@lamoviola
Con una narrativa brutal y sin concesiones, pero en algún momento cálida hacia los protagonistas Una jauría llamada Ernesto (Everardo González, 2023), es un relato documental de los tiempos que corren. De lo coral a lo individual, de lo desgarrador a lo humano.
Los jóvenes y adolescentes enredados por el crimen organizado, el testimonio de Ernesto o los muchos Ernestos que habitan este país y que ante la lente de González, desnudan (así en plural) su testimonio de vida. Su tragedia sin coming-of-age romantizada en un país donde la mayoría de relatos duelen. El director sabe muy bien crear personajes en el sentido documental para hablar de los profundos hoyos sociales que nos aquejan, Los ladrones viejos en 2007 con Carrizos, es un ejemplo.
En Una jauría llamada Ernesto, no hay un juicio hacia quien habla ante la cámara, pero el espectador siente esa responsabilidad social colectiva. ¿Puede resultar desconcertante el enfoque del documental?, tal vez, pero no por ello carente de veracidad, aún con la habilidad en la construcción de relatos que tiene el director.
Cine que aborda desde una perspectiva compleja por los diferentes rostros que presenta, el significado de la palabra víctima en un entramado social descompuesto, la tragedia va en varias pistas. Víctimas y victimarios se funden en un yo colectivo y poco a poco nos adentramos en un horror que se cuenta ante la cámara como costumbre
Ya en Los Plebes (Emmanuel Massu, Eduardo Giralt Brun, 2021), se daba voz a los victimarios, como sucede también en La libertad del diablo en 2017, está última con mayores recursos narrativos y también dirigida por Everardo González. En Una jauría llamada Ernesto la habilidad de González como narrador, no se pone por encima de lo fundamental: los testimonios que pueden erizar al espectador.
El documental, se puede ver por la plataforma ViX+, y en algunas salas, pero vale la pena la pantalla grande en una semana sobre todo de una mediocridad apabullante en cuanto a estrenos. Por supuesto encabeza esta lista The Marvels (NiaDaCosta, 2023), de la que en verdad no hay mucho que decir, salvo lo ya dicho en otras ocasiones: la misma película repetida hasta el hartazgo al grado de apelar a la más profunda mediocridad del espectador.
En Una jauría llamada Ernesto, por lo menos podemos no estar de acuerdo con el punto de vista general del relato, pero eso como espectadores nos reta y mueve al cuestionamiento desde un ejercicio social y cinematográfico. Eso es cine y no pantallas verdes y corrección política forzada.
Véala, ya sea en plataforma o en el cine, no se va a arrepentir. Tal vez sí incomodar, pero al final para eso está el cine no babeante de franquicias.
En corto
Y sí, terminó la huelga de actores en Estados Unidos, que desde el 14 julio tenía en vilo a una de las industrias más poderosas del mundo: la del entretenimiento. El enemigo a vencer era el abuso de las nuevas plataformas con la Inteligencia Artificial.
Los intérpretes estadounidenses ganaron una, luego de que ya se registraban pérdidas millonarias por entre otras cosas, posponer estrenos en cine y en cualquiera de los formatos televisivos.
Una vez más, se comprueba que por mas grande que sea el monstruo, la unión hace la fuerza.