/ jueves 26 de octubre de 2023

#SOY "Amos de la Noche": Historias que ocultan dolor y soledad

El escritor Rodolfo Graziano describe lo que hay en las mentes retratadas en un libro que muestra los fantasmas de la sociedad actual

La impresión de ver por primera vez a hombres bailando, abrazándose y besándose fue para Ángel algo que permanece en su mente hasta ahora. Se trataba de un bar gay al que acudió con sus amigos de la universidad, sólo por curiosidad. Esa experiencia formó parte de su iniciación sexual la cual, “fue más bien tardía como a los 22 años”, dice que en ese lugar “sólo estuvimos un rato y salimos todos corriendo escandalizados”.

Pero… a los pocos días, “¡claro que volví! Regresé solo y fue una experiencia muy distinta. También estaba muy nervioso y quizá más. Era viernes y el lugar estaba lleno. Recuerdo que allí había un gran piano de cola detrás del que me refugié”.

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Esta es una de las entrevistas seleccionadas de entre las 150 que realizó el escritor venezolano Rodolfo Graziano, que dieron origen al libro Amos de la noche, publicado por primera vez en 1991 por la Editorial Planeta Venezolana, y que en 2022 fue reeditado por Delivery Boy Media Content, con algunas actualizaciones por parte de su autor.

“En nuestro tiempo a nivel legal existe más apertura para la comunidad LGBTQ+ pero socialmente sigue habiendo una hipocresía enorme, la gente trata de ser correcta. Hay muchas cosas que me preocupan hoy en día, una de ellas es la falta de conciencia de las nuevas generaciones, especialmente las de las grandes urbes, porque han recibido en charola de plata todas las libertades y confunden mucho la relativa libertad de la aceptación –y que realmente lo que necesitamos es respeto no aceptación–, esta especie de tranquilidad que hace que la gente muy joven se olvide de todo lo que costó llegar hasta aquí, y me da mucho miedo que debido a esto se vuelvan a perder esos grandes o pequeños avances o como podamos calificarlos.

“En todo el mundo están pasando muchas cosas para la mujer, para las minorías, la violencia de género… Y estoy muy contento de que se vuelva a presentar este libro, porque para mí es un minúsculo granito de arena en el universo en el que mucha gente se puede ver reflejada”, dice Graziano en exclusiva para Organización Editorial Mexicana.


El escritor confiesa que su principal tarea en esta reedición era adaptar a la época actual algunos de los textos introductorios con los que inicia cada una de las seis secciones en las que se divide el texto: Homosexuales, Tramposos, Prostitutas, Drogadictos, Ladrones y Lesbianas.

“Me tomé el trabajo de revisar todo el libro y de adaptar un poco las presentaciones de cada personaje en cada sección, porque tengo que admitir, y esto le tiene que pasar a cualquier persona contemporánea que vivió estos temas desde los años 50, 60 y 70 hasta hoy, que no tenían el entendimiento que tenemos ahora, por lo que me vi en la obligación de corregir, no en los textos originales sino en las introducciones, cómo veo ahora cada cosa y eso resultó muy interesante.

“Estas correcciones no se hicieron para suscribir esta corrección política sino porque hoy en día entiendo estos temas de otra manera. Es cuando hablamos del machismo internalizado que hay que admitirlo como una culpa y la homofobia internalizada, porque está muy claro que esa homofobia viene de esa misma comunidad, de la gente ‘enclosetada’, hay cientos de figuras en mi mente que se presentan como antigays y tarde o temprano los encuentran en situaciones muy comprometedoras y resulta que esa homofobia era parte de un miedo y de un rechazo hacia sí mismo”, dice el escritor.

Las entrevistas las realizó en sus diferentes viajes por el mundo, en América Latina y Europa para lograr, dice, una especie de mosaico que mostrara los distintos estratos sociales, pero en los que el resultado siempre va a ser igual.

“Algunos más abiertos que otros, el que hace las cosas más correctas posibles, pero el resultado es el mismo, siempre hay una reacción al miedo, a la necesidad de esconderse, a ser atacado, agredido… Muchas de las cosas de las que se acusan a algunos miembros de la comunidad quedarían perfectamente justificadas si se tomara en cuenta el sufrimiento que han vivido, porque todavía hoy, ubicarte como un adolescente que va descubriendo su sexualidad, que tiene que salir del clóset y sabe que se tiene que enfrentar a padres, maestros, hermanos, compañeros de escuela, que se burlan, que lo acosan; eso sigue estando intacto y eso lo vas a ver de un personaje a otro en este libro sin importar la clase social a la que pertenezca, la educación que tenga o no, a lo que se dedique… Al final el dolor es el mismo. La fuente de ese dolor es la misma”.

Al crear el primer tomo de esta obra, su editorial se negó a aceptar el título que él hubiera deseado.

“El título que yo había elegido era el de Conversaciones con homosexuales, tramposos, prostitutas, ladrones y lesbianas. Lo que quería era reflejar a todos estos grupos. Ya en el texto, trato con mucho cariño a cada personaje. A los que llamo ‘Tramposos’ es el personaje que cree que se las sabe todas y cree que puede engañar a las personas, pero que al fin y al cabo está buscando lo que estamos buscando todos, comprensión, afecto, solidaridad… entonces se trata de gente que está buscando algún bien a cambio de afecto. Yo no los quería juzgar, sino el objetivo era que se abrieran y que la gente al terminar el libro se sintiera mucho más sensibilizada, comprensiva y que pudiera ponerse en el lugar del otro para entender.

“Me apropio de los términos despectivos y los estoy revirtiendo, cuando lees el libro te das cuenta de que no ataco nadie sino que abro el abanico, no es un libro de historias para saber quién hace bien y quién no, es una serie de historias, hiperhumanas con las que terminas conmovido”.

De las historias que más le impactaron, dice, fueron las Jenny, una de las trabajadoras sexuales y Belén, en la de Drogadictos, “porque los sentí muy débiles fueron entrevistas largas más de un encuentro, y sentí que muchos de ellos se apegaron mucho a mí, me buscaban, me llamaban, se creó un vínculo casi de paciente- terapeuta, y también Ángel, esta gente hace 30 años buscaba a alguien con quien poder hablar”.

Sobre el contraste de las épocas, Graziano dice que al publicar por primera vez el libro, le recordó cuando lanzó su primer documental Entendidos.

“Fue uno de los primeros en abordar abiertamente la organización de la comunidad homosexual, muchos medios se me acercaron, pero era cuando estos se interesaban por el tema del escándalo, lo amarillista que podía resultar un filme como ese, al grado que les dije ‘si realmente les interesa ahí está la película, véanla… Ya no quiero decir nada al respecto, afortunadamente ya no pasa esto, bueno… dependiendo de la situación”.

En cuanto a la desinformación por parte de la sociedad, desde su perspectiva, la espera continúa, ya que las personas piensan que la misión de la lucha de la comunidad LBTQ+ por sus derechos y visibilidad, ya se cumplió.

“Depende de dónde nos ubiquemos, por ejemplo, en las zonas rurales de América Laitna, los problemas son idénticos a los de hace 30 y 40 años. Homicidios y suicidios suceden todo el tiempo porque la gente se siente tan señalada y culpable que piensa en matarse.

“A veces me encuentro con personas que me reclaman y me dicen ‘¿qué más quieren si ya conquistaron mucho?, pero no nos quedaremos tranquilos hasta que en ningún del mundo se maltrate a una persona de la comunidad, cuando en ningún lugar del mundo haya este índice de homicidios o de maltratos. Pero no estamos cerca de ese momento, una parte muy privilegiada de nuestra comunidad, cuenta con derechos legales, asistencia social, matrimonio, adopción… es una partícula mínima del gran universo de los que conformamos esta comunidad en el mundo”.

Salir del clóset o de la bóveda

Parte de lo que Graziano ha logrado en cuestión de aprendizaje sobre Derechos Humanos y en su vida personal en cuanto a su aceptación como miembro de la comunidad, lo obtuvo durante los cinco años de residencia en Nueva York.

“Esa ciudad fue mi gran escuela, la persona que soy ahora y a partir de este libro, fue gracias a Nueva York, porque cuando lancé mi primer documental (Entendidos) yo no estaba en el clóset, estaba en un bunker, una bóveda como la de los bancos… no sólo con respecto a mi homosexualidad, sino en cuestión de las relaciones. Ese documental me enseñó muchas cosas, llegué a Nueva York cuando se estrenó la película Philadelphia y cuando me invitaban a fiestas y se convertían en funerales por la crisis del sida, ahí entendí mucho sobre los derechos, ya había entendido mi sexualidad, las ideas que tengo hoy surgieron gracias a mi escuela primaria Nueva York”.

Actualmente Rodolfo lleva seis años radicando en México, país que toma como ejemplo de inclusión para el mundo.

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México es uno de los países de América Latina que está más a la vanguardia en materia de Derechos Humanos y de legislación, lo he comprobado al estar rodando mi nuevo documental sobre el colectivo México de Colores donde he podido ampliar el tema de los roles de género, cómo son percibidas las identidades, lo masculino, lo femenino y me ha ayudado mucho a actualizar todos estos conceptos a nivel personal.

“En México hay una gran cantidad de espacios seguros y de posibilidades que no quiero decir que se puedan seguir conquistando o reafirmando, pero México y Argentina son los punteros. En cambio Venezuela es una vergüenza, está en el último lugar de Latinoamérica y a nivel universal en legislaciones a favor de la comunidad, no existen”.


La impresión de ver por primera vez a hombres bailando, abrazándose y besándose fue para Ángel algo que permanece en su mente hasta ahora. Se trataba de un bar gay al que acudió con sus amigos de la universidad, sólo por curiosidad. Esa experiencia formó parte de su iniciación sexual la cual, “fue más bien tardía como a los 22 años”, dice que en ese lugar “sólo estuvimos un rato y salimos todos corriendo escandalizados”.

Pero… a los pocos días, “¡claro que volví! Regresé solo y fue una experiencia muy distinta. También estaba muy nervioso y quizá más. Era viernes y el lugar estaba lleno. Recuerdo que allí había un gran piano de cola detrás del que me refugié”.

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Esta es una de las entrevistas seleccionadas de entre las 150 que realizó el escritor venezolano Rodolfo Graziano, que dieron origen al libro Amos de la noche, publicado por primera vez en 1991 por la Editorial Planeta Venezolana, y que en 2022 fue reeditado por Delivery Boy Media Content, con algunas actualizaciones por parte de su autor.

“En nuestro tiempo a nivel legal existe más apertura para la comunidad LGBTQ+ pero socialmente sigue habiendo una hipocresía enorme, la gente trata de ser correcta. Hay muchas cosas que me preocupan hoy en día, una de ellas es la falta de conciencia de las nuevas generaciones, especialmente las de las grandes urbes, porque han recibido en charola de plata todas las libertades y confunden mucho la relativa libertad de la aceptación –y que realmente lo que necesitamos es respeto no aceptación–, esta especie de tranquilidad que hace que la gente muy joven se olvide de todo lo que costó llegar hasta aquí, y me da mucho miedo que debido a esto se vuelvan a perder esos grandes o pequeños avances o como podamos calificarlos.

“En todo el mundo están pasando muchas cosas para la mujer, para las minorías, la violencia de género… Y estoy muy contento de que se vuelva a presentar este libro, porque para mí es un minúsculo granito de arena en el universo en el que mucha gente se puede ver reflejada”, dice Graziano en exclusiva para Organización Editorial Mexicana.


El escritor confiesa que su principal tarea en esta reedición era adaptar a la época actual algunos de los textos introductorios con los que inicia cada una de las seis secciones en las que se divide el texto: Homosexuales, Tramposos, Prostitutas, Drogadictos, Ladrones y Lesbianas.

“Me tomé el trabajo de revisar todo el libro y de adaptar un poco las presentaciones de cada personaje en cada sección, porque tengo que admitir, y esto le tiene que pasar a cualquier persona contemporánea que vivió estos temas desde los años 50, 60 y 70 hasta hoy, que no tenían el entendimiento que tenemos ahora, por lo que me vi en la obligación de corregir, no en los textos originales sino en las introducciones, cómo veo ahora cada cosa y eso resultó muy interesante.

“Estas correcciones no se hicieron para suscribir esta corrección política sino porque hoy en día entiendo estos temas de otra manera. Es cuando hablamos del machismo internalizado que hay que admitirlo como una culpa y la homofobia internalizada, porque está muy claro que esa homofobia viene de esa misma comunidad, de la gente ‘enclosetada’, hay cientos de figuras en mi mente que se presentan como antigays y tarde o temprano los encuentran en situaciones muy comprometedoras y resulta que esa homofobia era parte de un miedo y de un rechazo hacia sí mismo”, dice el escritor.

Las entrevistas las realizó en sus diferentes viajes por el mundo, en América Latina y Europa para lograr, dice, una especie de mosaico que mostrara los distintos estratos sociales, pero en los que el resultado siempre va a ser igual.

“Algunos más abiertos que otros, el que hace las cosas más correctas posibles, pero el resultado es el mismo, siempre hay una reacción al miedo, a la necesidad de esconderse, a ser atacado, agredido… Muchas de las cosas de las que se acusan a algunos miembros de la comunidad quedarían perfectamente justificadas si se tomara en cuenta el sufrimiento que han vivido, porque todavía hoy, ubicarte como un adolescente que va descubriendo su sexualidad, que tiene que salir del clóset y sabe que se tiene que enfrentar a padres, maestros, hermanos, compañeros de escuela, que se burlan, que lo acosan; eso sigue estando intacto y eso lo vas a ver de un personaje a otro en este libro sin importar la clase social a la que pertenezca, la educación que tenga o no, a lo que se dedique… Al final el dolor es el mismo. La fuente de ese dolor es la misma”.

Al crear el primer tomo de esta obra, su editorial se negó a aceptar el título que él hubiera deseado.

