/ domingo 4 de septiembre de 2016

Maras Salvatrucha, de las “chimbas” a las armas largas

Tapachula, Chis..- Las “chimbas” son armas “hechizas”, es decir, fabricadas por el individuo con elementos al alcance de su mano y que no suelen ser detectadas por la autoridad, pues al ser realizadas con elementos caseros no hay forma de saber su procedencia ni quién pudo o no utilizarlas.

Tapachula, por ser una ciudad fronteriza, fue víctima durante varios años de la delincuencia creciente y violenta que ejercen los Mara Salvatrucha, pandillas conformadas principalmente por centroamericanos varados en la ciudad a la espera del tren, mejor conocido como “La Bestia”.

De pronto, aparecieron pintas en las paredes que nadie parecía entender; asaltos, violaciones y violencia incontrolable eran “el pan de cada día”. Mara Salvatrucha, Barrio 13, Barrio 18 y “clicas” (grupos de pandilleros) comenzaron a hacerse palabras de uso corriente entre los adultos, con miedo; entre jóvenes con temor, admiración y curiosidad.

La policía de los distintos niveles parecía incapaz de combatir este flagelo que comenzaba a permear entre los jóvenes de este lado de la frontera.

La gota que derramó el vaso ocurrió en un desfile de 20 de noviembre de 2004, cuando al finalizar, chicos pandilleros del Barrio 13 se enfrentaron con jóvenes de Barrio 18. Los estudiantes y asistentes huyeron despavoridos, muchos negocios cerraron y hubo una especie de toque de queda en el primer cuadro de la ciudad.

Ese día todos supimos qué era una “chimba”, una pistola hecha con tubos de cañería, un resorte y una bala de calibre equivalente al tamaño del tubo que se está utilizando, rústica y “hechiza”, pero igual cumple su cometido: daña, lesiona, mata.

Al otro día, la reacción: elementos policíacos iniciaron una especie de “razzia” sobre todos los jóvenes con tatuajes o de apariencia sospechosa; en el operativo se fueron algunos inocentes, pero nadie se quejó.

[caption id="attachment_429835" align="aligncenter" width="400"] Foto: Diario del Sur[/caption]

Un año después, 2005, el huracán “Stan” se hizo cargo de ayudar a los elementos policíacos, ya que arrasó con las vías férreas que nunca volvieron a ser compuestas y el tren, “La Bestia”, dejó de ser un medio de transporte, migrantes ilegales en busca del sueño americano y pandilleros a la caza de incautos se movieron a la ciudad de Arriaga, desde dónde inicia actualmente el tren hacia el centro del país.

En su evolución, las “clicas” se han ido adaptando, se volvieron menos obvios, más sagaces, organizados, pues.

Los pandilleros que iniciaron con negocios de poca monta han cambiado hoy las “chimbas” por armas de grueso calibre y sus actividades involucran desde pequeños asaltos, a redes de trata de personas, prostitución, pornografía infantil y venta y distribución de marihuana.

De 2015 a la fecha, el grupo antimaras que opera en la región del Soconuso ha logrado la detención de aproximadamente 56 integrantes de la Mara Salvatrucha y Barrio 18, aunque en estas detenciones sólo han asegurado cuatro “chimbas”, mientras que les retuvieron 12 armas de fuego tipo escuadra de diferentes calibres.

Y aunque al inicio era más un problema de migrantes, hondureños, salvadoreños, hombres desesperados o sociópatas, hoy día la preocupación es mayor, pues se detecta cada vez con mayor frecuencia el uso o integración de niños y jóvenes reclutados por las pandillas para actos criminales.

Autoridades mexicanas y guatemaltecas dan cuenta de la presencia de menores de edad, tanto migrantes de paso por México que en su intento por llegar a los Estados Unidos son reclutados, como de niños y jóvenes mexicanos que van al lado guatemalteco, cuando se hacen “amigos” de chicos que ya están integrados en estas células delictivas.

[caption id="attachment_429832" align="aligncenter" width="400"] Foto: Diario del Sur[/caption]

Al respecto, la exrepresentante de la Comisión Presidencial contra la Discriminación y el Racismo de Guatemala en la administración pasada, María Trinidad Gutiérrez Pérez, dio a conocer que el crimen organizado e integrantes de la Mara Salvatrucha realizan el reclutamiento de menores de edad, quienes son utilizados para pornografía infantil, con lo cual se violentan sus derechos humanos, aprovechándose de la vulnerabilidad en que se encuentran los menores de 17 años de edad.

Gutiérrez Pérez explicó que los menores abandonan sus países en busca de mejores condiciones de vida, pero son reclutados por los delincuentes que los deslumbran asegurándoles que ganarán grandes cantidades de dinero. Lo que no les advierten es que puede costarles la vida, pues en las “clicas” no hay amigos, no hay parientes, no hay piedad.

La funcionaria guatemalteca comentó que se tienen documentados casos de la captación de la delincuencia a niños, como el caso de las bandas de “maras”, las cuales nutren a los grupos criminales tanto en México como en Guatemala. Mencionó que se ha detectado la presencia de menores chapines en los estados mexicanos de Baja California, Quintana Roo, Campeche, Ciudad de México, Sonora, Tabasco y Veracruz.

