/ viernes 24 de agosto de 2018

Sin Gafete | La tranquilidad de Peña Nieto

Se le ve tan tranquilo que da miedo.

O, como dicen los chavos, “cosa”.

Porque lo que pone en evidencia esta tranquilidad presidencial es, definitivo, un gran desfase de la realidad.

En entrevistas a modo, que supongo relacionadas con el último Informe de Gobierno, el primer mandatario se aferra a una visión tan cómodo de sí mismo y su gobierno que impacta las percepciones que gran parte de la sociedad comparte.

Y que fueron expresadas en las urnas, que llevaron al PRI a la peor derrota de su historia, a casi desaparecer como partido político.

¿Tiene sentido escuchar, analizar lo que dice el todavía mandatario? Supongo que sí, que mucho para quienes intentan entender la realidad del país, pese a que su figura se haya desdibujado en estos tiempos plenos de conjeturas sobre el gobierno de López Obrador que comenzará hasta diciembre de este año.

Las explicaciones no fueron suficientes, asevera cuando lo cuestionan sobre “La Casa Blanca” y lamenta haber dejado todo el peso de la información a su esposa. ¿Es suficiente? No. Porque no se mete a fondo, una vez más, a explicar el trasfondo de su relación peligrosa con ciertos empresarios, entre ellos el dueño de esta residencia. Porque no toca el sentimiento real de rechazo a sus dimensiones, a sus exageraciones que contrastan con los millones de mexicanos que no pueden comer tres veces al día.

Sigue, pues, como un pendiente. Y permanece como ejemplo del conflicto de intereses porque su aseveración de que esto no se dio por la cancelación el proyecto del Tren a Querétaro, simplemente apuntala la imaginación popular.

Conmueve la ingenuidad, grande, de Enrique Peña Nieto cuando se muestra seguro, es una constante en las entrevistas, de que la historia será generosa con su paso por el gobierno. Y, todavía más, las explicaciones que da sobre la pérdida de popularidad, hablamos de un veinte por ciento de aceptación, o el fracaso de José Antonio Meade como candidato presidencial.

Porque, esto es lo más importante, está convencido de lo que dice. No es un discurso más sino una convicción interna. Y uno se pregunta de qué tamaño será su confrontación con la realidad.

Otro tanto sucede cuando se refiere a la buena acogida que tuvo siempre, seis años casi, en actos públicos… donde nunca hubo ni una palabra en su contra…

Lo que demuestra su gran desfase de la realidad, su desubicación respecto al rechazo popular porque no ha terminado de entender que los actos públicos de su gobierno siempre estuvieron bajo control. Del Estado Mayor Presidencial, de los gobernadores, de los titulares de las dependencias oficiales, de los interesados en el evento. Y por tanto no corresponden a lo piensan grandes sectores sociales.

Bastaría haberse parado un día en una gasolinera.

Ingenuidad inmensa que le hace pensar que podrá seguir viviendo en nuestro país en perfecta armonía… Al tiempo, al muy poco tiempo…


@isabelarvide / EstadoMayor.mx / CambioQRR.com

Se le ve tan tranquilo que da miedo.

O, como dicen los chavos, “cosa”.

Porque lo que pone en evidencia esta tranquilidad presidencial es, definitivo, un gran desfase de la realidad.

En entrevistas a modo, que supongo relacionadas con el último Informe de Gobierno, el primer mandatario se aferra a una visión tan cómodo de sí mismo y su gobierno que impacta las percepciones que gran parte de la sociedad comparte.

Y que fueron expresadas en las urnas, que llevaron al PRI a la peor derrota de su historia, a casi desaparecer como partido político.

¿Tiene sentido escuchar, analizar lo que dice el todavía mandatario? Supongo que sí, que mucho para quienes intentan entender la realidad del país, pese a que su figura se haya desdibujado en estos tiempos plenos de conjeturas sobre el gobierno de López Obrador que comenzará hasta diciembre de este año.

Las explicaciones no fueron suficientes, asevera cuando lo cuestionan sobre “La Casa Blanca” y lamenta haber dejado todo el peso de la información a su esposa. ¿Es suficiente? No. Porque no se mete a fondo, una vez más, a explicar el trasfondo de su relación peligrosa con ciertos empresarios, entre ellos el dueño de esta residencia. Porque no toca el sentimiento real de rechazo a sus dimensiones, a sus exageraciones que contrastan con los millones de mexicanos que no pueden comer tres veces al día.

Sigue, pues, como un pendiente. Y permanece como ejemplo del conflicto de intereses porque su aseveración de que esto no se dio por la cancelación el proyecto del Tren a Querétaro, simplemente apuntala la imaginación popular.

Conmueve la ingenuidad, grande, de Enrique Peña Nieto cuando se muestra seguro, es una constante en las entrevistas, de que la historia será generosa con su paso por el gobierno. Y, todavía más, las explicaciones que da sobre la pérdida de popularidad, hablamos de un veinte por ciento de aceptación, o el fracaso de José Antonio Meade como candidato presidencial.

Porque, esto es lo más importante, está convencido de lo que dice. No es un discurso más sino una convicción interna. Y uno se pregunta de qué tamaño será su confrontación con la realidad.

Otro tanto sucede cuando se refiere a la buena acogida que tuvo siempre, seis años casi, en actos públicos… donde nunca hubo ni una palabra en su contra…

Lo que demuestra su gran desfase de la realidad, su desubicación respecto al rechazo popular porque no ha terminado de entender que los actos públicos de su gobierno siempre estuvieron bajo control. Del Estado Mayor Presidencial, de los gobernadores, de los titulares de las dependencias oficiales, de los interesados en el evento. Y por tanto no corresponden a lo piensan grandes sectores sociales.

Bastaría haberse parado un día en una gasolinera.

Ingenuidad inmensa que le hace pensar que podrá seguir viviendo en nuestro país en perfecta armonía… Al tiempo, al muy poco tiempo…


@isabelarvide / EstadoMayor.mx / CambioQRR.com