/ miércoles 30 de diciembre de 2020

Estereotipos y cultura pop

La sociología nos ha enseñado que los estereotipos, esos moldes imaginarios que se fijan en la memoria colectiva y que nos indican cómo debe ser algo o alguien atribuyéndole roles específicos, están determinados por la cultura. Pero ¿cómo alterarlos si son nocivos, limitativos o represores? La respuesta es despertando la conciencia de las personas y aceptando la necesidad de cambio.

Particularmente me refiero al proceso de deconstrucción gestado en torno a los estereotipos femeninos. La cultura reflejada en lo simbólico a través de medios electrónicos y visuales, como el cine y la televisión, nos ha permitido ser testigos de el reforzamiento de la cultura patriarcal, y en épocas recientes un lento pero necesario cambio social. En un principio la mujer en forma de damisela en peligro tenía un papel incidental en las historias. Era una mujer que no tenía más que hacer que esperar a ser rescatada y ofrecida en matrimonio. Posteriormente la visión femenina se dividió en dos dimensiones opuestas, por un lado, la mujer delicada, sensible, pura y abnegada, madre (asociada con colores como el rosa o blanco) mientras que, por otro, se visualiza a la mujer poderosa, sabia, aventurada y sexual, amante (asociada al negro o rojo).

Estos estereotipos no sirven –ni debieron servir– para representarnos, mucho menos para educar a las nuevas generaciones, de mujeres y hombres. Los estigmas lastiman a todas las personas desde la infancia predeterminando lo que se cree que corresponde a la mujer y al hombre, cuando hay diversas formas de vivir las femineidades y masculinidades.

Soy madre de una niña y un niño, las películas familiares son disfrute cotidiano. Recuerdo sorprenderme del desenlace de una famosa película animada en el que el amor verdadero que salvaría a la princesa de las garras de un príncipe oportunista sería el que su hermana mayor siente por ella, no el de un hombre. Después, en otra, el amor incondicional de madre pudo rescatar del sueño eterno a una hija adoptiva en una historia en la que el príncipe solo tiene un papel terciario. Ahora, la empresa más grande de la industria del entretenimiento para todas las edades se ha apuntado un gran acierto con una heroína femenina que lucha por salvar a su Nación, siempre desde el lado del honor, aun cuando su cultura la repudia por ser mujer.

Esta incipiente desconstrucción del androcentrismo está permeando en la cultura pop a través de personajes como Elsa, Maléfica, Mérida, Astrid, Mulán, Natasha Romanoff, Diana Prince, grandes producciones estadounidenses que ya están transformando los mensajes a través de mujeres valientes, protagonistas con habilidades extraordinarias, liderazgo, mentalidad compleja y sentimientos reales y humanos. ¡Bien por eso!

#Esterotipos

#EsterotiposDeGénero

#EducaciónNoSexista

@ClauCorichi

La sociología nos ha enseñado que los estereotipos, esos moldes imaginarios que se fijan en la memoria colectiva y que nos indican cómo debe ser algo o alguien atribuyéndole roles específicos, están determinados por la cultura. Pero ¿cómo alterarlos si son nocivos, limitativos o represores? La respuesta es despertando la conciencia de las personas y aceptando la necesidad de cambio.

Particularmente me refiero al proceso de deconstrucción gestado en torno a los estereotipos femeninos. La cultura reflejada en lo simbólico a través de medios electrónicos y visuales, como el cine y la televisión, nos ha permitido ser testigos de el reforzamiento de la cultura patriarcal, y en épocas recientes un lento pero necesario cambio social. En un principio la mujer en forma de damisela en peligro tenía un papel incidental en las historias. Era una mujer que no tenía más que hacer que esperar a ser rescatada y ofrecida en matrimonio. Posteriormente la visión femenina se dividió en dos dimensiones opuestas, por un lado, la mujer delicada, sensible, pura y abnegada, madre (asociada con colores como el rosa o blanco) mientras que, por otro, se visualiza a la mujer poderosa, sabia, aventurada y sexual, amante (asociada al negro o rojo).

Estos estereotipos no sirven –ni debieron servir– para representarnos, mucho menos para educar a las nuevas generaciones, de mujeres y hombres. Los estigmas lastiman a todas las personas desde la infancia predeterminando lo que se cree que corresponde a la mujer y al hombre, cuando hay diversas formas de vivir las femineidades y masculinidades.

Soy madre de una niña y un niño, las películas familiares son disfrute cotidiano. Recuerdo sorprenderme del desenlace de una famosa película animada en el que el amor verdadero que salvaría a la princesa de las garras de un príncipe oportunista sería el que su hermana mayor siente por ella, no el de un hombre. Después, en otra, el amor incondicional de madre pudo rescatar del sueño eterno a una hija adoptiva en una historia en la que el príncipe solo tiene un papel terciario. Ahora, la empresa más grande de la industria del entretenimiento para todas las edades se ha apuntado un gran acierto con una heroína femenina que lucha por salvar a su Nación, siempre desde el lado del honor, aun cuando su cultura la repudia por ser mujer.

Esta incipiente desconstrucción del androcentrismo está permeando en la cultura pop a través de personajes como Elsa, Maléfica, Mérida, Astrid, Mulán, Natasha Romanoff, Diana Prince, grandes producciones estadounidenses que ya están transformando los mensajes a través de mujeres valientes, protagonistas con habilidades extraordinarias, liderazgo, mentalidad compleja y sentimientos reales y humanos. ¡Bien por eso!

#Esterotipos

#EsterotiposDeGénero

#EducaciónNoSexista

@ClauCorichi