/ viernes 9 de febrero de 2024

Un boomerang llamado uso legítimo de la fuerza

El actual conflicto entre Israel y la organización terrorista Hamás, no sólo será un caso de estudio sobre las fallas en el ciclo de inteligencia, sino de la manera en que el uso legítimo de la fuerza tiene un efecto boomerang, especialmente cuando se utiliza en una confrontación asimétrica contra actores no estatales violentos –grupos criminales, insurgencias o, como en este caso, organizaciones terroristas.

En su libro seminal La Utilidad de la Fuerza, Rupert Smith sostiene lo siguiente: “La fuerza militar puede lograr un éxito militar a nivel local, pero con frecuencia este éxito no logra producir una promesa política: no hay una ‘victoria decisiva’ y, por lo tanto, la fuerza, a pesar de su impresionante despliegue, ha perdido su utilidad”.

En esto coincide AlufBenn en su artículo“La autodestrucción de Israel: Netanyahu, los palestinos y el precio del descuido”, para la revista ForeignAffairs: “[Benjamín Netanyahu] ha prometido ‘destruir a Hamás’, pero más allá de la fuerza militar, no tiene una estrategia para eliminar al grupo ni un plan claro sobre lo que lo reemplazaría como gobierno de facto en la Gaza de posguerra”.

Sin duda, el gobierno de Israel, como el de cualquier otro país, tenía la obligación de hacer uso de la legítima defensa, especialmente tras los eventos incontrovertiblemente atroces del pasado 7 de octubre en contra de su población. Sin embargo, lo he sostenido en otros espacios desde antes de la incontrovertible crisis humanitaria en Gaza: el problema de la legitimidad es que frecuentemente lo vemos como un principio –el principio de la legitima defensa–, cuando en realidad se trata más de una especie de bono.Un principio no cambia ni se agota; en cambio, un bono se gasta desde el primer momento en que se empieza a ejercer –y de ahí que sea imperativo administrar.

Hamás tendría que ser desarticulada hasta el último cuadro militanteydesaparecer del paisaje político palestino –particularmente gazatí–para cualquier posibilidad de paz duradera. No obstante, la historia de confrontaciones asimétricasnos enseña que ningún actor no estatal violento, sea en la forma de insurgencia, organización terrorista o grupo criminal, ha sido derrotado exclusivamente mediante el uso de la fuerza militar. Más aún, la reaccióndel gobierno de Benjamín Netanyahu ha garantizado lapermanencia de Hamás como un actor político en Gaza. Como se dice en la jerga: simplemente se está podando el pasto, para que después vuelva a crecer.

Con esto, Israel está compartiendo el mismo error que otros países como la Unión Soviética y Estados Unidos en Afganistán, Francia en Argel, Gran Bretaña en Irlanda del Norte o Malasia, el Imperio Otomano en Arabia, o México… en México: conformarse conque la fuerza militar convencionalentregue resultados tácticos en lugar de logros estratégicos y, más importante aún, políticos.

Por todo esto,para aquellos que le hemos dedicado parte de nuestra vida a estos temas convendría preguntarnos, ¿de qué otra forma, y por qué otros medios, pudo haber reaccionado Israel para administrar de mejor manera su bono de legítima defensa, y así evitar una serie de implicaciones morales y geoestratégicas ante un acto claramente de provocación por parte de un grupo terrorista como Hamás?

Discanto: Hay derecho y legitimidad en que los judíos hayan logrado organizarse como Estado. Como cualquier otra nación… empezando hoy por los palestinos. Solución de dos Estados.

El actual conflicto entre Israel y la organización terrorista Hamás, no sólo será un caso de estudio sobre las fallas en el ciclo de inteligencia, sino de la manera en que el uso legítimo de la fuerza tiene un efecto boomerang, especialmente cuando se utiliza en una confrontación asimétrica contra actores no estatales violentos –grupos criminales, insurgencias o, como en este caso, organizaciones terroristas.

En su libro seminal La Utilidad de la Fuerza, Rupert Smith sostiene lo siguiente: “La fuerza militar puede lograr un éxito militar a nivel local, pero con frecuencia este éxito no logra producir una promesa política: no hay una ‘victoria decisiva’ y, por lo tanto, la fuerza, a pesar de su impresionante despliegue, ha perdido su utilidad”.

En esto coincide AlufBenn en su artículo“La autodestrucción de Israel: Netanyahu, los palestinos y el precio del descuido”, para la revista ForeignAffairs: “[Benjamín Netanyahu] ha prometido ‘destruir a Hamás’, pero más allá de la fuerza militar, no tiene una estrategia para eliminar al grupo ni un plan claro sobre lo que lo reemplazaría como gobierno de facto en la Gaza de posguerra”.

Sin duda, el gobierno de Israel, como el de cualquier otro país, tenía la obligación de hacer uso de la legítima defensa, especialmente tras los eventos incontrovertiblemente atroces del pasado 7 de octubre en contra de su población. Sin embargo, lo he sostenido en otros espacios desde antes de la incontrovertible crisis humanitaria en Gaza: el problema de la legitimidad es que frecuentemente lo vemos como un principio –el principio de la legitima defensa–, cuando en realidad se trata más de una especie de bono.Un principio no cambia ni se agota; en cambio, un bono se gasta desde el primer momento en que se empieza a ejercer –y de ahí que sea imperativo administrar.

Hamás tendría que ser desarticulada hasta el último cuadro militanteydesaparecer del paisaje político palestino –particularmente gazatí–para cualquier posibilidad de paz duradera. No obstante, la historia de confrontaciones asimétricasnos enseña que ningún actor no estatal violento, sea en la forma de insurgencia, organización terrorista o grupo criminal, ha sido derrotado exclusivamente mediante el uso de la fuerza militar. Más aún, la reaccióndel gobierno de Benjamín Netanyahu ha garantizado lapermanencia de Hamás como un actor político en Gaza. Como se dice en la jerga: simplemente se está podando el pasto, para que después vuelva a crecer.

Con esto, Israel está compartiendo el mismo error que otros países como la Unión Soviética y Estados Unidos en Afganistán, Francia en Argel, Gran Bretaña en Irlanda del Norte o Malasia, el Imperio Otomano en Arabia, o México… en México: conformarse conque la fuerza militar convencionalentregue resultados tácticos en lugar de logros estratégicos y, más importante aún, políticos.

Por todo esto,para aquellos que le hemos dedicado parte de nuestra vida a estos temas convendría preguntarnos, ¿de qué otra forma, y por qué otros medios, pudo haber reaccionado Israel para administrar de mejor manera su bono de legítima defensa, y así evitar una serie de implicaciones morales y geoestratégicas ante un acto claramente de provocación por parte de un grupo terrorista como Hamás?

Discanto: Hay derecho y legitimidad en que los judíos hayan logrado organizarse como Estado. Como cualquier otra nación… empezando hoy por los palestinos. Solución de dos Estados.