/ viernes 17 de noviembre de 2023

La desinformación de nuestro tiempo 

La relación del ser humano con la verdad ha sido especialmente compleja a lo largo de la historia. Quizás un poco más hoy en día. No porque necesariamente la hayamos alcanzado antes, sino porque no nos estamos acercando a ella en la actualidad.

Nuestra relación con la verdad actualmente no podría entenderse sin considerar las ambigüedades del mundo VICA –más volátil, incierto, complejo y ambiguo. Todo puede ser o no ser en función de nuestras creencias, paradigmas e, incluso, emociones. Ya no es la búsqueda de la verdad como tal, sino la búsqueda de reafirmar nuestros propios sesgos cognitivos. Y a un paso de distancia se encuentra el relativismo.

Lo preocupante de esta forma de relacionarnos con la verdad es que tiene implicaciones directas en las sociedades –particularmente las democráticas. En su libro Sobre la Tiranía, Timothy Snyder señala que el problema empieza cuando la verdad y los datos duros se vuelven irrelevantes en una sociedad que ha dejado de ser fáctica y, en cambio, se ha convertido en una sociedad oracular.

Esta transición de sociedades fácticas a oraculares, ha sentado las bases para que la desinformación –es decir, la difusión deliberada y sistemática de mentiras– esté presente en los principales eventos nacionales e internacionales. Ya sea durante el período más intenso de la Covid-19, la invasión de Rusia a Ucrania, los flujos migratorios hacia Estados Unidos, la competencia estratégica en América Latina y el Caribe, el conflicto entre la organización terrorista Hamás e Israel, o la devastación que el huracán Otis dejó en Acapulco tras su paso. En cualquier caso, se trata del mismo escenario: una situación atípica o de crisis, en un entorno caracterizado por una fuerte competencia por el poder, en el que múltiples actores están interesados en ganar las mentes y los corazones de la población-audiencia. Esto ha ocasionado, además, \u0009que cada vez sea más difícil conocer sobre una situación específica y, más importante aún, anticipar sus resultados o consecuencias.

En un sentido más amplio, la desinformación sigue siendo parte esencial de lo que el legendario George Kennan denominara a mediados del siglo XX "organized political warfare". O de expresiones más nuevas y sutiles de conflicto e estados intermedios de paz y guerra; tal es el caso de las llamadas guerras híbridas o las confrontaciones de zona gris. En términos generales, éstas se tratan de aquellos esfuerzos sistemáticos por socavar la estabilidad, integridad y permanencia de un Estado, mediante operaciones de información y fake news, diplomacia coercitiva, recursos legales (lawfare), infiltración económica, subversión política, chantajes comerciales, ataques cibernéticos, además de las acciones militares tradicionales, tanto convencionales como no convencionales –lo que incluye la movilización de actores no estatales violentos, tales como grupos criminales, subversivos o terroristas.

Es de la mayor importancia para las sociedades democráticas, que revisemos y compongamos nuestra relación la verdad. Sobre todo en medio de transiciones geopolíticas globales, recesiones democráticas a nivel global y sociedades crecientemente polarizadas.


Discanto: En 1934, T.S. Eliot escribiría proféticamente: “Where is the Life we have lost in living? / Where is the wisdom we have lost in knowledge? / Where is the knowledge we have lost in information?”.

La relación del ser humano con la verdad ha sido especialmente compleja a lo largo de la historia. Quizás un poco más hoy en día. No porque necesariamente la hayamos alcanzado antes, sino porque no nos estamos acercando a ella en la actualidad.

Nuestra relación con la verdad actualmente no podría entenderse sin considerar las ambigüedades del mundo VICA –más volátil, incierto, complejo y ambiguo. Todo puede ser o no ser en función de nuestras creencias, paradigmas e, incluso, emociones. Ya no es la búsqueda de la verdad como tal, sino la búsqueda de reafirmar nuestros propios sesgos cognitivos. Y a un paso de distancia se encuentra el relativismo.

Lo preocupante de esta forma de relacionarnos con la verdad es que tiene implicaciones directas en las sociedades –particularmente las democráticas. En su libro Sobre la Tiranía, Timothy Snyder señala que el problema empieza cuando la verdad y los datos duros se vuelven irrelevantes en una sociedad que ha dejado de ser fáctica y, en cambio, se ha convertido en una sociedad oracular.

Esta transición de sociedades fácticas a oraculares, ha sentado las bases para que la desinformación –es decir, la difusión deliberada y sistemática de mentiras– esté presente en los principales eventos nacionales e internacionales. Ya sea durante el período más intenso de la Covid-19, la invasión de Rusia a Ucrania, los flujos migratorios hacia Estados Unidos, la competencia estratégica en América Latina y el Caribe, el conflicto entre la organización terrorista Hamás e Israel, o la devastación que el huracán Otis dejó en Acapulco tras su paso. En cualquier caso, se trata del mismo escenario: una situación atípica o de crisis, en un entorno caracterizado por una fuerte competencia por el poder, en el que múltiples actores están interesados en ganar las mentes y los corazones de la población-audiencia. Esto ha ocasionado, además, \u0009que cada vez sea más difícil conocer sobre una situación específica y, más importante aún, anticipar sus resultados o consecuencias.

En un sentido más amplio, la desinformación sigue siendo parte esencial de lo que el legendario George Kennan denominara a mediados del siglo XX "organized political warfare". O de expresiones más nuevas y sutiles de conflicto e estados intermedios de paz y guerra; tal es el caso de las llamadas guerras híbridas o las confrontaciones de zona gris. En términos generales, éstas se tratan de aquellos esfuerzos sistemáticos por socavar la estabilidad, integridad y permanencia de un Estado, mediante operaciones de información y fake news, diplomacia coercitiva, recursos legales (lawfare), infiltración económica, subversión política, chantajes comerciales, ataques cibernéticos, además de las acciones militares tradicionales, tanto convencionales como no convencionales –lo que incluye la movilización de actores no estatales violentos, tales como grupos criminales, subversivos o terroristas.

Es de la mayor importancia para las sociedades democráticas, que revisemos y compongamos nuestra relación la verdad. Sobre todo en medio de transiciones geopolíticas globales, recesiones democráticas a nivel global y sociedades crecientemente polarizadas.


Discanto: En 1934, T.S. Eliot escribiría proféticamente: “Where is the Life we have lost in living? / Where is the wisdom we have lost in knowledge? / Where is the knowledge we have lost in information?”.