/ viernes 27 de octubre de 2023

Hojas de papel volando | Boris Pasternak, el dolor del silencio

A pulso se ganó el cariño de los soviéticos. Eran tiempos difíciles para la libertad y, por tanto, para las artes, y muy en particular para la literatura que es una expresión del espíritu que grita ¡libertad!

Ver con detenimiento y minuciosidad lo que pasa en el país, reconocer injusticias y decir por escrito y a viva voz, a todo el mundo, que se están cometiendo horrores, es una temeridad, sobre todo si se expresa en momentos de dictadura política y silencio democrático, de incomprensión, de abuso de poder, de represión, de crueldad e incluso muerte.

El estalinismo soviético lo tuvo siempre en la mira y lo castigó por sus críticas y reproches al régimen comunista. Se había decepcionado. Se sentía traicionado por aquello en lo que creyó que sería la causa de la justicia social y política a través de una Revolución, la Revolución Rusa de principios del siglo XX, y a la que se adhirió desde lo intelectual, en su juventud.

Estaba consciente de que su única arma para defender su libertad de expresión estaba en ella misma, a través de la poesía. Porque fue un gran poeta. Un enorme poeta. De hecho el mismo Stalin sentía admiración por su obra y por lo mismo, de tiempo en tiempo, cuando recibía quejas por su actitud crítica, les decía: “No toquen a ese que anda en las nubes”…

Ese era Boris Pasternak, o mejor dicho, Boris Leonídovich Pasternak, quien nació el 10 de febrero de 1890 en Moscú. Su familia era de origen judío: Su madre, Rosa Kaufman, fue pianista y muy volcada a las artes; su padre Leonid Pasternak era pintor, quien hizo los retratos conocidos de Leon Tolstoi, de Rile y más artistas con los que mantenía buena amistad y a los que reunía en su casa.

Así que el ambiente en el que nació y creció Boris era propicio para el desarrollo de la cultura y las artes. Estudió filosofía en las universidades de Moscú y en Marburgo, Alemania. En su primera juventud se aproximó a la música, pero descubrió que no tenía el talento para dedicarse a ella y abandonó estas aspiraciones para volcarse en la literatura, y en particular en la poesía.

Era muy volcado a la naturaleza y a un realismo de hondura rusa. Apasionado y profundo hurgaba en el alma humana para descubrir su grandeza, sus contrastes y aspiraciones más íntimas. Su primer libro de poemas fue “El gemelo entre las nubes” (1914), al que siguieron otros como “Por encima de las barreras” (1917), “Mi hermana, la vida” (1922) y “El segundo nacimiento” (1932).

En su obra poética hay influencias del simbolismo de finales del siglo XIX, hay misticismo, la estética en su más honda pureza y el impresionismo.

Pero ya se sabe que la crítica tiene sus propias perspectivas y los críticos soviéticos, de intención comunista, le criticaron a más no poder. Lo acusaron de que su poesía no seguía la línea marcada por el realismo socialista; esta fue la causa que hizo que después de 1932 sólo publicara dos colecciones de poemas, “En trenes de la mañana” (1943) y “La vastedad terrestre” (1945).

Ciertamente la lucha por el socialismo acarreó muchas voluntades y grandes expectativas. Por ello ocurrió una Revolución Rusa y fue a través de ella como se buscó generar la riqueza nacional rusa y su distribución justa entre todos. Pero hubo una larga detente durante el régimen de Josip Stalin (1924-1953): Dictador cruel y vengativo.

El poeta Pasternak pronto encontró otro camino de expresión: la novela. Y esa novela fue, y es, un hito en la historia de la literatura rusa. Por supuesto no valen comparaciones en el país que aportó a las letras del mundo la obra de Turgueniev, Tolstoi, Dostoyevsky, Gógol, Chéjov…

Pasternak alcanza la grandeza por sí mismo. Por su talento y arte. Es un poeta que escribe una novela o un novelista que escribió poesía: da igual. El “Doctor Zhivago” es una novela emblemática y excepcional. Es la novela que retrata, con amor, a Rusia y al espíritu de sus hombres en momentos dramáticos: una Primera Guerra Mundial, una Revolución Rusa y la Segunda Guerra Mundial. Esto es: ‘El “Doctor Zhivago” es un mural histórico que corre de la Revolución de 1905, de aquellas jornadas que hicieron temblar al zar Nicolás y emocionaron a jóvenes como Pasternak, hasta el año de 1943, cuando apareció en el horizonte la posibilidad de derrotar a los alemanes.’

