/ viernes 9 de abril de 2021

QAnon, una peor política

La política siempre ha tenido un mal nombre y una de las mayores urgencias nacionales ha sido la renovación de la clase política, refrescada por el gobierno del presidente López Obrador. Sin embargo, el ejemplo de Estados Unidos nos muestra tendencias preocupantes sobre lo que puede ser el futuro de la política. Tal es el caso de QAnon, un conjunto de mensajes que ha sido la base para una organización, sin un líder visible, ni estructura, pero con un gran impacto en la política norteamericana, al grado que se le vincula a figuras como Donald Trump o Roger Stone y se le adjudica un papel importante en la toma del Capitolio.

QAnon nació como un usuario posteando mensajes en foros y sitios web en 2017, desde entonces ha sumado adeptos e incentivado a miles de seguidores a replicar sus ideas. Es aterrador la idea de que este ente, sin fundamentos verídicos que difunde teorías de conspiración y noticias falsas, tenga una gran capacidad de convocatoria y pueda llevar a manifestantes a irrumpir incluso en el Congreso de los Estados Unidos.

Algunas de sus ideas son la existencia de grupos de poder que pertenecen a sectas de pedófilos y satánicos que comen niños recién nacidos debajo de un sótano en un pizzería; la noción de que la Tierra es plana; que John F. Kennedy sigue vivo porque su tumba en Arlington tiene forma de Q; que existe un Deep State o “Estado Profundo” que gobierna secretamente el mundo; entre otros disparates, pero que tienen una influencia importante en los Estados Unidos.

Esta nueva forma de hacer política, potenciada por el anonimato y la ignorancia, el vacío y las redes sociales, puede ser muy peligrosa. La devastación de instituciones basadas en teorías conspirativas supone un debate de la nada frente a la legalidad; el mejor ejemplo es la toma del Capitolio en Washington D.C. incitados por QAnon a principios de 2021. En los últimos años nunca había sucedió un hecho de tal magnitud en la sede del legislativo estadounidense, por lo que no debe tomarse a la ligera.

QAnon es un fenómeno que no puede ignorarse, ni en Estados Unidos, ni en México. Los intentos para desprestigiarlo han sido inútiles porque se basan en la estupidización y la ridiculización de sus seguidores, cuando en el fondo son voces que no encuentran expresión en canales tradicionales y se han empoderado en canales alternativos como las redes sociales y los foros.

La política requiere una cirugía mayor, ya que es el único medio para resolver conflictos y encontrar la prosperidad de manera conjunta y compartida. El gran reto es vencer a la exclusión sin tener que romper todo el sistema y encontrar mecanismos e instrumentos que eviten la proliferación de fenómenos como el QAnon y otros parecidos.


@LuisH_Fernandez

La política siempre ha tenido un mal nombre y una de las mayores urgencias nacionales ha sido la renovación de la clase política, refrescada por el gobierno del presidente López Obrador. Sin embargo, el ejemplo de Estados Unidos nos muestra tendencias preocupantes sobre lo que puede ser el futuro de la política. Tal es el caso de QAnon, un conjunto de mensajes que ha sido la base para una organización, sin un líder visible, ni estructura, pero con un gran impacto en la política norteamericana, al grado que se le vincula a figuras como Donald Trump o Roger Stone y se le adjudica un papel importante en la toma del Capitolio.

QAnon nació como un usuario posteando mensajes en foros y sitios web en 2017, desde entonces ha sumado adeptos e incentivado a miles de seguidores a replicar sus ideas. Es aterrador la idea de que este ente, sin fundamentos verídicos que difunde teorías de conspiración y noticias falsas, tenga una gran capacidad de convocatoria y pueda llevar a manifestantes a irrumpir incluso en el Congreso de los Estados Unidos.

Algunas de sus ideas son la existencia de grupos de poder que pertenecen a sectas de pedófilos y satánicos que comen niños recién nacidos debajo de un sótano en un pizzería; la noción de que la Tierra es plana; que John F. Kennedy sigue vivo porque su tumba en Arlington tiene forma de Q; que existe un Deep State o “Estado Profundo” que gobierna secretamente el mundo; entre otros disparates, pero que tienen una influencia importante en los Estados Unidos.

Esta nueva forma de hacer política, potenciada por el anonimato y la ignorancia, el vacío y las redes sociales, puede ser muy peligrosa. La devastación de instituciones basadas en teorías conspirativas supone un debate de la nada frente a la legalidad; el mejor ejemplo es la toma del Capitolio en Washington D.C. incitados por QAnon a principios de 2021. En los últimos años nunca había sucedió un hecho de tal magnitud en la sede del legislativo estadounidense, por lo que no debe tomarse a la ligera.

QAnon es un fenómeno que no puede ignorarse, ni en Estados Unidos, ni en México. Los intentos para desprestigiarlo han sido inútiles porque se basan en la estupidización y la ridiculización de sus seguidores, cuando en el fondo son voces que no encuentran expresión en canales tradicionales y se han empoderado en canales alternativos como las redes sociales y los foros.

La política requiere una cirugía mayor, ya que es el único medio para resolver conflictos y encontrar la prosperidad de manera conjunta y compartida. El gran reto es vencer a la exclusión sin tener que romper todo el sistema y encontrar mecanismos e instrumentos que eviten la proliferación de fenómenos como el QAnon y otros parecidos.


@LuisH_Fernandez