/ jueves 21 de diciembre de 2017

Sin gafete / La fiesta de arroyo… o cómo encontrar urbanidad política

Cada año, en millones de hogares, se enciende la esperanza junto a las luces navideñas. La fe de que es posible, de que existe esa entelequia llamada “familia”, de que las diferencias son menores que lo común, que el recuerdo de los padres o los abuelos permitirá reunirse a quienes han dejado de ser fraternales.

Este “encuentro”, se realice frente a una mesa llena de comida o en el patio de una vecindad, en la modesta palapa de alguna población olvidada, es preparado, buscado, ambicionado por todos, cada año.

A veces se logra. Otra te conformas con haberlo intentado, con dejar la puerta de la casa abierta.

Cuando la gente, entre estos se cuenta la “familia” está enojada, es mucho más difícil.

Y si aceptamos que vivimos en un país legítimamente lo que le sigue, con mucho, a enojado vemos una relación crispada. Tenemos una gran lista de señalamientos en contra del otro, tanto así que a veces olvidamos quiénes son “el otro”. Ha comenzado la jornada electoral y con esta, de forma magnificada, las ofensas que caen sobre agravios, sin medida alguna.

Por eso hay que ponderar, de cara a la Nochebuena, a estas festividades decembrinas, la fiesta de cumpleaños de Manuel Arroyo. La capacidad de este chavo, porque tener 40 años no te quita lo joven, empresario, periodista, comunicador, de juntar a quienes se mientan la madre cotidianamente. A veces, también en voz alta.

Una comida de cumpleaños donde hubo lo pertinente, pero sobre todo un desfile de hombres de poder y políticos irrepetible. Y que seguramente no veremos en mucho tiempo. Espectáculo excepcional ver a la señora Alejandra Barrales enfundada en ajustado vestido negro, con bolsa y chal de Louis Vuitton, cuyo precio superan los cien mil pesos, pasar junto a Miguel Mancera enchamarrado y abrazado, apapachado por todos.

O encontrarse con Miguel Osorio Chong sin prisas, pausado, dispuesto a hablar con todos, a recibir esa especie de condolencias a las que son tan afines los hombres de poder.

¿Qué decir de Carlos Salinas de Gortari? Milagro del sistema político mexicano, si los hay. Un expresidente grato, sencillo, abierto, por quien parece no haber pasado tanta traición y lo demás. Que se lleva la tarde porque se convierte, en automático en protagonista principal. Igual que René Juárez, tan querido de siempre por tantos. O la reaparición, impactante, de mi entrañable Genaro García Luna. El joven Risco que cada noche hace la televisión un ejercicio lúdico y divertido. Todos despojados de cualquier armadura de poder.

¿Cómo se puede juntar a tantos protagonistas permanentes del sistema político mexicano? Incluyendo a quienes operan para desarmarlo.

No lo sé. Me asombra esa capacidad de Manuel Arroyo que a ratos parece, incluso, tímido. Supongo que ayuda que no les pida nada. Como solían ser las relaciones entre el poder político y el poder de los medios de comunicación.

Ahí estaban Diego Fernández de Cevallos, que ha defendido públicamente a Ricardo Anaya, y Margarita Zavala, el gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo, el exgobernador de Sinaloa, Malova, igual que Carlos Salomón, el senador panista “rebelde” Ernesto Cordero, Carlos Romero Deschamps… El PRI en la persona de la señora Ruiz Massieu, Ricardo Anaya tantos amigos, periodistas, desempleados, poderosos… Tantos que nunca serán nuestros amigos, todos juntos.

Una mesa principal de más de 40 protagonistas de la historia de nuestro país, importantes entre los importantes.

Reunir, esa ambición decembrina que todos tenemos, estuvo más que cumplida. Y ninguno insultó al otro.

 

Cada año, en millones de hogares, se enciende la esperanza junto a las luces navideñas. La fe de que es posible, de que existe esa entelequia llamada “familia”, de que las diferencias son menores que lo común, que el recuerdo de los padres o los abuelos permitirá reunirse a quienes han dejado de ser fraternales.

Este “encuentro”, se realice frente a una mesa llena de comida o en el patio de una vecindad, en la modesta palapa de alguna población olvidada, es preparado, buscado, ambicionado por todos, cada año.

A veces se logra. Otra te conformas con haberlo intentado, con dejar la puerta de la casa abierta.

Cuando la gente, entre estos se cuenta la “familia” está enojada, es mucho más difícil.

Y si aceptamos que vivimos en un país legítimamente lo que le sigue, con mucho, a enojado vemos una relación crispada. Tenemos una gran lista de señalamientos en contra del otro, tanto así que a veces olvidamos quiénes son “el otro”. Ha comenzado la jornada electoral y con esta, de forma magnificada, las ofensas que caen sobre agravios, sin medida alguna.

Por eso hay que ponderar, de cara a la Nochebuena, a estas festividades decembrinas, la fiesta de cumpleaños de Manuel Arroyo. La capacidad de este chavo, porque tener 40 años no te quita lo joven, empresario, periodista, comunicador, de juntar a quienes se mientan la madre cotidianamente. A veces, también en voz alta.

Una comida de cumpleaños donde hubo lo pertinente, pero sobre todo un desfile de hombres de poder y políticos irrepetible. Y que seguramente no veremos en mucho tiempo. Espectáculo excepcional ver a la señora Alejandra Barrales enfundada en ajustado vestido negro, con bolsa y chal de Louis Vuitton, cuyo precio superan los cien mil pesos, pasar junto a Miguel Mancera enchamarrado y abrazado, apapachado por todos.

O encontrarse con Miguel Osorio Chong sin prisas, pausado, dispuesto a hablar con todos, a recibir esa especie de condolencias a las que son tan afines los hombres de poder.

¿Qué decir de Carlos Salinas de Gortari? Milagro del sistema político mexicano, si los hay. Un expresidente grato, sencillo, abierto, por quien parece no haber pasado tanta traición y lo demás. Que se lleva la tarde porque se convierte, en automático en protagonista principal. Igual que René Juárez, tan querido de siempre por tantos. O la reaparición, impactante, de mi entrañable Genaro García Luna. El joven Risco que cada noche hace la televisión un ejercicio lúdico y divertido. Todos despojados de cualquier armadura de poder.

¿Cómo se puede juntar a tantos protagonistas permanentes del sistema político mexicano? Incluyendo a quienes operan para desarmarlo.

No lo sé. Me asombra esa capacidad de Manuel Arroyo que a ratos parece, incluso, tímido. Supongo que ayuda que no les pida nada. Como solían ser las relaciones entre el poder político y el poder de los medios de comunicación.

Ahí estaban Diego Fernández de Cevallos, que ha defendido públicamente a Ricardo Anaya, y Margarita Zavala, el gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo, el exgobernador de Sinaloa, Malova, igual que Carlos Salomón, el senador panista “rebelde” Ernesto Cordero, Carlos Romero Deschamps… El PRI en la persona de la señora Ruiz Massieu, Ricardo Anaya tantos amigos, periodistas, desempleados, poderosos… Tantos que nunca serán nuestros amigos, todos juntos.

Una mesa principal de más de 40 protagonistas de la historia de nuestro país, importantes entre los importantes.

Reunir, esa ambición decembrina que todos tenemos, estuvo más que cumplida. Y ninguno insultó al otro.