Las guerras vuelven trágica la vida de los países, de sus hombres y deja huellas imborrables. Pasternak vivió aquellos momentos y los expresó en su libro más reconocido y más querido. Un libro primero repudiado por el régimen estalinista y muy querido por millones de lectores en el mundo. Es la historia de dos seres humanos en tiempos extremos: Yuri Andréyevich Zhivago, el Doctor Zhivago, un joven médico y poeta, huérfano y Larisa Fiódorovna Guichard (Lara).

Es una historia de amor intenso, inolvidable, incomparable y único. Yuri y Lara. Dos personajes que forman parte de la historia de la literatura al mismo tiempo realista como romántica. Dos personajes que se encuentran para siempre. Y están con nosotros siempre, aunque ya no se vieran. Los finales felices sólo ocurren en las novelas y esta obra es novela, pero es verdad, también.

Es la historia del recorrido de Pasternak en un país siempre en guerra, para cumplir el sueño comunista de igualdad con justicia y con el todo para todos, y de todos.

En 1946, Pasternak conoció a Olga Ivinskaia. Ella era editora en la revista literaria moscovita Novi Mir. Boris tenía 56 años y era un hombre casado. Ella joven, madre y divorciada, 23 años menor que él. Olga se convierte en su musa y amante. La ama y la convierte en ‘Lara’, la protagonista de una de las más intensas historias de amor de todos los tiempos.

Y es que, cosa extraordinaria, Zhivago está enamorado de su esposa Tonya, está enamorado perdidamente de Lara, un amor verdadero pero clandestino: “Su amor era muy grande. Todos aman sin darse cuenta de lo que hay de extraordinario en su sentimiento. En cambio, para ellos, y en esto residía lo extraordinario, los instantes en que, como un ramalazo de eternidad, sobrevenía en su condenada existencia humana el estremecimiento de la pasión constituían momentos de revelación y de nueva profundidad de sí mismos y de la vida”.

Junto a la trama amorosa, está la trama política y bélica. Lo que ocurre en su país y al que quiere feliz “aunque no tenga permiso” dice Benedetti. Y ahí está la lucha por entender, tarde, aquello por lo que no lucho siendo joven y aquello que parece interminable y que le cuesta, a él mismo, una vida cargada de fatalidades.

El libro no se pudo publicar en la Unión Soviética porque los editores la encontraron contrario al espíritu revolucionario del momento. Atentaba contra los intereses de la patria –decían- y daba paso a que se viera a un país que estaba lejos de la imaginación del escritor.

El libro fue rechazado una y otra vez por los editores soviéticos, pero al final –y de contrabando- un original del libro fue llevado a Italia en donde inmediato fue publicado: 1957. El escándalo fue enorme y la indignación dentro de la URSS fue inaudita. Él fue expulsado del Sindicato de Escritores Soviéticos. Aun así Pasternak asumió su propia responsabilidad mientras era marginado de toda conexión literaria.

El libro fue traducido a distintos idiomas enseguida. Y eso hacía indignar aún más al régimen estalinista. Y lo peor para Boris Pasternak habría de llegar pronto: En 1958 le fue otorgado el premio Nobel de Literatura por “Doctor Zhivago”.

Las autoridades soviéticas se indignaron. Y presionaron a otros escritores para que expresaran su repudio al premio, a la obra y al autor. A Pasternak no le permitieron salir de la URSS para recoger el premio bajo amenaza de expulsarlo de su país. Sabía que podía ocurrir como cuando años antes apresaron y enviaron por tres años a Olga Ivinskaya al Gulag, para castigarlo a él. Lo marginaron.

Tuvo que renunciar al Nobel. Murió dos años después den su casa de Peredelkino, el 30 de mayo de 1960. “Doctor Zhivago” se publicó en la URSS hasta 1988, a la llegada de la Perestroika y el Glasnost.

“Caí como una feria en medio de la cacería. En algún lugar hay hombres, mundo y libertad. Pero ellos me persiguen, no hay salida. Está encadenado el movimiento (…) y así -muy cerca de la tumba- mi fe es ésta: llegará el día en que se opondrá el espíritu de la bondad a la fuerza bruta y a la maldad”.

