Último día de estreno de películas en competición, penúltimo día del certamen y también de la entrega de premios de la sección Un Certain Regard compuesta por 17 largometrajes.
El jurado internacional presidido por la realizadora libanesa Nadine Labaki (Capernaum, premio del jurado en Cannes 2018 y nominada al Oscar), donde además participó el realizador argentino Lisandro Alonso (Los muertos, 2004, Jauja premio Fipresci, Cannes 2013), atribuyó el Gran Premio a La vida invisible de Eurídice Gusmao, de Karim Ainouz, de Brasil, un melodrama tropical sobre la vida de dos hermanas en los años 50.
Premio de jurado, O que arde de Oliver Laxe, España; Premio especial del jurado, Liberte de Albert Serra, España; Mejor realizador, Kantemir Balagov por Una chica grande, Rusia; Mejor actuación a Chiara Mastroianni en Cuarto 212 de Christophe Honore, Francia; Premio Golpe de corazon del jurado, ex-aequo, La esposa de mi hermano de Monia Chokri, Canada y La subida de Michael Angelo Covino, Estados Unidos; Mención especial, Jeanne d’Arc de Bruno Dumont, Francia.
Este sábado el jurado internacional, encabezado por Alejandro González Iñárritu, (el primer latinoamericano presidente del jurado a lo largo de los 72 años del certamen), dará a conocer el palmarés correspondiente a las películas en competencia oficial.
No creo que alguna de las dos últimas películas en competencia estrenadas ayer tenga posibilidades de figurar en el Palmarés.
Esto debe de ser el paraíso resultó la más simpática, divertida y de un tacto humano a veces conmovedor. Su realizador, el palestino Elia Suleiman, hace de nuevo gala de su especial sentido de humor crítico observando con éxito como en sus películas anteriores (El tiempo que queda, 2009 e Intervención divina, premio del jurado Cannes 2012), lo peculiar y amargo que resulta ser palestino, ciudadano de un país al que se niega de hecho el derecho de existencia.
Actuando él mismo en el papel de un observador casi mudo, que recuerda el gran cómico francés Jacques Tati, Suleiman emprende un viaje por París y Nueva York antes de regresar de nuevo a Nazaret, donde vive con la certeza de que en cualquier parte del mundo no puede deshacerse de la consciencia de ser palestino.
Gael García Bernal aparece como él mismo en el segmento de Nueva York, donde un productor norteamericano le propone participar en una película sobre Cortés hablada en ingles.
En cuanto a la última película en competencia , la producción francesa Sibyl de Justine Trier, sobre las incertidumbres existencialistas de una sicóloga aspirante a escritora y una atormentada paciente suya, más vale ignorar piadosamente.
¿QUIÉN GANARÁ?
En cuanto al pronóstico del Palmarés oficial, me parecería lógico que algunas de las siguientes películas resultaran premiadas: Dolor y Gloria, de Pedro Almodóvar, a quien la Palma de Oro se le ha escapado desde hace 20 años que acude a Cannes; Parásito, del coreano Bong Joon Ho, y alguna de las producciones francesas Chica en llamas, de Celine Sciamma, Los miserables, de Ladj Ly, y Atlántico de Mati Diop.
A estas habría que agregar, no porque me gusten, pero si por el resultado entre las encuestas de los críticos y del público, Érase una vez en Hollywood de Quentin Tarantino, quien busca su segunda Palma de Oro después de aquella en 1994 por Pulp Fiction y Vida a escondidas de Terrence Mallick (igualmente ganador de una Palma de Oro en 2011 por El árbol de la vida)
Entre los outsiders que podrían dar la sorpresa mencionaríamos Perdón, que nos perdimos, del inglés Ken Loach (ganador de dos Palmas de Oro con Yo Daniel Blake en 2016 y El viento que agita la cebada en 2006), Bacurau de los brasileños Kleber Mendonca Filho y Juliano Dornelles, Little Joe de la austríaca Jessica Hausner y Los soplones del rumano Corneliu Porumboiu.
Ayer se rindió un homenaje a Silvester Stallone y se reestrenó su emblemática película Rambo. First Blood, dirigida por Ted Kotcheff.