/ viernes 15 de noviembre de 2019

Evo

El cambio en el poder siempre es una noticia internacional y más cuando éste proviene de presiones de los factores efectivos del poder, la salida de Evo Morales no sólo de la Presidencia, sino del país, nos obliga a varias reflexiones.

El éxodo de Evo se da en condiciones extraordinarias después de un proceso electoral controvertido y las movilizaciones que le siguieron, pero sobre todo, una sola declaración del ejército fue suficiente para que el líder cocalero saliera del país. La pregunta de fondo es: ¿cuál fue el acuerdo detrás de este hecho que le dio potencia política a los militares y permitió que se juntaran intereses políticos y económicos en una agenda común?, son las vulnerabilidades de la democracia.

Muchas preguntas quedarán, la primera y obligada es ¿la salida de Evo será suficiente para estabilizar al país? creo que no, ¿cómo construir un gobierno sólido sobre la base del exilio de un presidente electo? en todo caso, no fueron las instituciones ni el consenso los que definieron quien gobernará Bolivia. El tema obviamente no es: Evo, sí, o Evo, no, es si un acuerdo entre factores efectivos del poder puede y debe definir un proyecto nacional.

El papel de México ha sido digno y congruente, no se está metiendo en la agenda interior del país, está dando asilo a un Presidente que deja el poder en condiciones de riesgo social y político, y muy probablemente de su vida misma. Se honra una tradición de refugio como lo fue en el exilio español, o a los Chilenos después del golpe de Pinochet, porque hay que decirlo, en América Latina, la izquierda hace revoluciones, y la derecha, golpes de estado.

El asilo de Evo nos acerca a América Latina y nos define sin ser injerencistas, en la actuación del Canciller Marcelo Ebrard y del subsecretario Max Reyes, han sido de una mesura activa y pertinente, pero de trascendencia. Es sin duda un acierto de la política exterior mexicana. XXX Twitter: @LuisH_Fernandez

El cambio en el poder siempre es una noticia internacional y más cuando éste proviene de presiones de los factores efectivos del poder, la salida de Evo Morales no sólo de la Presidencia, sino del país, nos obliga a varias reflexiones.

El éxodo de Evo se da en condiciones extraordinarias después de un proceso electoral controvertido y las movilizaciones que le siguieron, pero sobre todo, una sola declaración del ejército fue suficiente para que el líder cocalero saliera del país. La pregunta de fondo es: ¿cuál fue el acuerdo detrás de este hecho que le dio potencia política a los militares y permitió que se juntaran intereses políticos y económicos en una agenda común?, son las vulnerabilidades de la democracia.

Muchas preguntas quedarán, la primera y obligada es ¿la salida de Evo será suficiente para estabilizar al país? creo que no, ¿cómo construir un gobierno sólido sobre la base del exilio de un presidente electo? en todo caso, no fueron las instituciones ni el consenso los que definieron quien gobernará Bolivia. El tema obviamente no es: Evo, sí, o Evo, no, es si un acuerdo entre factores efectivos del poder puede y debe definir un proyecto nacional.

El papel de México ha sido digno y congruente, no se está metiendo en la agenda interior del país, está dando asilo a un Presidente que deja el poder en condiciones de riesgo social y político, y muy probablemente de su vida misma. Se honra una tradición de refugio como lo fue en el exilio español, o a los Chilenos después del golpe de Pinochet, porque hay que decirlo, en América Latina, la izquierda hace revoluciones, y la derecha, golpes de estado.

El asilo de Evo nos acerca a América Latina y nos define sin ser injerencistas, en la actuación del Canciller Marcelo Ebrard y del subsecretario Max Reyes, han sido de una mesura activa y pertinente, pero de trascendencia. Es sin duda un acierto de la política exterior mexicana. XXX Twitter: @LuisH_Fernandez