A pulso se ganó el cariño de los soviéticos. Eran tiempos difíciles para la libertad y, por tanto, para las artes, y muy en particular para la literatura que es una expresión del espíritu que grita ¡libertad!

Ver con detenimiento y minuciosidad lo que pasa en el país, reconocer injusticias y decir por escrito y a viva voz, a todo el mundo, que se están cometiendo horrores, es una temeridad, sobre todo si se expresa en momentos de dictadura política y silencio democrático, de incomprensión, de abuso de poder, de represión, de crueldad e incluso muerte.

El estalinismo soviético lo tuvo siempre en la mira y lo castigó por sus críticas y reproches al régimen comunista. Se había decepcionado. Se sentía traicionado por aquello en lo que creyó que sería la causa de la justicia social y política a través de una Revolución, la Revolución Rusa de principios del siglo XX, y a la que se adhirió desde lo intelectual, en su juventud.

Estaba consciente de que su única arma para defender su libertad de expresión estaba en ella misma, a través de la poesía. Porque fue un gran poeta. Un enorme poeta. De hecho el mismo Stalin sentía admiración por su obra y por lo mismo, de tiempo en tiempo, cuando recibía quejas por su actitud crítica, les decía: “No toquen a ese que anda en las nubes”…

Ese era Boris Pasternak, o mejor dicho, Boris Leonídovich Pasternak, quien nació el 10 de febrero de 1890 en Moscú. Su familia era de origen judío: Su madre, Rosa Kaufman, fue pianista y muy volcada a las artes; su padre Leonid Pasternak era pintor, quien hizo los retratos conocidos de Leon Tolstoi, de Rile y más artistas con los que mantenía buena amistad y a los que reunía en su casa.

Así que el ambiente en el que nació y creció Boris era propicio para el desarrollo de la cultura y las artes. Estudió filosofía en las universidades de Moscú y en Marburgo, Alemania. En su primera juventud se aproximó a la música, pero descubrió que no tenía el talento para dedicarse a ella y abandonó estas aspiraciones para volcarse en la literatura, y en particular en la poesía.

Era muy volcado a la naturaleza y a un realismo de hondura rusa. Apasionado y profundo hurgaba en el alma humana para descubrir su grandeza, sus contrastes y aspiraciones más íntimas. Su primer libro de poemas fue “El gemelo entre las nubes” (1914), al que siguieron otros como “Por encima de las barreras” (1917), “Mi hermana, la vida” (1922) y “El segundo nacimiento” (1932).

En su obra poética hay influencias del simbolismo de finales del siglo XIX, hay misticismo, la estética en su más honda pureza y el impresionismo.

Pero ya se sabe que la crítica tiene sus propias perspectivas y los críticos soviéticos, de intención comunista, le criticaron a más no poder. Lo acusaron de que su poesía no seguía la línea marcada por el realismo socialista; esta fue la causa que hizo que después de 1932 sólo publicara dos colecciones de poemas, “En trenes de la mañana” (1943) y “La vastedad terrestre” (1945).

Ciertamente la lucha por el socialismo acarreó muchas voluntades y grandes expectativas. Por ello ocurrió una Revolución Rusa y fue a través de ella como se buscó generar la riqueza nacional rusa y su distribución justa entre todos. Pero hubo una larga detente durante el régimen de Josip Stalin (1924-1953): Dictador cruel y vengativo.

El poeta Pasternak pronto encontró otro camino de expresión: la novela. Y esa novela fue, y es, un hito en la historia de la literatura rusa. Por supuesto no valen comparaciones en el país que aportó a las letras del mundo la obra de Turgueniev, Tolstoi, Dostoyevsky, Gógol, Chéjov…

Pasternak alcanza la grandeza por sí mismo. Por su talento y arte. Es un poeta que escribe una novela o un novelista que escribió poesía: da igual. El “Doctor Zhivago” es una novela emblemática y excepcional. Es la novela que retrata, con amor, a Rusia y al espíritu de sus hombres en momentos dramáticos: una Primera Guerra Mundial, una Revolución Rusa y la Segunda Guerra Mundial. Esto es: ‘El “Doctor Zhivago” es un mural histórico que corre de la Revolución de 1905, de aquellas jornadas que hicieron temblar al zar Nicolás y emocionaron a jóvenes como Pasternak, hasta el año de 1943, cuando apareció en el horizonte la posibilidad de derrotar a los alemanes.’

