Kabul, Afganistán.- Desde que Rokhsar Azami recorre las calles de Kabul al volante de su Toyota, se enfrenta a la condescendencia o, en el peor de los casos, a la locura de sus compatriotas masculinos dispuestos a chocar con ella para entablar conversación.
Pero en Afganistán, donde las mujeres al volante son pocas, esta periodista de 23 años no piensa echar el freno.
Rokhsar comenzó a conducir para evitar el acoso que padecía en la calle cuando esperaba cada mañana que un taxi quisiera llevarla a su trabajo.
Sin embargo, conducir su propio vehículo no la protege de las miradas furibundas de algunos hombres que prefieren confinar a las mujeres en casa. "Como muchos hombres nunca han visto a una mujer conducir, me acosan", explica Rokhsar.
"A veces, quieren entablar una conversación. Uno de los modos que han encontrado es provocar un accidente", explica esta mujer, al recordar el día en que se dio cuenta de que un coche de gran cilindrada con cuatro o cinco desconocidos a bordo la seguían.
Los hombres llegaron a bloquearla en una calle medio desierta del centro de Kabul, pero cuando empezaron a bajar del vehículo, Rokhsar dio marcha atrás y pisó el acelerador a fondo logrando huir. "Una experiencia horrible", asegura. (AFP)
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