La falta de pruebas, el destiempo inmenso en dar la cara, las interrogantes sin respuesta, el intento de disminuir el caso con frivolidad, la semana pasada se vivieron los peores cinco minutos en el gobierno de Miguel Mancera.
Con una ausencia supina, extrema en el manejo de la comunicación. Que, incluso, lo coloca fuera de la Ley al filtrar el parte médico del joven desaparecido. Ya no se diga la complicidad con los policías secuestradores.
Los hechos, incontrovertibles, son que unos policías detuvieron, golpearon en el suelo y subieron a su patrulla la tarde del martes 23 de enero a un joven, menor de edad. Y que su amigo tomó una fotografía.
Para llegar al final, que quisieron hacer de película con el montaje de una doble conferencia de prensa, de su “aparición”, cinco días después, golpeado y fuera de todo control, con secuelas de lo que le sucedió. E ignoramos.
A todo esto, un mantra que Hiram Almeida repite como merolico: “No fue desaparición forzada”, y el torpe intento de manipulación de la presentación de policías disfrazados de buenos, jurando que solamente lo tuvieron en su patrulla por cinco minutos.
¿Y las leyes? ¿Qué no Miguel Mancera fue procurador, que no es un hombre de leyes?
Así fuesen cinco minutos fue un secuestro. Y como no pidieron un rescate se convierte, automático, en desaparición forzada. Y no han demostrado, no pueden hacerlo, dónde y porque lo dejaron en libertad. ¿Lo tuvieron en cautiverio, golpeándolo por cinco días?
En los vídeos, que el mismo Mancera presentó, donde apareció, milagrosamente, por el Estado de México, se le ve con otra ropa distinta a la que llevaba cuando fue “secuestrado” por los policías. Y después, en la madrugada del domingo, lleva otra ropa.
¿Por qué? ¿Quién se la proporcionó? ¿Y las cámaras de vigilancia, por qué no hay imágenes del muchacho en la Ciudad de México después del martes? ¿Qué le hicieron realmente? Agréguese que es menor de edad.
A continuación, como si no fuese suficiente con todos estos desaciertos, teniendo como “jefa de prensa” a una exreina, o aspirante a, porque fracasó en su intento de convertirse en la Flor Más Bella de Tabasco, Zarife Maza, se les “ocurre” dar a conocer el expediente médico original del menor Marco Antonio, con nombres de los médicos que lo atienden. Lo que tipifica un delito.
¿De esta manera, diciendo que está golpeado y que tiene problemas, los que sean, desaparece el hecho de que fue “secuestrado”, de que sufrió una “desaparición forzada”? Porque, así fuese por una hora, hay un delito grave. Una demostración de fuerza por encima de los derechos humanos, de las leyes, por parte de policías que, además, es consentida por sus jefes. ¿Cuál es el mensaje que quiere mandar con esto Miguel Mancera?
Por lo pronto, han sido sus peores cinco minutos, de total desacierto, de inmenso fracaso para un hombre que suponíamos con mayores talentos y valentía. Esconderse, fabricar falsos culpables, defender secuestradores conforman un epitafio político triste.
Solo hay algo peor, y se llama Hiram Almeida…
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