/ lunes 31 de diciembre de 2018

“Roma” y la ética del cuidado

Así como en las finales del futbol todos nos volvemos expertos en el juego, con películas como “Roma” de Alfonso Cuarón todos tenemos una opinión.

La película me gustó. No diré que es extraordinaria, pero sí muy buena. Cuarón tiene la capacidad de armar historias allí donde aparentemente no las hay y, por eso mismo, sorprender. Y la sorpresa nunca es aburrida (vamos, la película tiene ritmo, no es lentísima como las cintas de Reygadas). Tampoco me referiré a aspectos técnicos, soy opinante pero tengo límites. Ni repetiré lugares comunes como que la película refleja “lo que somos”, “nuestras raíces”; que rechaza el clasismo, el racismo, el patriarcado; que idealiza la relación de servidumbre casera; que busca enaltecer a las indígenas, etcétera.

Creo que “Roma” es una historia más simple. Hace visible la vida de una trabajadora doméstica cuyo comportamiento encaja bien en los parámetros de la “ética del cuidado”, categoría de análisis de la Investigación para la Paz que estudia las actitudes de las mujeres que contribuyen a cuidar a las personas. Dicho de otra manera, las mujeres dan más importancia a los vínculos afectivos y la atención de necesidades, mientras que los hombres dan más importancia al cumplimiento de normas y castigos. En este sentido, la ética del cuidado es un aspecto en que las mujeres, y no los hombres, tienen mucho que aportar.

Eso es lo que se vio en toda la película: mujeres cuidando de los demás. Dos trabajadoras domésticas, sobre todo la protagonista, Cleo, más allá de su trabajo subordinado, cuida de todos: de los patrones, de la abuela, del perro y de los hijos. Pero hay más mujeres: la patrona, que si bien a ratos es frívola, no descuida a sus hijos, tiene empatía y se solidariza con Cleo. La abuela, que cuida de Cleo en su peor crisis. Y los médicos del IMSS, encabezados por una doctora, que atienden la urgencia de Cleo y de golpe borran la mala fama que tiene la atención brindada por ese Instituto. Todo ello se resume en el abrazo final en la playa. Más allá de las diferencias sociales existentes entre los personajes, “Roma” es buen ejemplo del cuidado que prodigan las mujeres a los demás para resolver conflictos y construir la paz en su entorno.

Finalmente: No me gustó el título, con todo y que es un tema personalísimo del director que de niño vivió en la colonia Roma de la CdMx.

La cinta pudo llamarse “Condesa”, “Tepito” o “Morelos primera sección” pero la esencia es otra. No es una historia del matriarcado, del “Halconazo” de 1971, del PRI de la época, de los dinosaurios Echeverría y Hank, ni del viejo Nezahualcóyotl, esos son temas secundarios. Y una palabra sobre el “Borras”: es un excelente actor canino, ojalá lo veamos más seguido en las salas del cine.

Colaborador de El Sol de Toluca

@RodrigoSanArce

Así como en las finales del futbol todos nos volvemos expertos en el juego, con películas como “Roma” de Alfonso Cuarón todos tenemos una opinión.

La película me gustó. No diré que es extraordinaria, pero sí muy buena. Cuarón tiene la capacidad de armar historias allí donde aparentemente no las hay y, por eso mismo, sorprender. Y la sorpresa nunca es aburrida (vamos, la película tiene ritmo, no es lentísima como las cintas de Reygadas). Tampoco me referiré a aspectos técnicos, soy opinante pero tengo límites. Ni repetiré lugares comunes como que la película refleja “lo que somos”, “nuestras raíces”; que rechaza el clasismo, el racismo, el patriarcado; que idealiza la relación de servidumbre casera; que busca enaltecer a las indígenas, etcétera.

Creo que “Roma” es una historia más simple. Hace visible la vida de una trabajadora doméstica cuyo comportamiento encaja bien en los parámetros de la “ética del cuidado”, categoría de análisis de la Investigación para la Paz que estudia las actitudes de las mujeres que contribuyen a cuidar a las personas. Dicho de otra manera, las mujeres dan más importancia a los vínculos afectivos y la atención de necesidades, mientras que los hombres dan más importancia al cumplimiento de normas y castigos. En este sentido, la ética del cuidado es un aspecto en que las mujeres, y no los hombres, tienen mucho que aportar.

Eso es lo que se vio en toda la película: mujeres cuidando de los demás. Dos trabajadoras domésticas, sobre todo la protagonista, Cleo, más allá de su trabajo subordinado, cuida de todos: de los patrones, de la abuela, del perro y de los hijos. Pero hay más mujeres: la patrona, que si bien a ratos es frívola, no descuida a sus hijos, tiene empatía y se solidariza con Cleo. La abuela, que cuida de Cleo en su peor crisis. Y los médicos del IMSS, encabezados por una doctora, que atienden la urgencia de Cleo y de golpe borran la mala fama que tiene la atención brindada por ese Instituto. Todo ello se resume en el abrazo final en la playa. Más allá de las diferencias sociales existentes entre los personajes, “Roma” es buen ejemplo del cuidado que prodigan las mujeres a los demás para resolver conflictos y construir la paz en su entorno.

Finalmente: No me gustó el título, con todo y que es un tema personalísimo del director que de niño vivió en la colonia Roma de la CdMx.

La cinta pudo llamarse “Condesa”, “Tepito” o “Morelos primera sección” pero la esencia es otra. No es una historia del matriarcado, del “Halconazo” de 1971, del PRI de la época, de los dinosaurios Echeverría y Hank, ni del viejo Nezahualcóyotl, esos son temas secundarios. Y una palabra sobre el “Borras”: es un excelente actor canino, ojalá lo veamos más seguido en las salas del cine.

Colaborador de El Sol de Toluca

@RodrigoSanArce

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