“Pásala”, “estoy solo”, “una vuelta más”, el eco comienza a irse, el coronavirus aleja a la gente de los deportivos y los dibuja como sitios fantasma. La ropa ligera y los zapatos de futbol tienen que guardarse en casa un tiempo, se estiman dos o tres semanas, pero pueden ser más.
El COVID-19 es cosa seria, México tardó en reaccionar, sin embargo, está a tiempo de frenar más contagios. Si los atletas de alto rendimiento detuvieron sus actividades, el resto comienza a hacerlo también.
ESTO realizó un recorrido por algunos de los deportivos más concurridos de la capital y constató que los visitantes se alejan.
Las múltiples canchas de la Ciudad Deportiva, las que se ven desde la parte elevada de la línea 9 del metro, están semivacías y algunas instalaciones cerradas.
A 12 kilómetros de ese lugar, en la delegación Gustavo A. Madero, los deportivos Hermanos Galeana y Deportivo 18 de Marzo, todavía reciben a deportistas, sin embargo, no son en grandes masas.
En el norte, en el Deportivo Reynosa, lugar lleno de canchas de futbol, la afluencia vino a menos en los últimos días. Ese efecto no es exclusivo de la capital, lo mismo sucede en sus alrededores, en Tultepec el Deportivo Teyahualco recibe por las mañanas a menos gente de las que acostumbra.
Las actividades al aire libre son las que se llegan a observar en todos los lugares explorados, los deportes en salones cerrados están cancelados. Los pocos visitantes, algunos acuden con tapabocas, sin embargo, las medidas sanitarias son escasas.
México sigue en fase 1 de COVID-19, sin embargo, las medidas empiezan a ser drásticas, pero necesarias.
El deporte está en pausa, los deportivos sin vida lo atestiguan.
Correr sin freno en Deportivo Teyahualco
Amanece en Tultepec, el deportivo Teyahualco abre sus puertas y espera recibir a sus decenas de deportistas, sin embargo, no son días comunes. El coronavirus ha hecho que la gente deje de ir en grandes masas a realizar sus ejercicios rutinarios. Son las 8:00 horas, el sol les provoca sudor a las personas que comienzan a correr, pero son pocas.
Trotar alrededor del campo de tierra es lo único que pueden hacer los visitantes, el COVID-19 obliga al sitio a restringir el uso de la alberca o las bicicletas estáticas. Nadie llega, nadie se va. En el grupo que corre, integrado por siete mujeres, sólo dos llevan tapabocas, el resto corre sin ninguna medida sanitaria.
Los grados centígrados son más, el cansancio también, pero los deportistas siguen con sus ejercicios sin freno alguno.
A un lado del campo, en el asfalto, algunas personas llenan botes de piedras y los levantan como si fueran pesas.
El número total de personas en el lugar son diez, nada comparado con "las treinta o cuarenta gentes que vienen a diario, el coronavirus ha hecho que vengan pocos", dice Alberto García, habitante de Villa de las Flores, quien da detalles sobre el tema.
Tras casi una hora de ejercicio, los visitantes comienzan a irse "sé que la situación actual no es la mejor, pero tengo que correr, uso tapabocas", comenta Rosalinda, sube a su bicicleta y se aleja del lugar.
Todavía se ve gente, pero pronto, pueden estar vacíos.