/ miércoles 5 de diciembre de 2018

Sobre la Constitución Moral

Uno delos proyectos más atrevidos y absurdos presentados por el nuevo Gobierno, es la publicación de una convocatoria para la redacción de una “Constitución Moral” que “regenere y fortalezca los valores morales, culturales y espirituales de México”.

Lo justifican en la Cartilla Moral de Alfonso Reyes, que es un documento didáctico sobre moral que está dividido en 14 lecciones sobre principios de convivencia ética a partir del respeto a las personas, la familia, la sociedad, la Patria, la naturaleza y la humanidad. Para Acción Nacional la formación moral de los estudiantes ha sido una lucha constante. En el mismo espíritu de Alfonso Reyes hemos promovido la formación moral y se puede comprobar en los discursos de Carlos Castillo Peraza y de Alonso Lujambio, en iniciativas, plataformas y hasta políticas públicas, pero la formación moral es un concepto muy distante al de una “Constitución Moral”.

Para hacer una Constitución se debe conformar primero un Congreso Constituyente; toda Constitución tiene una base moral, pero no sería Constitución sino fuese obligatorio su cumplimiento, por lo tanto, es un mandato jurídico, no un mandato moral. Dentro de los países democráticos los principales propósitos de la Constitución son reconocer los derechos de los ciudadanos, fijar el funcionamiento del Estado y establecer la división y atribuciones de los Poderes.

Cuando se usa la palabra moral dentro de la política, se aprecian dos connotaciones posibles: el concepto de una ética religiosa y conservadora o el concepto moral del Marxismo/Leninismo que dicta que sólo es moral lo que favorece a la destrucción del viejo mundo y consolida el régimen socialista. Tanto hacia la derecha como hacia la izquierda, los gobiernos que hablan de moral y los Estados que incluyen la moralidad dentro de las normas legales tienden tarde o temprano al autoritarismo porque dictan una forma de comportamiento y de juicio sobre lo correcto y lo incorrecto, una forma de comportamiento que va mucho más allá de lo legal y lo ilegal.

La búsqueda del bien común si es un imperativo para todo gobierno y el empeño debe ser la creación de las condiciones necesarias para que la sociedad avance en pos de ese bien general de la sociedad que permita la realización plena de sus ciudadanos. Esa es la inspiración válida para un gobernante. Ahora bien, si lo que busca el nuevo Gobierno es hacer un código de ética para servidores públicos es totalmente válido; los funcionarios de Acción Nacional suscribimos uno recién entrado el Gobierno de Vicente Fox, pero un código de ética de libre afiliación no es una Constitución, ni es moral.

Cuando un Estado no le da el significado correcto a las palabras y rebaja su significado, va mermando poco a poco el poder y el significado mismo del Estado. Del mismo modo que las consultas que ha organizado Morena no son un ejemplo de democracia ni de Consulta Popular porque esas dos expresiones tienen significados muy distintos a lo que hicieron, la “Constitución Moral” no es una Constitución ni se puede comparar su objetivo con el objetivo de una Constitución.

Uno delos proyectos más atrevidos y absurdos presentados por el nuevo Gobierno, es la publicación de una convocatoria para la redacción de una “Constitución Moral” que “regenere y fortalezca los valores morales, culturales y espirituales de México”.

Lo justifican en la Cartilla Moral de Alfonso Reyes, que es un documento didáctico sobre moral que está dividido en 14 lecciones sobre principios de convivencia ética a partir del respeto a las personas, la familia, la sociedad, la Patria, la naturaleza y la humanidad. Para Acción Nacional la formación moral de los estudiantes ha sido una lucha constante. En el mismo espíritu de Alfonso Reyes hemos promovido la formación moral y se puede comprobar en los discursos de Carlos Castillo Peraza y de Alonso Lujambio, en iniciativas, plataformas y hasta políticas públicas, pero la formación moral es un concepto muy distante al de una “Constitución Moral”.

Para hacer una Constitución se debe conformar primero un Congreso Constituyente; toda Constitución tiene una base moral, pero no sería Constitución sino fuese obligatorio su cumplimiento, por lo tanto, es un mandato jurídico, no un mandato moral. Dentro de los países democráticos los principales propósitos de la Constitución son reconocer los derechos de los ciudadanos, fijar el funcionamiento del Estado y establecer la división y atribuciones de los Poderes.

Cuando se usa la palabra moral dentro de la política, se aprecian dos connotaciones posibles: el concepto de una ética religiosa y conservadora o el concepto moral del Marxismo/Leninismo que dicta que sólo es moral lo que favorece a la destrucción del viejo mundo y consolida el régimen socialista. Tanto hacia la derecha como hacia la izquierda, los gobiernos que hablan de moral y los Estados que incluyen la moralidad dentro de las normas legales tienden tarde o temprano al autoritarismo porque dictan una forma de comportamiento y de juicio sobre lo correcto y lo incorrecto, una forma de comportamiento que va mucho más allá de lo legal y lo ilegal.

La búsqueda del bien común si es un imperativo para todo gobierno y el empeño debe ser la creación de las condiciones necesarias para que la sociedad avance en pos de ese bien general de la sociedad que permita la realización plena de sus ciudadanos. Esa es la inspiración válida para un gobernante. Ahora bien, si lo que busca el nuevo Gobierno es hacer un código de ética para servidores públicos es totalmente válido; los funcionarios de Acción Nacional suscribimos uno recién entrado el Gobierno de Vicente Fox, pero un código de ética de libre afiliación no es una Constitución, ni es moral.

Cuando un Estado no le da el significado correcto a las palabras y rebaja su significado, va mermando poco a poco el poder y el significado mismo del Estado. Del mismo modo que las consultas que ha organizado Morena no son un ejemplo de democracia ni de Consulta Popular porque esas dos expresiones tienen significados muy distintos a lo que hicieron, la “Constitución Moral” no es una Constitución ni se puede comparar su objetivo con el objetivo de una Constitución.

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