Insistió en que los peligros a los que se enfrentan los menores son múltiples, entre ellos la violencia del crimen organizado, asesinatos, prostitución y narcotráfico, así como la explotación laboral, aunque reconoció que esa problemática también la vive Guatemala.

Dijo que los departamentos con mayor expulsión de niños migrantes son Jalapa, Jutiapa, Chiquimula, Baja Verapaz, Escuintla, Mazatenango y Retalhuleu, donde los menores son adiestrados por los mismos delincuentes, con armas automáticas.

Además, María Trinidad da la voz de alarma, al advertir que el Gobierno de Guatemala ha detectado la presencia de niños mexicanos en tránsito, los cuales incursionan en las estructuras criminales, motivo por el cual se está trabajando en intercambio de información binacional.

Al respecto, explicó que la manera de llevarlos es que haciendo amistad con niños guatemaltecos y esa relación los lleva al país centroamericano, aunque hasta ahora no se cuenta con una base de datos que pueda precisar el número de menores mexicanos delincuentes en ese país centroamericano.

Actualmente, este fenómeno delictivo está siendo investigado y perseguido por la Procuraduría General de justicia en Chiapas, la cual continúa buscando a las escasas células que se ubican en este reducto fronterizo del país para castigarlas con todo el peso de la ley.

RECUADRO

Las maras son organizaciones delictivas que se iniciaron en Los Ángeles, California, en la década de los años 80. A partir de ahí, el fenómeno delictivo fue asociado con pandillas criminales que se han internacionalizado tanto, que células y clicas se han establecido en toda América Latina, sembrando el terror con asesinatos, secuestros y extorsiones.

En México, en particular en Chiapas, la presencia de la Mara se recrudece debido a que los países centroamericanos -El Salvador, Honduras y Guatemala- en las décadas de los 90 iniciaron el contraataque con operativos y leyes de seguridad para erradicar los índices de violencia, esto sumado a otros factores como la migración del sur al norte y la deportación de los pandilleros de EU a sus países de origen hace muy difícil el combate a este tipo de delincuencia por su capacidad de movilización e invisivilización.

La Procuraduría chiapaneca habría ordenado a principios del 2000 el combate interinstitucional en contra de estos grupos de pandilleros y, sólo después, quedó integrado el Grupo Anti Pandilla (GAP), logrando casi erradicar toda presencia de la MS 13 y de los Barrio 18.

Tapachula, Chis..- Las “chimbas” son armas “hechizas”, es decir, fabricadas por el individuo con elementos al alcance de su mano y que no suelen ser detectadas por la autoridad, pues al ser realizadas con elementos caseros no hay forma de saber su procedencia ni quién pudo o no utilizarlas.

Tapachula, por ser una ciudad fronteriza, fue víctima durante varios años de la delincuencia creciente y violenta que ejercen los Mara Salvatrucha, pandillas conformadas principalmente por centroamericanos varados en la ciudad a la espera del tren, mejor conocido como “La Bestia”.

De pronto, aparecieron pintas en las paredes que nadie parecía entender; asaltos, violaciones y violencia incontrolable eran “el pan de cada día”. Mara Salvatrucha, Barrio 13, Barrio 18 y “clicas” (grupos de pandilleros) comenzaron a hacerse palabras de uso corriente entre los adultos, con miedo; entre jóvenes con temor, admiración y curiosidad.

La policía de los distintos niveles parecía incapaz de combatir este flagelo que comenzaba a permear entre los jóvenes de este lado de la frontera.

La gota que derramó el vaso ocurrió en un desfile de 20 de noviembre de 2004, cuando al finalizar, chicos pandilleros del Barrio 13 se enfrentaron con jóvenes de Barrio 18. Los estudiantes y asistentes huyeron despavoridos, muchos negocios cerraron y hubo una especie de toque de queda en el primer cuadro de la ciudad.

Ese día todos supimos qué era una “chimba”, una pistola hecha con tubos de cañería, un resorte y una bala de calibre equivalente al tamaño del tubo que se está utilizando, rústica y “hechiza”, pero igual cumple su cometido: daña, lesiona, mata.

Al otro día, la reacción: elementos policíacos iniciaron una especie de “razzia” sobre todos los jóvenes con tatuajes o de apariencia sospechosa; en el operativo se fueron algunos inocentes, pero nadie se quejó.

[caption id="attachment_429835" align="aligncenter" width="400"] Foto: Diario del Sur[/caption]

Un año después, 2005, el huracán “Stan” se hizo cargo de ayudar a los elementos policíacos, ya que arrasó con las vías férreas que nunca volvieron a ser compuestas y el tren, “La Bestia”, dejó de ser un medio de transporte, migrantes ilegales en busca del sueño americano y pandilleros a la caza de incautos se movieron a la ciudad de Arriaga, desde dónde inicia actualmente el tren hacia el centro del país.

En su evolución, las “clicas” se han ido adaptando, se volvieron menos obvios, más sagaces, organizados, pues.

Los pandilleros que iniciaron con negocios de poca monta han cambiado hoy las “chimbas” por armas de grueso calibre y sus actividades involucran desde pequeños asaltos, a redes de trata de personas, prostitución, pornografía infantil y venta y distribución de marihuana.

De 2015 a la fecha, el grupo antimaras que opera en la región del Soconuso ha logrado la detención de aproximadamente 56 integrantes de la Mara Salvatrucha y Barrio 18, aunque en estas detenciones sólo han asegurado cuatro “chimbas”, mientras que les retuvieron 12 armas de fuego tipo escuadra de diferentes calibres.

Y aunque al inicio era más un problema de migrantes, hondureños, salvadoreños, hombres desesperados o sociópatas, hoy día la preocupación es mayor, pues se detecta cada vez con mayor frecuencia el uso o integración de niños y jóvenes reclutados por las pandillas para actos criminales.

Autoridades mexicanas y guatemaltecas dan cuenta de la presencia de menores de edad, tanto migrantes de paso por México que en su intento por llegar a los Estados Unidos son reclutados, como de niños y jóvenes mexicanos que van al lado guatemalteco, cuando se hacen “amigos” de chicos que ya están integrados en estas células delictivas.

[caption id="attachment_429832" align="aligncenter" width="400"] Foto: Diario del Sur[/caption]

Al respecto, la exrepresentante de la Comisión Presidencial contra la Discriminación y el Racismo de Guatemala en la administración pasada, María Trinidad Gutiérrez Pérez, dio a conocer que el crimen organizado e integrantes de la Mara Salvatrucha realizan el reclutamiento de menores de edad, quienes son utilizados para pornografía infantil, con lo cual se violentan sus derechos humanos, aprovechándose de la vulnerabilidad en que se encuentran los menores de 17 años de edad.

Gutiérrez Pérez explicó que los menores abandonan sus países en busca de mejores condiciones de vida, pero son reclutados por los delincuentes que los deslumbran asegurándoles que ganarán grandes cantidades de dinero. Lo que no les advierten es que puede costarles la vida, pues en las “clicas” no hay amigos, no hay parientes, no hay piedad.

La funcionaria guatemalteca comentó que se tienen documentados casos de la captación de la delincuencia a niños, como el caso de las bandas de “maras”, las cuales nutren a los grupos criminales tanto en México como en Guatemala. Mencionó que se ha detectado la presencia de menores chapines en los estados mexicanos de Baja California, Quintana Roo, Campeche, Ciudad de México, Sonora, Tabasco y Veracruz.

Insistió en que los peligros a los que se enfrentan los menores son múltiples, entre ellos la violencia del crimen organizado, asesinatos, prostitución y narcotráfico, así como la explotación laboral, aunque reconoció que esa problemática también la vive Guatemala.

Dijo que los departamentos con mayor expulsión de niños migrantes son Jalapa, Jutiapa, Chiquimula, Baja Verapaz, Escuintla, Mazatenango y Retalhuleu, donde los menores son adiestrados por los mismos delincuentes, con armas automáticas.

Además, María Trinidad da la voz de alarma, al advertir que el Gobierno de Guatemala ha detectado la presencia de niños mexicanos en tránsito, los cuales incursionan en las estructuras criminales, motivo por el cual se está trabajando en intercambio de información binacional.

Al respecto, explicó que la manera de llevarlos es que haciendo amistad con niños guatemaltecos y esa relación los lleva al país centroamericano, aunque hasta ahora no se cuenta con una base de datos que pueda precisar el número de menores mexicanos delincuentes en ese país centroamericano.

Actualmente, este fenómeno delictivo está siendo investigado y perseguido por la Procuraduría General de justicia en Chiapas, la cual continúa buscando a las escasas células que se ubican en este reducto fronterizo del país para castigarlas con todo el peso de la ley.

RECUADRO

Las maras son organizaciones delictivas que se iniciaron en Los Ángeles, California, en la década de los años 80. A partir de ahí, el fenómeno delictivo fue asociado con pandillas criminales que se han internacionalizado tanto, que células y clicas se han establecido en toda América Latina, sembrando el terror con asesinatos, secuestros y extorsiones.

En México, en particular en Chiapas, la presencia de la Mara se recrudece debido a que los países centroamericanos -El Salvador, Honduras y Guatemala- en las décadas de los 90 iniciaron el contraataque con operativos y leyes de seguridad para erradicar los índices de violencia, esto sumado a otros factores como la migración del sur al norte y la deportación de los pandilleros de EU a sus países de origen hace muy difícil el combate a este tipo de delincuencia por su capacidad de movilización e invisivilización.

La Procuraduría chiapaneca habría ordenado a principios del 2000 el combate interinstitucional en contra de estos grupos de pandilleros y, sólo después, quedó integrado el Grupo Anti Pandilla (GAP), logrando casi erradicar toda presencia de la MS 13 y de los Barrio 18.

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