“En una palabra me considero una todóloga”, relata Itzel, creadora del Minichelista: restaurante y foro alternativo; quien a su vez es diseñadora gráfica, administradora, coordinadora de meseros y chef.
Murales, graffitis y pinturas adornan este restaurante, el cual, más que un típico establecimiento, es una casa cuyos rincones se convierten en el perfecto espacio para la afluencia artística. Mil y un antigüedades, libros, esculturas recicladas y obras de arte transforman la morada en un verdadero hogar donde el personal, los clientes, las mascotas y la propia dueña comparten la buena música, la comida y sobre todo la libre expresión.
“Este lugar es mágico, las cosas son aportes personales de artistas y/o amigos, incluso las paredes son una forma de expresión, nosotros pensamos en divertirnos, no íbamos a encerrarnos en un estilo, y le dimos un toque original”, revela la diseñadora mientras gira su cabeza para asegurarse de que todo en el centro se encuentre en orden.
Entre una que otra canción de Elvis, Pink Floyd, The Beatles, y Daft Punk, Itzel ha logrado construir un espacio lleno de piezas recicladas, creaciones antiquísimas y objetos con historia, el cual considera como “un acto de rebeldía contra el minimalismo” pues ella afirma que su esencia es más bien “ecléctica”.
Después de 12 años de vida, el restaurante ubicado en la Nueva Santa María, concretamente en la calle de Guanábana 197, surgió con la propuesta de “innovar, presentar algo original y en otro lugar que no sea el de siempre”.
Itzel, una mujer con estilo propio y sonrisa gentil, inmersa en la constante búsqueda de la difusión cultural, el arte y el diseño, optó por cambiar la rutina tras un monitor por la aventura de un negocio propio, donde ella potenció su parte creativa con un toque personal que puede compartir con los demás. “Aquí yo hago, pongo y descompongo a mi manera”, exclama ella.
Sobre un escritorio lleno de papeles, recordatorios y pequeñas figuras de alambre, la creadora del Minichelista, contesta teléfonos, maneja redes sociales, hace balances de finanzas… y mientras acaricia a sus mascotas (un tímido conejo y un extrovertido perico) suspira y confiesa que llevar un restaurante es un arduo trabajo que con constancia, el apoyo de la familia, y la satisfacción del día a día se ha tornado en un sueño hecho realidad.
A través de una sonrisa orgullosa, Itzel comenta que ha encontrado en el Minichelista no sólo un trabajo sino un estilo de vida. Y a pesar de que a veces piensa en tirar la toalla, el Minichelista es su sueño y su equipo es su familia “a veces trato de darme unas escapadas, pero aquí terminas festejando…”.
A pesar de que al principio no tenía una idea clara de cómo iniciar un restaurante, logró crear un espacio relajado, detallado y acogedor que representa el México cosmopolita, donde se respira una verdadera experiencia chilanga.