/ miércoles 6 de mayo de 2020

Sobresaturación

Era una adolescente cuando triunfó la Revolución Cubana. Confieso que fui ferviente admiradora de Fidel Castro, hasta que se convirtió en dictador, pero nunca pude entender que le largara eternos discursos –hasta de más de 6 horas-, a la población.

Quién me iba a decir que, en un México que parecía entrar a la democracia, en el que, la pluralidad ideológica le había cerrado la puerta al autoritarismo y aunque incipiente, las distintas corrientes tenían cabida, llegara un émulo de lo peor de los viejos tiempos de la historia.

Una especie de emperador que tomó por asalto Palacio Nacional y ejerce un Poder cuasi omnímodo, que intenta volver absoluto.

La figura, en el plano nacional, sólo es comparable al centenario, Luis Echeverría, a quien también le encantaba tomar la palabra pero, cuando menos, hablaba de “corridito”. En el fondo, los discursos de uno y otro, son un compendio de demagogia, de frases repetidas, de intentos de lavado de cerebro que, para desgracia autóctona, convencen a la clase más desprotegida y a un sector de trasnochados, ajenos a los movimientos de la actualidad.

Uno de los principios fundamentales de la publicidad es el de no sobresaturar. Excederse en el número de comerciales para un producto, puede provocar el efecto contrario. La distinción entre publicidad y propaganda radica en que la primera oferta productos y servicios, en tanto la segunda “vende” contenido político

AMLO está hasta en la sopa, a extremos que ya son muchas las personas que me dicen que no ven noticieros, en vista de que sólo aparece él. Las mañaneras se alargan sin necesidad, máxime cuando reitera el mismo mensaje de odio, divisionismo, desprecio por los segmentos que le incomodan.

Es aquí donde entra el viejo genio de la propaganda: Goebbels. El mago que manejó la comunicación Hitleriana, consiguió trepar a su jefe Adolf, al Olimpo de los dioses. Su estrategia incluía la repetición exhaustiva de un mensaje, hasta que se impregnaran de él las neuronas de las audiencias.

Se ve que, quienes manejan la comunicación de la 4T, aprendieron sus enseñanzas, hasta convencerse de que, mediante estas cantaletas acabarán convenciendo a la opinión pública, de las bondades…inexistentes.

Hay quien se ocupa de sumar el número de mentiras, que lanza y van miles de miles. A la par, la cifra de palabras que usa sin ton ni son, como neoliberalismo, conservadores y…corrupción.

No falta día en el que no acuse al pasado de alguna modalidad de podredumbre. Para lo que no hay cabida es para reconocer y transparentar la porqueriza actual, porque, no olvidarlo, ¡aztecas todos!

El concepto licitación, parámetro de transparencia, quedó atrás. Ahora el porcentaje más alto de las adquisiciones, es !por adjudicación! Del primero al último servidor público se volvió más brillante que una patena, gracias a su colaboración con la 4T.

¿Y las declaraciones falsas? Complós y mentiras de los conservadores. ¿Y la venta del junior de Manuel Bartlett de ventiladores a precio de oro? De acuerdo a la Sheinbaum y a Zoé Robledo, “subieron por el exceso de demanda”. Igual se adjudican las “magnas obras” sexenales y se otorgan concesiones a las Fuerzas Armadas, como si estas fueran impolutas.

Tendrá que llegar otro partido al poder para conocer la rapiña de la “Transformación” y habrá que esperar que, para entonces estemos semi cuerdos, después de la receta diaria de propaganda, capaz de volver loco al más pintado.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

Era una adolescente cuando triunfó la Revolución Cubana. Confieso que fui ferviente admiradora de Fidel Castro, hasta que se convirtió en dictador, pero nunca pude entender que le largara eternos discursos –hasta de más de 6 horas-, a la población.

Quién me iba a decir que, en un México que parecía entrar a la democracia, en el que, la pluralidad ideológica le había cerrado la puerta al autoritarismo y aunque incipiente, las distintas corrientes tenían cabida, llegara un émulo de lo peor de los viejos tiempos de la historia.

Una especie de emperador que tomó por asalto Palacio Nacional y ejerce un Poder cuasi omnímodo, que intenta volver absoluto.

La figura, en el plano nacional, sólo es comparable al centenario, Luis Echeverría, a quien también le encantaba tomar la palabra pero, cuando menos, hablaba de “corridito”. En el fondo, los discursos de uno y otro, son un compendio de demagogia, de frases repetidas, de intentos de lavado de cerebro que, para desgracia autóctona, convencen a la clase más desprotegida y a un sector de trasnochados, ajenos a los movimientos de la actualidad.

Uno de los principios fundamentales de la publicidad es el de no sobresaturar. Excederse en el número de comerciales para un producto, puede provocar el efecto contrario. La distinción entre publicidad y propaganda radica en que la primera oferta productos y servicios, en tanto la segunda “vende” contenido político

AMLO está hasta en la sopa, a extremos que ya son muchas las personas que me dicen que no ven noticieros, en vista de que sólo aparece él. Las mañaneras se alargan sin necesidad, máxime cuando reitera el mismo mensaje de odio, divisionismo, desprecio por los segmentos que le incomodan.

Es aquí donde entra el viejo genio de la propaganda: Goebbels. El mago que manejó la comunicación Hitleriana, consiguió trepar a su jefe Adolf, al Olimpo de los dioses. Su estrategia incluía la repetición exhaustiva de un mensaje, hasta que se impregnaran de él las neuronas de las audiencias.

Se ve que, quienes manejan la comunicación de la 4T, aprendieron sus enseñanzas, hasta convencerse de que, mediante estas cantaletas acabarán convenciendo a la opinión pública, de las bondades…inexistentes.

Hay quien se ocupa de sumar el número de mentiras, que lanza y van miles de miles. A la par, la cifra de palabras que usa sin ton ni son, como neoliberalismo, conservadores y…corrupción.

No falta día en el que no acuse al pasado de alguna modalidad de podredumbre. Para lo que no hay cabida es para reconocer y transparentar la porqueriza actual, porque, no olvidarlo, ¡aztecas todos!

El concepto licitación, parámetro de transparencia, quedó atrás. Ahora el porcentaje más alto de las adquisiciones, es !por adjudicación! Del primero al último servidor público se volvió más brillante que una patena, gracias a su colaboración con la 4T.

¿Y las declaraciones falsas? Complós y mentiras de los conservadores. ¿Y la venta del junior de Manuel Bartlett de ventiladores a precio de oro? De acuerdo a la Sheinbaum y a Zoé Robledo, “subieron por el exceso de demanda”. Igual se adjudican las “magnas obras” sexenales y se otorgan concesiones a las Fuerzas Armadas, como si estas fueran impolutas.

Tendrá que llegar otro partido al poder para conocer la rapiña de la “Transformación” y habrá que esperar que, para entonces estemos semi cuerdos, después de la receta diaria de propaganda, capaz de volver loco al más pintado.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq