/ miércoles 22 de julio de 2020

Nos vieron la cara con Lozoya

Llegó como príncipe, lo llevaron a un hospital de lujo y nos quedamos con un canto en las narices, a la espera de verlo tras las rejas. Desde su púlpito, AMLO, aparte de ni siquiera saber en dónde se encontraba, cuando al fin se iluminó se deshizo en palabrerías de “humanidad”, para el pillastre que, seguro, ni la cárcel va a pisar.

Una comedia de principio a fin, como si la impresionante danza de los millones que se trajeron todos los coludidos no fuera tan aplastante como el ver a Pemex en condiciones de quiebra.

Pero, el “niñato de oro” la libra, para poder seguir con su historia de prepotencia. Habría que saber de dónde pudo costear un bufete de abogados –el que lo defendió en Madrid, que preside nada menos que el ex juez, Baltasar Garzón- quien debe cobrar las perlas de la Virgen.

Está cantado que las inauditas trapacerías de Odebrecht en México sólo servirán para “achicharrar” a la oposición y darles un viso electorero. En pleno declive, por los tantos dislates de su mandato, una pandemia que se ignoró y la crisis económica, el tabasqueño necesita distractores si quiere “arrasar” –como está empeñado- en el 2021.

A Lozoya se le acusa, entre otras “fruslerías”, de haber recibido 10.5 millones de dólares de Odebrecht y del fraude de la planta de Agronitrogenados, por 280 millones de dólares.

El brasileño Marcelo Odebrecht pasó de ser el propietario de una impresionante compañía constructora, a un sentenciado por corrupción y lavado de dinero. “Creativo” y conocedor de la mentalidad, consiguió grandes obras en varios países de América Latina a cambio de sobornar a funcionarios y políticos (Rápido sacaron el cobre, a cambio de los ríos de oro).

El escándalo reventó en 2015 cuando se le aprehendió, pero, a la par que Lozoya, se convirtió en “testigo colaborador” y soltó la sopa en el Departamento de Justicia de Estados Unidos, delatando a sus socios y a los que recibieron sus favores.

La mayoría de los gobiernos reaccionaron persiguiendo a los culpables y hubo consignaciones, juicios y condenas. Tres presidentes de Brasil –Lula Da Silva estuvo en prisión-, cuatro de Perú (Cuando fueron a detener a Alan García se suicidó), uno de Colombia, uno de Paraguay, uno de Panamá y uno de El Salvador.

En México, de acuerdo a la entonces PGR, había un grueso expediente, que se quedó durmiendo el sueño de los justos y le hizo perder la chamba en la Fepade a Santiago Nieto.

El actual director de la Unidad de Inteligencia Financiera filtró a los medios información valiosa sobre los trastupijes de Odebrecht. El número de involucrados, de todos los partidos, es grande.

Lozoya tendrá que probar sus dichos, de los que, según él, cuenta incluso con grabaciones de legisladores que recibieron dinero, a cambio del voto a favor de la reforma energética. En esta transa –tan común desde los orígenes del Congreso-se dice que hay un buen número de panistas y también el ahora moreno Miguel Barbosa, mandamás de los poblanos, otrora perredista.

El asunto “carioca” embarra de lleno a Enrique Peña Nieto y a su brazo derecho, Videgaray, contra quien el vengativo pirrurris Lozoya suelta metralla.

¿Se quiere, en verdad, acabar con la corrupción y hacer justicia? De entrada parece que sólo se trata de una tabla de salvación para la decaída 4T. Una faramalla que intenta ocultar la problemática que rebasó al gobierno. Al pueblo, circo, porque ya ni para pan hay.



catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

Llegó como príncipe, lo llevaron a un hospital de lujo y nos quedamos con un canto en las narices, a la espera de verlo tras las rejas. Desde su púlpito, AMLO, aparte de ni siquiera saber en dónde se encontraba, cuando al fin se iluminó se deshizo en palabrerías de “humanidad”, para el pillastre que, seguro, ni la cárcel va a pisar.

Una comedia de principio a fin, como si la impresionante danza de los millones que se trajeron todos los coludidos no fuera tan aplastante como el ver a Pemex en condiciones de quiebra.

Pero, el “niñato de oro” la libra, para poder seguir con su historia de prepotencia. Habría que saber de dónde pudo costear un bufete de abogados –el que lo defendió en Madrid, que preside nada menos que el ex juez, Baltasar Garzón- quien debe cobrar las perlas de la Virgen.

Está cantado que las inauditas trapacerías de Odebrecht en México sólo servirán para “achicharrar” a la oposición y darles un viso electorero. En pleno declive, por los tantos dislates de su mandato, una pandemia que se ignoró y la crisis económica, el tabasqueño necesita distractores si quiere “arrasar” –como está empeñado- en el 2021.

A Lozoya se le acusa, entre otras “fruslerías”, de haber recibido 10.5 millones de dólares de Odebrecht y del fraude de la planta de Agronitrogenados, por 280 millones de dólares.

El brasileño Marcelo Odebrecht pasó de ser el propietario de una impresionante compañía constructora, a un sentenciado por corrupción y lavado de dinero. “Creativo” y conocedor de la mentalidad, consiguió grandes obras en varios países de América Latina a cambio de sobornar a funcionarios y políticos (Rápido sacaron el cobre, a cambio de los ríos de oro).

El escándalo reventó en 2015 cuando se le aprehendió, pero, a la par que Lozoya, se convirtió en “testigo colaborador” y soltó la sopa en el Departamento de Justicia de Estados Unidos, delatando a sus socios y a los que recibieron sus favores.

La mayoría de los gobiernos reaccionaron persiguiendo a los culpables y hubo consignaciones, juicios y condenas. Tres presidentes de Brasil –Lula Da Silva estuvo en prisión-, cuatro de Perú (Cuando fueron a detener a Alan García se suicidó), uno de Colombia, uno de Paraguay, uno de Panamá y uno de El Salvador.

En México, de acuerdo a la entonces PGR, había un grueso expediente, que se quedó durmiendo el sueño de los justos y le hizo perder la chamba en la Fepade a Santiago Nieto.

El actual director de la Unidad de Inteligencia Financiera filtró a los medios información valiosa sobre los trastupijes de Odebrecht. El número de involucrados, de todos los partidos, es grande.

Lozoya tendrá que probar sus dichos, de los que, según él, cuenta incluso con grabaciones de legisladores que recibieron dinero, a cambio del voto a favor de la reforma energética. En esta transa –tan común desde los orígenes del Congreso-se dice que hay un buen número de panistas y también el ahora moreno Miguel Barbosa, mandamás de los poblanos, otrora perredista.

El asunto “carioca” embarra de lleno a Enrique Peña Nieto y a su brazo derecho, Videgaray, contra quien el vengativo pirrurris Lozoya suelta metralla.

¿Se quiere, en verdad, acabar con la corrupción y hacer justicia? De entrada parece que sólo se trata de una tabla de salvación para la decaída 4T. Una faramalla que intenta ocultar la problemática que rebasó al gobierno. Al pueblo, circo, porque ya ni para pan hay.



catalinanq@hotmail.com

@catalinanq