“Llevo tatuado en mi pecho un testamento notariado donde hago la donación de mi cuerpo para que cuando yo fallezca, cada parte de él pueda ser intervenida por otros. Por ejemplo, mi cara ya está apartada para alguien especial, por eso no puedo hacerle nada”, dice la artista de performance Celeste Flores.
Su trabajo consiste en utilizar su cuerpo como herramienta, la cual se convierte en lienzo para expresar su denuncia ante la injusticia y diferentes reflexiones. “Este tatuaje me hace valorar más la vida, y cuando me veo al espejo todos los días recuerdo que ésta se puede acabar en un cualquier momento.
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“Se trata de la obra más controvertida que he hecho. Y quien desee intervenir alguna parte de mi cuerpo, tiene que negociar primero con mi familia, quienes me van a embalsamar, intervenir y exhibir. En el testamento puse a mi hija, a mi esposo y a otros miembros de mi familia; termina siendo un performance compartido que va a continuar aunque muera, es perpetuar el cuerpo en calidad de objeto artístico… Esto me ha traído cosas buenas, pero también contrariedades porque es como un tabú. Algunas partes de mi cuerpo ya no las puedo tatuar porque ya le pertenecen a alguien”, agrega.
La artista regiomontana estará presente en la cuarta edición de QiPO Fair que se llevará a cabo del 8 al 11 de febrero, en el marco de la Semana del Arte de Ciudad de México, manteniendo como eje principal, la colectividad y las iniciativas de artistas alrededor del mundo, en espacios dirigidos por creadores de proyectos emergentes y grupos curatoriales.
“Llevo 20 años haciendo performance a nivel nacional e internacional y siempre he trabajado con estos temas escabrosos como el fenómeno de la calle, los marginados y la migración, utilizando el cuerpo como herramienta más directa y cuando éste se utiliza de esta forma para crear conciencia social, ya es un acto político.
“Y si nos vamos a la historia, cito a la activista de raza negra, Rosa Parks, quien en los años 50 al decidir que no le cedería su lugar en el camión a un hombre blanco y se mantuvo sentada, creó una revolución utilizando el cuerpo como elemento.
“Y es que el performance se parece mucho a la vida cotidiana, es muy parecida pero tiene la facilidad de dar un mensaje directo porque la persona que está ahí no es igual a una pintura o una foto, que quizás tienes que leer la reseña de alguien más para entenderla, sino que la ves directo”.
La pieza que presentará en QiPO Fair se basa en su denuncia ante los alarmantes índices de violencia registrados en México.
”Hay piezas de performance que duran más de una hora o las editan en video o son en periodos muy cortos de exhibición, y en este caso serán cuatro días en los que te darán espacio y movimiento para visualizar tu mensaje.
“Mi obra se llama Rojo, cuando el otro se desvanece y se basa en una denuncia contra la violencia en México. Esto, después de que el Inegi dio a conocer que son más de 80 el número de asesinatos diarios en México.
“Las ferias (como QiPO) son una fiesta donde la gente se junta, donde no hay clases sociales y durante estos días de fiesta voy a rematar con un mensaje muy fuerte utilizando el cuerpo, colores rojos… logrando que la gente participe haciéndoles pensar que tal vez están haciendo un acto infantil recortando papel y acompañándome en el camino para después encontrarse al final con un mensaje muy duro de frente a la realidad”, describe la artista.
Esto lo hace con la intención de que la gente reflexione y deje de mostrar su indiferencia ante los sucesos y conflictos graves que están ocurriendo en nuestro país.
“Quizá uno dice no me toca, pero eso no quiere decir que el problema no exista. He viajado a varios países de Centroamérica a países que sufren de la misma situación y estando rodeada de una artista salvadoreño o colombiano en QiPO, me siento cobijada para hacer esta pieza”.
En cuanto a la presencia del género del performance ante el espectador, el cual puede ser complicado de entender, dice, “el artista del performance, por lo regular, no se presenta en instituciones culturales porque cuando los presentas ahí, la gente se da cuenta que es un acto artístico, porque estás dentro del cobijo cultural pero cuando lo haces en la calle, la gente dice, ‘pasó algo extraño’ y entonces se convierte en un anecdotario”.
La creativa agrega que, “lo principal de un performance es evidenciar tu paso por el espacio que no es un acto tal cual, como una obra de teatro que lo repite al día siguiente y al otro día sucede lo mismo, sino que se debe entender como una actividad que se desarrolla en cierto tiempo y espacio; el artista tiene que ser bien audaz para que se refleje con éxito su mensaje y para eso, actualmente hay muchas herramientas, no es que tengas que ir los cuatro días a mi presentación”.
Celeste dice que aunque su trabajo no es remunerado económicamente, entre los sus miembros logran alianzas importantes para sobrevivir.
“Hay un mundo oculto que conocemos muy bien los que nos dedicamos al performance. Existen eventos como las bienales, donde te patrocinan y yo coordino desde hace un par de años el Congreso Binacional de las Fronteras del Cuerpo, a través de la Secretaría de Cultura de Tijuana, donde vamos y hablamos sobre cómo subsistir, cómo crear alianzas y encontrar apoyos.
“También, desde hace unos años tengo un concurso de performance que se llama Time Out, precisamente porque no hay un incentivo monetario o acciones en las que puedas participar a cambio de dinero, entonces uno se dedica a dar talleres a participar en muestras como ésta (Qipo) y generar plataformas para que otros vayan y den a conocer su trabajo”. performance, y nos vemos en muchos festivales porque son muy pocos los lugares donde podemos trabajar”.