Las guerras vuelven trágica la vida de los países, de sus hombres y deja huellas imborrables. Pasternak vivió aquellos momentos y los expresó en su libro más reconocido y más querido. Un libro primero repudiado por el régimen estalinista y muy querido por millones de lectores en el mundo. Es la historia de dos seres humanos en tiempos extremos: Yuri Andréyevich Zhivago, el Doctor Zhivago, un joven médico y poeta, huérfano y Larisa Fiódorovna Guichard (Lara).

Es una historia de amor intenso, inolvidable, incomparable y único. Yuri y Lara. Dos personajes que forman parte de la historia de la literatura al mismo tiempo realista como romántica. Dos personajes que se encuentran para siempre. Y están con nosotros siempre, aunque ya no se vieran. Los finales felices sólo ocurren en las novelas y esta obra es novela, pero es verdad, también.

Es la historia del recorrido de Pasternak en un país siempre en guerra, para cumplir el sueño comunista de igualdad con justicia y con el todo para todos, y de todos.

En 1946, Pasternak conoció a Olga Ivinskaia. Ella era editora en la revista literaria moscovita Novi Mir. Boris tenía 56 años y era un hombre casado. Ella joven, madre y divorciada, 23 años menor que él. Olga se convierte en su musa y amante. La ama y la convierte en ‘Lara’, la protagonista de una de las más intensas historias de amor de todos los tiempos.

Y es que, cosa extraordinaria, Zhivago está enamorado de su esposa Tonya, está enamorado perdidamente de Lara, un amor verdadero pero clandestino: “Su amor era muy grande. Todos aman sin darse cuenta de lo que hay de extraordinario en su sentimiento. En cambio, para ellos, y en esto residía lo extraordinario, los instantes en que, como un ramalazo de eternidad, sobrevenía en su condenada existencia humana el estremecimiento de la pasión constituían momentos de revelación y de nueva profundidad de sí mismos y de la vida”.

Junto a la trama amorosa, está la trama política y bélica. Lo que ocurre en su país y al que quiere feliz “aunque no tenga permiso” dice Benedetti. Y ahí está la lucha por entender, tarde, aquello por lo que no lucho siendo joven y aquello que parece interminable y que le cuesta, a él mismo, una vida cargada de fatalidades.

El libro no se pudo publicar en la Unión Soviética porque los editores la encontraron contrario al espíritu revolucionario del momento. Atentaba contra los intereses de la patria –decían- y daba paso a que se viera a un país que estaba lejos de la imaginación del escritor.

El libro fue rechazado una y otra vez por los editores soviéticos, pero al final –y de contrabando- un original del libro fue llevado a Italia en donde inmediato fue publicado: 1957. El escándalo fue enorme y la indignación dentro de la URSS fue inaudita. Él fue expulsado del Sindicato de Escritores Soviéticos. Aun así Pasternak asumió su propia responsabilidad mientras era marginado de toda conexión literaria.

El libro fue traducido a distintos idiomas enseguida. Y eso hacía indignar aún más al régimen estalinista. Y lo peor para Boris Pasternak habría de llegar pronto: En 1958 le fue otorgado el premio Nobel de Literatura por “Doctor Zhivago”.

Las autoridades soviéticas se indignaron. Y presionaron a otros escritores para que expresaran su repudio al premio, a la obra y al autor. A Pasternak no le permitieron salir de la URSS para recoger el premio bajo amenaza de expulsarlo de su país. Sabía que podía ocurrir como cuando años antes apresaron y enviaron por tres años a Olga Ivinskaya al Gulag, para castigarlo a él. Lo marginaron.

Tuvo que renunciar al Nobel. Murió dos años después den su casa de Peredelkino, el 30 de mayo de 1960. “Doctor Zhivago” se publicó en la URSS hasta 1988, a la llegada de la Perestroika y el Glasnost.

“Caí como una feria en medio de la cacería. En algún lugar hay hombres, mundo y libertad. Pero ellos me persiguen, no hay salida. Está encadenado el movimiento (…) y así -muy cerca de la tumba- mi fe es ésta: llegará el día en que se opondrá el espíritu de la bondad a la fuerza bruta y a la maldad”.

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