La semana pasada, el secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, señaló ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de la Unión Americana que México es un buen ejemplo de cooperación contra el tráfico de fentanilo. Agregó que el Gobierno de su país ha incrementado significativamente la cooperación con las autoridades mexicanas en los últimos años, para desmantelar el tráfico de drogas.
Destacó también que el intercambio de información entre ambos países permitió “arrestos de primer y segundo nivel” en organizaciones de grupos criminales, además de la incautación de una cantidad récord de fentanilo.
Baste recordar, como ejemplo de lo anterior, que el presidente Biden agradeció al presidente López Obrador tanto la detención, en 2023, como la reciente extradición, el sábado pasado, de Néstor Isidro Pérez Salas, alias “el Nini”, presunto jefe de seguridad de los Chapitos, acusado por tráfico ilícito de fentanilo hacia los Estados Unidos.
Por su parte, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, órgano responsable de vigilar la aplicación de las convenciones de la Organización de las Naciones Unidas, para la fiscalización internacional de drogas, emitió su informe anual 2023, en el cual revela que las autoridades mexicanas incrementaron de manera notable, entre 2020 y 2021, las incautaciones de drogas sintéticas, como el fentanilo y las metanfetaminas.
Por ejemplo, la Secretaría de Marina informó que, desde el inicio de esta administración, en diciembre de 2018, y hasta el 6 de mayo de 2024, las Fuerzas Armadas han confiscado 8,222.5 kilogramos de fentanilo, con casi 2,329 confiscados en 2023: un aumento del 455 por ciento frente a los 491 kilogramos de 2019.
En este contexto, las declaraciones del canciller Blinken no resultan sorpresivas, ya que hoy el Gobierno de México mantiene su postura clara y congruente en contra de la producción, el tráfico y el consumo de drogas, no solo en nuestro país, sino en el mundo. Desde luego, eso incluye cooperación y colaboración con Gobiernos y naciones vecinos, como Canadá y Estados Unidos.
El presidente López Obrador señaló, en noviembre pasado, durante una reunión con el presidente Biden, en San Francisco, California, que en lo relativo al combate de drogas existe el compromiso de México de seguir apoyando para impedir la introducción de químicos y fentanilo, porque hay conciencia del daño que ocasionan a las y los jóvenes en Estados Unidos.
El jefe del Estado mexicano refirió que, como buenos vecinos, ayudamos en todo lo relacionado con el combate al narcotráfico, pero puntualizó que también ellos tienen que hacer su tarea. “El principal problema de Estados Unidos en la actualidad es la pandemia de consumo de fentanilo, eso duele mucho porque pierden la vida 100 mil jóvenes”, aseveró.
Si bien las muertes por sobredosis de droga en aquel país disminuyeron un tres por ciento, de acuerdo con el Centro de Control y Prevención de Enfermedades, pasando de 111,029 en 2022 a 107,543 en 2023, esta cifra sigue siendo importante, pues se tradujo en un promedio de 294 fallecimientos por día.
Dos miligramos de fentanilo se consideran una dosis letal, y un kilo de este estupefaciente puede aniquilar a 500,000 personas, de acuerdo con la Agencia Antidrogas de Estados Unidos.
Es un hecho que la cooperación y el combate a las drogas, incluido el fentanilo, sigue en aumento entre ambos países. Así lo demuestran mecanismos como el Diálogo de Alto Nivel sobre Seguridad entre México y Estados Unidos, y el Entendimiento Bicentenario.
Esa colaboración es una tarea que nos preocupa y ocupa en los dos lados de la frontera, pues se trata de vidas humanas en riesgo o que se pierden cada día. México cumple en la lucha contra el fentanilo, pero también se requiere seguir combatiendo la pobreza, la desigualdad, la ausencia de oportunidades, la desintegración familiar y, sobre todo, la falta de atención a las y los jóvenes, particularmente en donde el individualismo se encuentre más exacerbado.
X y Facebook: @RicardoMonrealA
