/ jueves 23 de septiembre de 2021

México: política exterior y liderazgo en AL  (I)

Tradicionalmente, México ha sido uno de los países del mundo con amplia experiencia en política exterior y con un importante reconocimiento a nivel internacional por su defensa y promoción de la paz, el diálogo, la cooperación, la resolución pacífica de controversias y la solidaridad internacional.

Sin embargo, durante varios años la política exterior mexicana se enfocó, por mucho, en nuestros principales socios comerciales, que son Estados Unidos y Canadá, a pesar de contar con 14 tratados de libre comercio con 50 naciones. Ello generó una débil diversificación comercial y de otro tipo en nuestras relaciones internacionales con otras regiones y países del mundo.

La prevalencia del criterio económico-comercial en la conducción de la política exterior mexicana durante el periodo neoliberal ensombreció otras consideraciones importantes. Entre éstas se encuentran las relacionadas con los ideales, la dignidad, la soberanía nacional o la política exterior independiente. Ello implicó el debilitamiento de la presencia y el liderazgo mexicanos, concretamente en América Latina, una región con la que tenemos afinidades culturales, de idioma, identidad, historia e ideales, como los de Bolívar, Hidalgo, San Martín, Artigas y Martí, entre otros.

Hoy, el presidente Andrés Manuel López Obrador, en tanto jefe del Estado mexicano, se encuentra recuperando la grandeza de la diplomacia nacional por medio del respeto y la aplicación efectiva de los principios constitucionales de política exterior establecidos en el artículo 89, fracción X, de nuestra Carta Magna. Algunos de ellos son la autodeterminación de los pueblos; la no intervención; la igualdad jurídica de los Estados; la cooperación internacional para el desarrollo, así como el respeto, la protección y promoción de los derechos humanos.

La extensión de programas sociales desde México hacia Honduras y El Salvador; las visitas a nuestro país de diferentes jefes de Estado latinoamericanos en el marco de las conmemoraciones por los 500 años de resistencia indígena, los siete siglos de la fundación de México-Tenochtitlan y los 200 años de la consumación de nuestra independencia; el diálogo político, con sede en México, entre el Gobierno de Venezuela y la oposición de ese país, y la reciente verificación, también en nuestro territorio, de la VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (cuyo análisis se reservará para la segunda parte de este artículo) son sólo algunos ejemplos de la recuperación de la grandeza de la política exterior nacional, basada en sus principios constitucionales.

Vale la pena destacar que los presidentes Alberto Fernández, de Argentina; Luis Arce, de Bolivia; Alejandro Giammattei, de Guatemala, y Miguel Díaz-Canel, de Cuba, acudieron de manera entusiasta, cada uno y respectivamente, a una de las conmemoraciones antes referidas.

Durante la visita del jefe del Estado cubano a nuestro país por la conmemoración de los 211 años de la Independencia, el presidente López Obrador pidió respetuosamente al Gobierno estadounidense terminar con el bloqueo económico impuesto a la nación caribeña.

En lo referente al diálogo político que se desarrolla en nuestro territorio entre el Gobierno y la oposición venezolanos, México ha establecido un puente de comunicación con aquella nación y se ha convertido, junto con Noruega, en un importante mediador para ambas partes, sin inmiscuirse en sus asuntos internos.

El dinamismo regional mexicano es un hecho. Nuestro país tiene una vocación universal y de apertura hacia el mundo, y las relaciones exteriores y diplomáticas son más que comercio, sin restarle importancia a éste. El humanismo, los principios del derecho internacional, la fraternidad y la solidaridad entre las naciones, la justicia, el respeto a las diferencias, la tolerancia, son todos ellos valores que deben seguir guiando la actuación y el liderazgo de México en el mundo y, en especial, en la Patria Grande que es nuestra América Latina.

ricardomonreala@yahoo.com.mx

Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA


Tradicionalmente, México ha sido uno de los países del mundo con amplia experiencia en política exterior y con un importante reconocimiento a nivel internacional por su defensa y promoción de la paz, el diálogo, la cooperación, la resolución pacífica de controversias y la solidaridad internacional.

Sin embargo, durante varios años la política exterior mexicana se enfocó, por mucho, en nuestros principales socios comerciales, que son Estados Unidos y Canadá, a pesar de contar con 14 tratados de libre comercio con 50 naciones. Ello generó una débil diversificación comercial y de otro tipo en nuestras relaciones internacionales con otras regiones y países del mundo.

La prevalencia del criterio económico-comercial en la conducción de la política exterior mexicana durante el periodo neoliberal ensombreció otras consideraciones importantes. Entre éstas se encuentran las relacionadas con los ideales, la dignidad, la soberanía nacional o la política exterior independiente. Ello implicó el debilitamiento de la presencia y el liderazgo mexicanos, concretamente en América Latina, una región con la que tenemos afinidades culturales, de idioma, identidad, historia e ideales, como los de Bolívar, Hidalgo, San Martín, Artigas y Martí, entre otros.

Hoy, el presidente Andrés Manuel López Obrador, en tanto jefe del Estado mexicano, se encuentra recuperando la grandeza de la diplomacia nacional por medio del respeto y la aplicación efectiva de los principios constitucionales de política exterior establecidos en el artículo 89, fracción X, de nuestra Carta Magna. Algunos de ellos son la autodeterminación de los pueblos; la no intervención; la igualdad jurídica de los Estados; la cooperación internacional para el desarrollo, así como el respeto, la protección y promoción de los derechos humanos.

La extensión de programas sociales desde México hacia Honduras y El Salvador; las visitas a nuestro país de diferentes jefes de Estado latinoamericanos en el marco de las conmemoraciones por los 500 años de resistencia indígena, los siete siglos de la fundación de México-Tenochtitlan y los 200 años de la consumación de nuestra independencia; el diálogo político, con sede en México, entre el Gobierno de Venezuela y la oposición de ese país, y la reciente verificación, también en nuestro territorio, de la VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (cuyo análisis se reservará para la segunda parte de este artículo) son sólo algunos ejemplos de la recuperación de la grandeza de la política exterior nacional, basada en sus principios constitucionales.

Vale la pena destacar que los presidentes Alberto Fernández, de Argentina; Luis Arce, de Bolivia; Alejandro Giammattei, de Guatemala, y Miguel Díaz-Canel, de Cuba, acudieron de manera entusiasta, cada uno y respectivamente, a una de las conmemoraciones antes referidas.

Durante la visita del jefe del Estado cubano a nuestro país por la conmemoración de los 211 años de la Independencia, el presidente López Obrador pidió respetuosamente al Gobierno estadounidense terminar con el bloqueo económico impuesto a la nación caribeña.

En lo referente al diálogo político que se desarrolla en nuestro territorio entre el Gobierno y la oposición venezolanos, México ha establecido un puente de comunicación con aquella nación y se ha convertido, junto con Noruega, en un importante mediador para ambas partes, sin inmiscuirse en sus asuntos internos.

El dinamismo regional mexicano es un hecho. Nuestro país tiene una vocación universal y de apertura hacia el mundo, y las relaciones exteriores y diplomáticas son más que comercio, sin restarle importancia a éste. El humanismo, los principios del derecho internacional, la fraternidad y la solidaridad entre las naciones, la justicia, el respeto a las diferencias, la tolerancia, son todos ellos valores que deben seguir guiando la actuación y el liderazgo de México en el mundo y, en especial, en la Patria Grande que es nuestra América Latina.

ricardomonreala@yahoo.com.mx

Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA