/ martes 19 de diciembre de 2023

Nuestra gran familia mexicana

La historia contemporánea de México nos revela que somos un país mosaico; no hay una unidad cultural pues estamos viviendo una confluencia de distintas culturas que no cuentan con una posibilidad de diálogo que les permita a todas desarrollarse en el país que todas han construido.

Como bien lo dice el investigador emérito del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, Alfredo López Austin, en nuestro país, existen muchas y muy diversas formas de pensar y que, además, son arraigadas; son perspectivas de pensamiento muy antiguas, pero también hay muchas otras formas novedosas, pues no debemos olvidar que México se ha formado en gran parte con personas de reciente arraigo.

Nuestra grande y bella nación, durante más de una década ha padecido gestiones malas en el manejo de los recursos, pésima administración de recursos financieros, desafortunadas decisiones respecto a la cancelación de inversiones o nuevos proyectos, fallida política de gobernabilidad y seguridad, los crecientes y criminales resultados de los “abrazos y no balazos”. Todo pues, en detrimento de la calidad de vida de los más de 126 millones de mexicanos; sociedad civil, empresarios, comerciantes y emprendedores, quienes hemos decidido apostar por qué le vaya bien a nuestra querida patria.

Mi mayor deseo para esta Navidad y un mejor 2024 es que los mexicanos reflexionemos sobre el país que queremos para las nuevas generaciones. Sería muy positivo que después de la alternancia partidista que se ha dado en dos ocasiones en el Ejecutivo federal; voto libre que ha contribuido a fortalecer nuestra democracia y a las instituciones electorales, las elecciones del próximo año, nuestra clase política que está por disputar la presidencia de México, el legislativo federales, gubernaturas, 0 ayuntamientos, alcaldías y cargos auxiliares, a lo largo y ancho del país, asuma una visión progresista capaz de contribuir en el fortalecimiento social y económico de nuestra grande y bella nación.

Lamentablemente, y por lo que hemos podido observar hasta el día de hoy, veremos un circo político encaminado a ganar, como sea posible y bajo cualquier tipo de artimañas, el poder por el poder.

Por ello, aprovecho el privilegio de este espacio plural y objetivo, para enviar a todos los mexicanos un saludo, deseando tengan mucha salud y bienestar al lado de la gran familia mexicana que conformamos todos. Los invito a que rompamos con la cultura política retrógrada, impune y de corrupción que tanto ha lastimado a México y, desde luego, ha dejado ver pocos y/o nulos avances.

Es tiempo de fomentar la participación autónoma y propositiva de los mexicanos que, ayude al éxito de la democracia. Entre ellas destacan el conocimiento e interés por la política; la confianza interpersonal, en las instituciones y en la democracia; la tolerancia; y la competencia subjetiva.

Con el voto evitar sigan prevaleciendo rasgos autoritarios como el clientelismo y el corporativismo, los cuales no fortalecen la democracia. Motivemos todos pequeños cambios culturales para que los ciudadanos usemos el voto ya no como un derecho sino como un arma política para el bien común.

La historia contemporánea de México nos revela que somos un país mosaico; no hay una unidad cultural pues estamos viviendo una confluencia de distintas culturas que no cuentan con una posibilidad de diálogo que les permita a todas desarrollarse en el país que todas han construido.

Como bien lo dice el investigador emérito del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, Alfredo López Austin, en nuestro país, existen muchas y muy diversas formas de pensar y que, además, son arraigadas; son perspectivas de pensamiento muy antiguas, pero también hay muchas otras formas novedosas, pues no debemos olvidar que México se ha formado en gran parte con personas de reciente arraigo.

Nuestra grande y bella nación, durante más de una década ha padecido gestiones malas en el manejo de los recursos, pésima administración de recursos financieros, desafortunadas decisiones respecto a la cancelación de inversiones o nuevos proyectos, fallida política de gobernabilidad y seguridad, los crecientes y criminales resultados de los “abrazos y no balazos”. Todo pues, en detrimento de la calidad de vida de los más de 126 millones de mexicanos; sociedad civil, empresarios, comerciantes y emprendedores, quienes hemos decidido apostar por qué le vaya bien a nuestra querida patria.

Mi mayor deseo para esta Navidad y un mejor 2024 es que los mexicanos reflexionemos sobre el país que queremos para las nuevas generaciones. Sería muy positivo que después de la alternancia partidista que se ha dado en dos ocasiones en el Ejecutivo federal; voto libre que ha contribuido a fortalecer nuestra democracia y a las instituciones electorales, las elecciones del próximo año, nuestra clase política que está por disputar la presidencia de México, el legislativo federales, gubernaturas, 0 ayuntamientos, alcaldías y cargos auxiliares, a lo largo y ancho del país, asuma una visión progresista capaz de contribuir en el fortalecimiento social y económico de nuestra grande y bella nación.

Lamentablemente, y por lo que hemos podido observar hasta el día de hoy, veremos un circo político encaminado a ganar, como sea posible y bajo cualquier tipo de artimañas, el poder por el poder.

Por ello, aprovecho el privilegio de este espacio plural y objetivo, para enviar a todos los mexicanos un saludo, deseando tengan mucha salud y bienestar al lado de la gran familia mexicana que conformamos todos. Los invito a que rompamos con la cultura política retrógrada, impune y de corrupción que tanto ha lastimado a México y, desde luego, ha dejado ver pocos y/o nulos avances.

Es tiempo de fomentar la participación autónoma y propositiva de los mexicanos que, ayude al éxito de la democracia. Entre ellas destacan el conocimiento e interés por la política; la confianza interpersonal, en las instituciones y en la democracia; la tolerancia; y la competencia subjetiva.

Con el voto evitar sigan prevaleciendo rasgos autoritarios como el clientelismo y el corporativismo, los cuales no fortalecen la democracia. Motivemos todos pequeños cambios culturales para que los ciudadanos usemos el voto ya no como un derecho sino como un arma política para el bien común.