“El título que yo había elegido era el de Conversaciones con homosexuales, tramposos, prostitutas, ladrones y lesbianas. Lo que quería era reflejar a todos estos grupos. Ya en el texto, trato con mucho cariño a cada personaje. A los que llamo ‘Tramposos’ es el personaje que cree que se las sabe todas y cree que puede engañar a las personas, pero que al fin y al cabo está buscando lo que estamos buscando todos, comprensión, afecto, solidaridad… entonces se trata de gente que está buscando algún bien a cambio de afecto. Yo no los quería juzgar, sino el objetivo era que se abrieran y que la gente al terminar el libro se sintiera mucho más sensibilizada, comprensiva y que pudiera ponerse en el lugar del otro para entender.

“Me apropio de los términos despectivos y los estoy revirtiendo, cuando lees el libro te das cuenta de que no ataco nadie sino que abro el abanico, no es un libro de historias para saber quién hace bien y quién no, es una serie de historias, hiperhumanas con las que terminas conmovido”.

De las historias que más le impactaron, dice, fueron las Jenny, una de las trabajadoras sexuales y Belén, en la de Drogadictos, “porque los sentí muy débiles fueron entrevistas largas más de un encuentro, y sentí que muchos de ellos se apegaron mucho a mí, me buscaban, me llamaban, se creó un vínculo casi de paciente- terapeuta, y también Ángel, esta gente hace 30 años buscaba a alguien con quien poder hablar”.

Sobre el contraste de las épocas, Graziano dice que al publicar por primera vez el libro, le recordó cuando lanzó su primer documental Entendidos.

“Fue uno de los primeros en abordar abiertamente la organización de la comunidad homosexual, muchos medios se me acercaron, pero era cuando estos se interesaban por el tema del escándalo, lo amarillista que podía resultar un filme como ese, al grado que les dije ‘si realmente les interesa ahí está la película, véanla… Ya no quiero decir nada al respecto, afortunadamente ya no pasa esto, bueno… dependiendo de la situación”.

En cuanto a la desinformación por parte de la sociedad, desde su perspectiva, la espera continúa, ya que las personas piensan que la misión de la lucha de la comunidad LBTQ+ por sus derechos y visibilidad, ya se cumplió.

“Depende de dónde nos ubiquemos, por ejemplo, en las zonas rurales de América Laitna, los problemas son idénticos a los de hace 30 y 40 años. Homicidios y suicidios suceden todo el tiempo porque la gente se siente tan señalada y culpable que piensa en matarse.

“A veces me encuentro con personas que me reclaman y me dicen ‘¿qué más quieren si ya conquistaron mucho?, pero no nos quedaremos tranquilos hasta que en ningún del mundo se maltrate a una persona de la comunidad, cuando en ningún lugar del mundo haya este índice de homicidios o de maltratos. Pero no estamos cerca de ese momento, una parte muy privilegiada de nuestra comunidad, cuenta con derechos legales, asistencia social, matrimonio, adopción… es una partícula mínima del gran universo de los que conformamos esta comunidad en el mundo”.

Salir del clóset o de la bóveda

Parte de lo que Graziano ha logrado en cuestión de aprendizaje sobre Derechos Humanos y en su vida personal en cuanto a su aceptación como miembro de la comunidad, lo obtuvo durante los cinco años de residencia en Nueva York.

“Esa ciudad fue mi gran escuela, la persona que soy ahora y a partir de este libro, fue gracias a Nueva York, porque cuando lancé mi primer documental (Entendidos) yo no estaba en el clóset, estaba en un bunker, una bóveda como la de los bancos… no sólo con respecto a mi homosexualidad, sino en cuestión de las relaciones. Ese documental me enseñó muchas cosas, llegué a Nueva York cuando se estrenó la película Philadelphia y cuando me invitaban a fiestas y se convertían en funerales por la crisis del sida, ahí entendí mucho sobre los derechos, ya había entendido mi sexualidad, las ideas que tengo hoy surgieron gracias a mi escuela primaria Nueva York”.

Actualmente Rodolfo lleva seis años radicando en México, país que toma como ejemplo de inclusión para el mundo.

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México es uno de los países de América Latina que está más a la vanguardia en materia de Derechos Humanos y de legislación, lo he comprobado al estar rodando mi nuevo documental sobre el colectivo México de Colores donde he podido ampliar el tema de los roles de género, cómo son percibidas las identidades, lo masculino, lo femenino y me ha ayudado mucho a actualizar todos estos conceptos a nivel personal.

“En México hay una gran cantidad de espacios seguros y de posibilidades que no quiero decir que se puedan seguir conquistando o reafirmando, pero México y Argentina son los punteros. En cambio Venezuela es una vergüenza, está en el último lugar de Latinoamérica y a nivel universal en legislaciones a favor de la comunidad, no existen”.


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