Lo recuerdo perfectamente, estábamos construyendo la Constituyente Feminista en febrero de 2005, pretendíamos que la Reforma del Estado, propuesta por Porfirio Muñoz Ledo, incluyera nuestra agenda. Él planteaba 250 reformas a la Constitución, convencido que era el momento. Se lo propuso a Vicente Fox, queríamos que en el texto constitucional se incluyeran nuestros derechos humanos. Una Reforma que sin embargo quedó en el camino.
Dialogamos con Muñoz Ledo en un auditorio del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana, a unos días del 8 de marzo, no discutíamos ideología partidaria, como lo resumió perfectamente Gloria Tello, todavía puedo escucharla, en México no podíamos considerar que había un régimen democrático sólo limitado a la democracia electoral, debíamos generar un maremoto democrático, un tsunami en la sociedad.
Dejamos claro que el cambio debía ir más allá de un régimen. Declaramos que ganara quien ganara en cada elección, lo que hacía falta era garantizar la libertad y la autonomía de las mujeres, tanto como la libertad para votar. Y eso es lo que reclamamos el domingo 18 de febrero.
Con el Partido Acción Nacional en la presidencia, la derecha oficial, la fuerza del movimiento feminista y amplio de mujeres, logramos despenalizar el aborto en la Ciudad de México; avanzamos, con la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida sin Violencia y la de igualdad entre hombres y mujeres; institucionalizamos la política de género, e hicimos nacer el Instituto Nacional de las Mujeres. Y eso no es poca cosa, rompimos el silencio sin confrontación.
Perdimos 30 años de lucha constante en sólo 5 años del nuevo oficialismo
Tenemos cerradas las puertas, sin conversación y a pesar de que este oficialismo desbarrancó el tímido avance, logramos llevar a la Constitución la Ley 3 de 3 y estamos peleando por el salario igual por el trabajo de igual valor. No cesamos, sabemos que no habrá igualdad “sustantiva”, como se banaliza, si no sucede ese tsunami en la sociedad.
Juntas y plurales dimos el enorme paso a la paridad electoral en 2014, presionando al antiguo partido de Estado, el PRI. Está demostrado, lo atestigüé, a pesar de Acción Nacional, conseguimos la anticoncepción de emergencia, la rendición de cuentas a través del INAI; hemos llenado las plazas con pañuelos verdes y morados. Nuestra lucha no es de ideología partidaria, sino de agenda y convicción, de acciones concertadas.
Privilegiamos el diálogo antes que la confrontación. No hemos cesado. Por ello la marcha del domingo 18 de febrero contó con miles de miles de mujeres, como cuando marchamos en 1978, a 10 años de Tlatelolco, y nos incluimos en cada tramo del proceso de la transición a la democracia, de contrapesos e instituciones autónomas, nada esperamos de las fuerzas políticas. Somos nosotras, organizadas pluralmente, quienes empujamos los cambios.
La agenda actual, preparada por más de 200 grupos de todo el país, mediante Todas México, ya está en manos de la candidata de la coalición PAN, PRI, PRD, Xóchitl Gálvez Ruíz, en unas horas estará en manos de Jorge Álvarez Máynez de Movimiento Ciudadano (MC) mientras que La candidata oficialista, Claudia Sheinbaum Pardo no quiere dialogar, no nos recibe.
Dialogar no es apoyar a una, a otra o a él, por nuestras demandas como me dijo un día Amalia García Medina, somos capaces de hablar con el diablo. Y de cara a la crisis humanitaria que significa la violencia feminicida, queremos ser escuchadas porque lo que necesitamos es una reforma política ciudadana sin autoritarismo o decisiones unipersonales. De eso se trata la movilización ciudadana. Veremos.
*Periodista. Directora del portal informativo http://www.semMexico.mx