/ lunes 29 de enero de 2018

Los detalles importan

Es importante que consideremos el enorme poder que tienen los detalles en nuestra vida. Bien dice el dicho que “el diablo está en los detalles” y tiene toda la razón. Si lo pensamos con detenimiento, la calidad y la perfección no es más que la suma de los detalles (bien hechos, por supuesto) que conforman el todo. Cuando los detalles están cuidados, la suma de las partes es mucho más que el total. Y así debe ser. Pero muchas veces lo olvidamos.

Traigo esto a colación porque me quedé pensando esta mañana en un detalle importante: un amigo y colaborador de la ciudad de Washington con quien trabajo muy cercanamente me contó su experiencia al llegar al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México la semana pasada. En resumidas cuentas diré que, después de varias horas de vuelo, mi colega (de nacionalidad canadiense) y acompañado por otra persona (de nacionalidad coreana) llegaron a la Ciudad de México con la intención de trasladarse de una terminal a otra. Pero su sorpresa fue grande cuando intentaron tomar el tren que lleva de un edificio a otro a las 10:52 de la noche, y a pesar de que el transporte cierra a las 11:00 pm, les fue negado el acceso. Y tuvieron que tomar un autobús y pagar una cuota adicional para moverse de una terminal a otra (sin mucha gente que les ayudase a destrabar el problema en otro idioma que no fuese español).

Si bien no es un tema difícil – quizá hablo como mexicano – no imagino que esta sea la mejor de las bienvenidas a nuestro país. Y efectivamente, los detalles importan. Importa que haya un modo de transporte eficaz de una terminal a otra, y que si por alguna razón el tren está cerrado, que no cobren el acceso a un autobús o que obliguen a la gente a pagar un Uber o un taxi. Si bien los mexicanos estamos acostumbrados a quedarnos callados, debemos tomar en consideración que los detalles (y la suma de éstos) logran la calidad esperada que queremos presentar de México. Y el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México es la puerta de llegada. Otra cosa que me comentaron con cierto desagrado fue el estado general de los servicios de nuestro puerto aéreo. Y les doy la razón. El estado general de los baños de ambas terminales es paupérrimo. No estoy diciendo que debemos tener instalaciones de lujo, pero ciertamente debemos prestar más atención a esas pequeñas cosas que pueden cambiar por entero la percepción de todos aquellos que nos visitan. México es un país grandioso, pero – lo reconozco como una falla colectiva y me incluyo a mí mismo en ello – no somos una nación que se distinga por poner atención en los detalles y cuidar todos esos aspectos que, sumados, hacen el total e inclinan la balanza.

Estoy poniendo el ejemplo del aeropuerto y mucha gente podrá decir que quizá México tiene problemas más complicados. Es cierto. Y creo que urge atenderlos. Pero lo que trato de decir y el punto que estoy intentando desarrollar en este artículo es que, la falta de atención a los detalles es un mal que puede descarrilar hasta los esfuerzos más nobles. ¿Cuántas cosas podrían mejorar sustancialmente en nuestro país si tan solo pusiéramos cuidado e hiciéramos nuestro trabajo con especial cuidado en los pequeños detalles? La clave para alcanzar la perfección está allí.

@fedeling

Es importante que consideremos el enorme poder que tienen los detalles en nuestra vida. Bien dice el dicho que “el diablo está en los detalles” y tiene toda la razón. Si lo pensamos con detenimiento, la calidad y la perfección no es más que la suma de los detalles (bien hechos, por supuesto) que conforman el todo. Cuando los detalles están cuidados, la suma de las partes es mucho más que el total. Y así debe ser. Pero muchas veces lo olvidamos.

Traigo esto a colación porque me quedé pensando esta mañana en un detalle importante: un amigo y colaborador de la ciudad de Washington con quien trabajo muy cercanamente me contó su experiencia al llegar al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México la semana pasada. En resumidas cuentas diré que, después de varias horas de vuelo, mi colega (de nacionalidad canadiense) y acompañado por otra persona (de nacionalidad coreana) llegaron a la Ciudad de México con la intención de trasladarse de una terminal a otra. Pero su sorpresa fue grande cuando intentaron tomar el tren que lleva de un edificio a otro a las 10:52 de la noche, y a pesar de que el transporte cierra a las 11:00 pm, les fue negado el acceso. Y tuvieron que tomar un autobús y pagar una cuota adicional para moverse de una terminal a otra (sin mucha gente que les ayudase a destrabar el problema en otro idioma que no fuese español).

Si bien no es un tema difícil – quizá hablo como mexicano – no imagino que esta sea la mejor de las bienvenidas a nuestro país. Y efectivamente, los detalles importan. Importa que haya un modo de transporte eficaz de una terminal a otra, y que si por alguna razón el tren está cerrado, que no cobren el acceso a un autobús o que obliguen a la gente a pagar un Uber o un taxi. Si bien los mexicanos estamos acostumbrados a quedarnos callados, debemos tomar en consideración que los detalles (y la suma de éstos) logran la calidad esperada que queremos presentar de México. Y el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México es la puerta de llegada. Otra cosa que me comentaron con cierto desagrado fue el estado general de los servicios de nuestro puerto aéreo. Y les doy la razón. El estado general de los baños de ambas terminales es paupérrimo. No estoy diciendo que debemos tener instalaciones de lujo, pero ciertamente debemos prestar más atención a esas pequeñas cosas que pueden cambiar por entero la percepción de todos aquellos que nos visitan. México es un país grandioso, pero – lo reconozco como una falla colectiva y me incluyo a mí mismo en ello – no somos una nación que se distinga por poner atención en los detalles y cuidar todos esos aspectos que, sumados, hacen el total e inclinan la balanza.

Estoy poniendo el ejemplo del aeropuerto y mucha gente podrá decir que quizá México tiene problemas más complicados. Es cierto. Y creo que urge atenderlos. Pero lo que trato de decir y el punto que estoy intentando desarrollar en este artículo es que, la falta de atención a los detalles es un mal que puede descarrilar hasta los esfuerzos más nobles. ¿Cuántas cosas podrían mejorar sustancialmente en nuestro país si tan solo pusiéramos cuidado e hiciéramos nuestro trabajo con especial cuidado en los pequeños detalles? La clave para alcanzar la perfección está allí.

@fedeling