

Todo este talento es el colchón, o en esta caso la alberca (hay que ver el montaje para entender por qué), sobre el que se mueve el estupendo elenco que encabezan Juan Manuel Bernal y Lisa Owen, dos de los más grandes actores de su generación. Estupendos ambos como Macbeth y Lady Macbeth.

A ambos los he visto decenas de veces, en teatro, cine, televisión, y siempre me sorprenden, pues nunca enfrentan un trabajo con facilidad, con simpleza; se esfuerzan, le buscan, se entregan y los resultados son siempre óptimos.

Junto a ellos, todos perfectos, Diego Jáuregui, Raúl Villegas, Hamlet Ramírez, Paula Watson, Assira Abbate, Miguel Santa Rita y Julián Segura.

Macbeth es una de esas puestas en escena que todo amante del buen teatro debe ver. Y así como disfrutamos gracias a la temporada en el Lunario de grandes propuestas londinenses, ésta debiera llegar más allá de nuestras fronteras.

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