/ domingo 17 de julio de 2022

Oración y acciones por la paz

MIRAR

La Iglesia en México ha promovido oraciones y diversas iniciativas para ayudar a reconstruir la paz social, asunto que es competencia del gobierno, pero en el que todos estamos implicados. Quizá alguien diga que las oraciones para nada sirven; sin embargo, para quienes creemos en el amor omnipotente y en la justicia de Dios, la oración tiene una fuerza extraordinaria. Nuestra confianza está en el Señor, porque nos enfrentamos a poderes muy fuertes, a grupos con armas muy destructivas, a líderes de organizaciones criminales empecinados en enriquecerse a como dé lugar, sin importarles vidas ni instituciones. Nos sentimos desamparados por quienes deberían poner más esfuerzos para proteger al pueblo; por quienes deberían implementar más estrategias de inteligencia, para superar la gran capacidad que han desarrollado quienes extorsionan y matan a quien no se doblega a sus exigencias económicas. Por mi rumbo, están explotando los bosques sin consideración; no les importa el medio ambiente, ni que se vayan agotando las fuentes de agua, sino llenarse los bolsillos de dinero. El poder del crimen es enorme y algunos líderes políticos no tienen más que sujetarse a sus imposiciones, si quieren figurar en puestos públicos.

Nosotros tenemos la experiencia de la gran fuerza que nos viene de lo alto, para no doblegarnos ante amenazas, temores y desconsuelos. Dios nos dio manos y pies, inteligencia y creatividad para derrotar la enfermedad, los males y los desórdenes, las guerras y violencias, y no podemos esperar que El haga todo. Para eso nos puso en este mundo. No somos títeres o estatuas, que contemplan pasivamente el devenir del mundo, sino gestores de nuestra historia, con la ayuda de Dios.

Por eso, además de oraciones, también se han promovido diversas actividades para ayudar a reconstruir la paz. Se hacen procesiones y marchas, declaraciones y variadas iniciativas. Quienes podemos, hablamos con las autoridades de diversos niveles; pero algunas nos dicen que hay asuntos federales que no les competen, y que desde arriba no les dejan actuar ni les apoyan. Hay algo más que todos podemos hacer: educar a los hijos a no pelear, sino a compartir; educar a los escolares en la no violencia entre sí; promover en los jóvenes el amor al estudio, formación de su conciencia en la fraternidad y solidaridad, no en la competencia y en los pleitos, y que tengan oportunidades de trabajo. Los medios informativos pueden equilibrar más sus noticias, no dando tanto tiempo a las notas rojas, sino también resaltando acciones positivas que hay en la sociedad. Si podemos acercarnos a líderes de esos grupos criminales, exhortémosles a su conversión. Sobre todo, protejamos la familia y que se haga todo lo posible por preservar su unidad e indisolubilidad; que no haya violencia intrafamiliar ni feminicidios. Aquí está la base de una sociedad armonizada y en paz.

DISCERNIR

El episcopado mexicano, en su Proyecto Global de Pastoral 2031+2033, nos dice: “Cuando hablamos de una tarea y compromiso de la Iglesia por la paz, no sólo pensamos en los actos de violencia contra la vida humana y todas las injusticias que la provocan, sino que queremos poner en el centro de nuestra vida a Jesús y su Reino de Vida para que crezca y se establezca, pues la paz es una tarea y un compromiso para todas las personas, que ha de ser acogida en la vida de cada día” (174).

ACTUAR

El episcopado propone diversas acciones en nuestra pastoral. Cada quien pensemos qué podemos hacer por la paz, además de orar.