Al respecto, Pancho López, quien es curador del área de performance de la feria QiPO y uno de los pioneros y experto en esta área del arte, describe el programa y la historia de este género:
“En esta edición de QiPO Fair, vamos a tener dos tipos de performances, por un lado invitamos a un grupo de artistas internacionales que pretendemos que estén en la feria llevando a cabo acciones que duren lo más posible en las diferentes actividades”.
El curador invitó a cinco artistas, entre ellos tres internacionales, Alexia Miranda, de El Salvador, que va a presentar su exposición en el Museo de Arte Contemporáneo de Querétaro después de QiPO; Prem Shiva (Colombia/México), Mercedes Aquí (Argentina/México) quien lleva muchos años viviendo en México, y a las mexicanas Celeste Flores y María Eugenia Chellet, una de las pioneras del performance en México. Ellos van a estar dentro del programa de acciones que tendrán mayor duración durante el evento.
Por otro lado están las galerías de equipo y espacios independientes creados por artistas quienes mandaron sus propuestas, las cuales se quedaron todas. “Llegaron de Japón, África y Estados Unidos. Vamos a tener acciones que se llevarán a cabo en horarios específicos, con este grupo de nueve artistas y en total son 14 acciones en el marco de QiPO.
“Tenemos los conceptos Palacio Chichimeca de Tianguis Neza; Leche de virgen de Claudia Guizar. Algunas de las acciones que destacan son las apariciones de las vírgenes de las ferias de arte, que es el performance de la maestra María Eugeni Chellet, en el que ella se va a vestir de virgen para que la gente pueda rezar porque haya muchas ferias de arte, ventas y que las obras lleguen a los coleccionistas.
“Actualmente, hay mucha protesta sobre la violencia, y surgen muchos artistas que están abordando este tema, como un sinónimo de hartazgo de la guerra, de la migración y de otros conflictos de la sociedad actual. Hay piezas como Leche de virgen, de estas nuevas generaciones que hace una sátira de estos aspectos y va a presentar La legítima agua de la legitimación artística, que tiene que ver con esta forma de sarcasmo de todas las plataformas de venta de arte, de quién decide si eres artista y quién no.
“Alexia Miranda va realizar un tejido de estambre colectivo, la idea es que ese tejido crezca y se realice con manos de mucha gente, ella quiere tejer con quiera participar y mediante esta acción, hay un intercambio de ideas directamente con el público”, describe López.
Para entender el perfomance
“Pancho”, como es conocido en el medio, dice que “el performance es un arte muy complejo, muy subjetivo, del momento, del aquí y el ahora, de repente lo que resalta es el proceso, no necesariamente los resultados y de pronto uno ve las obras fraccionadas.
“Por otro lado mucha gente relaciona el performance con un espectáculo y creen que es un show, y al ver una pieza repetitiva monótona, simple, sin grandes vestuarios ni nada de lo que sucede en un escenario común, se desconcentra y no entiende o no tienen tiempo para entender, y menos ahora con la tendencia de redes sociales, el zapping, el scrolling, la gente no quiere darse el tiempo para entender una obra de arte.
“Un artista va hablar de la depilación que tiene que ver con el cuerpo femenino, los cánones de belleza, con las redes sociales etc… A mí no me corresponde explicar la obra de alguien, sino que la obra se debe explicar por sí misma, es como si al final de una obra de Gabriel García Márquez, dijera ‘para dudas y comentarios marque este número’”.
Todo esto es un reto para el artista quien tiene que buscar herramientas y elementos para que el mensaje y el tema que quiere abordar quede en claro, para que con el público con quien lo está compartiendo tenga la facilidad de conectar.
La historia de performance
México tiene una larga tradición de performance, “el primero surgió como tal, en La casa del Lago en 1968, con Juan José Gurrola, que fue nombrado por primer vez como tal, porque ya había algunos antecedentes desde los ‘estridentistas’, que se mezclaban con la danza con el teatro, literatura, la poesía y de ahí se viene generando toda una tradición en México.
Aunque hubo un boom como tal hasta mediados de los 90, con grupos como 19 Concreto, Lorena Wolper, César Martínez, entre otros que tenían un extremo compromiso con el performance y con antecedentes tan importantes como Mónica Mayer, Araceli Zúñiga, César Espinosa y los grupos que hubo en Mèxico… La historia es larga y no le pedían nada a los performances de otros países de primer mundo”, cuenta López.
Muchos espacios han perdido y han cambiado un poco de vocación, “el Ex Teresa Arte Actual, desde hace 30 años se ha dedicado a la difusión de manifestaciones poco convencionales, como el videoarte el arte sonoro, y ha dejado de tener los festivales que hacía en los 90 y eso ha generado que no haya una tradición del performance que se mantenga a lo largo del tiempo.
“Sin embargo, han surgido nuevos grupos de artistas pero que se han contaminado y lo digo en el buen sentido de la palabra, con la tecnología, las redes sociales y el internet y lamentablemente muchas generaciones jóvenes no conocen esas generaciones de performance que mencioné”.
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Agrega que “en algunas escuelas empiezan a haber clases obligatorias de performances y es contradictorio porque ahora que ya hay una academización del performance, sigue igual de desconocido, y se queda en un nivel superficial, sin la importancia que tenía en los 90. Pero afortunadamente, hay artistas bien comprometidos y muy fregones, en los que se parecía su enfoque hacia la denuncia, y manifestaciones feministas que incluyen la lucha por sus derechos a través del performance”.