/ miércoles 1 de marzo de 2023

Mujeres y pobreza 

El Coneval presentó el Informe de Evaluación de la Política de Desarrollo Social 2022, una medición nacional que revisa cada dos años el impacto de los programas y las acciones en la materia. Aunque los resultados no son alentadores, ayudan a identificar las carencias sociales que enfrenta la población mexicana, especialmente las mujeres.

Para medir la pobreza se toman varias dimensiones de carácter social como el rezago educativo, el acceso a los servicios de salud, a la seguridad social, la calidad de la vivienda, el acceso a servicios básicos y a la alimentación nutritiva. Por tanto, la pobreza multidimensional se expresa en al menos una carencia social y con ingresos que no permiten adquirir la canasta alimentaria.

El organismo reporta que en 2018 el 42.6% del total de mujeres en el país (27 millones), estaban en situación de pobreza multidimensional. Para 2020, la proporción aumentó al ubicarse en 44.4% (29.1 millones) lo mismo que el porcentaje de quienes vivían en pobreza extrema (8.5%), lo que significa que no contaban con un ingreso suficiente para cubrir sus necesidades alimentarias, además de tener comprometido el ejercicio de por lo menos tres derechos sociales.

La carencia por acceso a la seguridad social sigue siendo la de mayor presencia, afectando a más de 33 millones de mujeres. El Coneval subraya que a pesar de haberse reducido el porcentaje en el periodo 2018-2020, más de la mitad de las mujeres no contaban con algún medio que les permitiera garantizar su subsistencia ante eventualidades como la vejez, el embarazo o la enfermedad; vivirán condenadas en círculos de pobreza.

Las condiciones de marginación y exclusión sociales no se reducen sólo a las mujeres adultas; niñas y jóvenes resultan las más afectadas porque no cuentan con condiciones óptimas para su formación y desarrollo personal, quienes abandonan los estudios para contribuir en las labores del hogar o hacerse cargo de los hermanos cuando la familia migra a trabajar a campos agrícolas. En 2020, 19.5 millones de niñas, niños y adolescentes se encontraban en situación de pobreza.

Sin duda, la pandemia empeoró las cosas. Debido al cierre de escuelas y a los servicios de salud saturados, en 2020 las mujeres destinaron 48.7 horas semanales al trabajo de cuidados no remunerado. Su participación en el mercado laboral informal es otro elemento que incide en la pobreza: al cierre de 2022 el 56% de las mujeres ocupadas se encontraban en esa situación (13,2 millones).

La feminización de la pobreza es uno de los grandes desafíos a combatir. Se hacen indispensables medidas con perspectiva de género en políticas públicas, presupuestales y de seguridad social.


@ClauCorichi

El Coneval presentó el Informe de Evaluación de la Política de Desarrollo Social 2022, una medición nacional que revisa cada dos años el impacto de los programas y las acciones en la materia. Aunque los resultados no son alentadores, ayudan a identificar las carencias sociales que enfrenta la población mexicana, especialmente las mujeres.

Para medir la pobreza se toman varias dimensiones de carácter social como el rezago educativo, el acceso a los servicios de salud, a la seguridad social, la calidad de la vivienda, el acceso a servicios básicos y a la alimentación nutritiva. Por tanto, la pobreza multidimensional se expresa en al menos una carencia social y con ingresos que no permiten adquirir la canasta alimentaria.

El organismo reporta que en 2018 el 42.6% del total de mujeres en el país (27 millones), estaban en situación de pobreza multidimensional. Para 2020, la proporción aumentó al ubicarse en 44.4% (29.1 millones) lo mismo que el porcentaje de quienes vivían en pobreza extrema (8.5%), lo que significa que no contaban con un ingreso suficiente para cubrir sus necesidades alimentarias, además de tener comprometido el ejercicio de por lo menos tres derechos sociales.

La carencia por acceso a la seguridad social sigue siendo la de mayor presencia, afectando a más de 33 millones de mujeres. El Coneval subraya que a pesar de haberse reducido el porcentaje en el periodo 2018-2020, más de la mitad de las mujeres no contaban con algún medio que les permitiera garantizar su subsistencia ante eventualidades como la vejez, el embarazo o la enfermedad; vivirán condenadas en círculos de pobreza.

Las condiciones de marginación y exclusión sociales no se reducen sólo a las mujeres adultas; niñas y jóvenes resultan las más afectadas porque no cuentan con condiciones óptimas para su formación y desarrollo personal, quienes abandonan los estudios para contribuir en las labores del hogar o hacerse cargo de los hermanos cuando la familia migra a trabajar a campos agrícolas. En 2020, 19.5 millones de niñas, niños y adolescentes se encontraban en situación de pobreza.

Sin duda, la pandemia empeoró las cosas. Debido al cierre de escuelas y a los servicios de salud saturados, en 2020 las mujeres destinaron 48.7 horas semanales al trabajo de cuidados no remunerado. Su participación en el mercado laboral informal es otro elemento que incide en la pobreza: al cierre de 2022 el 56% de las mujeres ocupadas se encontraban en esa situación (13,2 millones).

La feminización de la pobreza es uno de los grandes desafíos a combatir. Se hacen indispensables medidas con perspectiva de género en políticas públicas, presupuestales y de seguridad social.


@ClauCorichi

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