Mi adolescencia tiene el bit de “Come on… vogue”. Aunque la palabra francesa “vogue” significa moda y es eso lo que explota la revista del mismo nombre, la canción de Madonna tiene otra inspiración adicional y se convertiría en un himno para la comunidad LGBTTTQ+.
En 1993, cuando Madonna vino a México, por primera vez, yo tenía 17 años. Tres años antes, mi hermano compró el álbum The Immaculate Collection. En casa, no teníamos idea de que había quienes consideraban ofensivas las letras de sus canciones.
Ese juego entre lo profano y lo religioso era lo que molestaba a ciertas audiencias. ¿Cómo referirse a aquello que es “inmaculado” cuando la sexualidad y el placer están catalogados como sucios y prohibidos? Madonna no aceptaba la dicotomía y canciones como Like a prayer sacudían a las conciencias profundamente religiosas.
Durante la entrega de Premios Billboard, en 2016, Madonna explicó lo que ha ocurrido con su carrera. “Se te permite ser objeto para los hombres y vestirte como puta, pero no eres dueña de tu propia putería”, dijo al ser reconocida como Mujer del Año.
Madonna: Erótica y Política
Si un movimiento social no incomoda, entonces es Marketing. Madonna incomodaba.
El 17 de mayo de 1990, la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades psiquiátricas. Imaginemos ese mundo. Y, apenas dos años después, adelantada a su tiempo, Madonna lanzaba su álbum Erótica y su libro Sex que eran considerados pornográficos e inmorales.
A la distancia, 30 años después, las imágenes que Madonna presentó entonces, hoy, no parecen tan disruptivas. Ella ponía sobre la mesa un tema que ya se puede ver en cualquier video de tiktok o Instagram sobre derechos sexuales, diversidad y derecho al placer.
Como ella misma hace referencia en su discurso de los premios Billboard, en sus inicios, la industria le había permitido cierta imagen con sus éxitos como en Border Line o en Like a Virgin donde aparece con una imagen sensual, reproduciendo las escenas eróticas autorizadas por la heteronorma. Sin embargo, cuando ella quiso ir más allá, como comenzó a mostrar en Justify My Love, entonces ya fue desacreditada.
El soft-porn no es lo que incomoda a la industria, sino que ese erotismo haga referencia a la diversidad sexual. Si el soft-porn es heterosexual, parece que no molesta y hasta se aplaude (como ocurre con un sinnúmero de estrellas del pop), pero el discurso se vuelve transgresor, cuando se sale de la heteronorma y se hace énfasis en que la “posición misionera” es insuficiente para mostrar todos los matices del ejercicio de la sexualidad.
Come on… Vogue!
Quizá con el video de Vogue, las audiencias despistadas no se dieron cuenta de que Madonna ya estaba dando el salto cuántico para introducir la estética LGBTTTQ+ en la cultura popular.
El baile tipo vogue es un estilo de baile que se originó en los salones de baile de la comunidad trans afroamericana y latina de Nueva York, en los años 80. El estilo se caracteriza por movimientos con poses modeladas al estilo de las pasarelas de moda, combinando ballet, jazz y danza moderna.
En 2018, la serie de netflix “Pose” llevó a la pantalla la historia de una mujer transexual diagnosticada con VIH/SIDA, presentando el drama al que se enfrentan las personas con una identidad de género o una preferencia sexual distintas a la heteronorma. Además de que adentra al espectador al glamuroso mundo del “voguing”.
Fue ese mundo del “voguing” y de la diversidad en silencio que vivía en las escenas artísticas subterráneas lo que inspiró a Madonna a componer canciones y producir imágenes que visibilizan a una comunidad que era ignorada e incluso satanizada.
En 2012, Madonna vino a México por tercera ocasión a dar conciertos. De último momento, me invitaron y pude verla en vivo en El Foro Sol. No era un asiento preferencial, pero pude disfrutar de un concierto versátil, glamuroso. Ella tenía 58 años y yo, 36.
El show fue espectacular. Disfruté enormemente su segmento gitano/rom, con esos acordes que le dan el violín y el acordeón a la música tipo jazz manouche. Cuando vi la danza gitana, pensé, ese es otro valor de la marca Madonna: dar un espacio a quienes han sido históricamente discriminados.
En sus conciertos 2024, “The Celebration world Tour”, varias elementos sobresalieron: las pasarelas de voguing, invitar a personas de la comunidad LGBTTTQ+ como Wendy Guevara, mostrar a bailarines con el torso desnudo sin importar su género, una escena de autoerotismo con los frotamientos que le hacia entre las piernas un personaje dorado con el rostro cubierto. ¿Incomoda? Quizá, pero representa realidades tan diversas como personas existimos.
En una de las primeras entrevistas que le hicieron a Madonna, ella aceptaba que no era una gran cantante ni bailarina, pero decía que eso no importaba en sus composiciones. Lo que le respondió a MTV, el canal de videos que nació en los 80, fue: “La música innovadora debe ser fresca y reflexionar sobre el tiempo en el que vivimos, sobre la política, sobre la moda. Debe reflejar lo que está pasando en el mundo”.
*Delia Angélica Ortiz es periodista especializada en inclusión y diversidad.