/ viernes 13 de octubre de 2023

Murió el astrofísico Hubert Reeves, el narrador del Universo que quería salvar la Tierra

Su conocimiento de los planetas y su pasión por la naturaleza lo llevan a comprometerse en la defensa del planeta y de su medioambiente

Vivía con la mente en las estrellas y los pies sobre la Tierra: el astrofísico Hubert Reeves, fallecido este viernes en París a los 91 años, fue un genial narrador de la historia de Universo, la pasión de su vida, pero también un ardiente defensor del planeta.

"Toda mi familia se suma en el dolor de anunciarles que nuestro querido padre se ha marchado rumbo a las estrellas", escribió Benoit Reeves en la red social.

Foto: AFP

Reeves, que falleció en París, fue un notable narrador de la historia del Universo, la pasión de su vida, dedicada además a promover la protección del planeta azul.

"Hoy Quebec ha perdido a un divulgador sin par, un renombrado astrofísico. Hubert Reeves supo hallar las palabras para hacernos comprender la humanidad y lo infinito", comentó el primer ministro de la provincia canadiense francófona, François Legault.

Se enamoró de los cielos estrellados

Nacido en Montreal el 13 de julio de 1932, el científico con aspecto de druida galo por su barba y pelo largos, tenía el don de comunicar con facilidad complejos fenómenos físicos "a todos aquellos a quienes el mundo maravilla".

Comenzó desde muy joven a saciar su sed de conocimientos en la casa familiar de Bellevue en Quebec.

Hoy se fue como había venido: convertido en polvo estelarFrançois Legault, primer ministro

Por las noches, la familia salía a admirar el cielo estrellado: el pequeño Hubert comenzó a reconocer y aprender las constelaciones con un atlas astronómico.

El niño estaba fascinado por el padre Louis-Marie, ex enamorado de su madre convertido en monje, que le hizo descubrir su laboratorio en la granja experimental del monasterio. "Me nutrí con sus enseñanzas y gracias a él comprendí el placer de revelar el mundo a los demás", contó.

Le divertía la matemática y se destacaba en física: a los 18 decidió ser astrónomo.

Foto: AFP

Cursó un doctorado en la prestigiosa universidad estadounidense de Cornell (Estado de Nueva York), donde vivió "momentos deliciosos", "siempre aprendiendo cosas nuevas" en un ambiente estimulante.

"No creo que en mi vida haya hecho esfuerzos más rendidores que aquellos", relató en sus memorias.

Contar el Universo

El joven investigador se apasionó por el nacimiento, la vida y la muerte de las estrellas, se interrogó sobre el big bang y a partir de los años 60 pasó a ser consejero científico de la NASA en la época en que Estados Unidos se lanzaba de lleno a la conquista del espacio.

Sin embargo, fue en Bélgica, invitado por la Universidad de Bruselas, que decidió dedicarse a la docencia en 1964, antes de radicarse en Francia un año más tarde, como director del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) y consejero del Comisionado de Energía Atómica (CEA).

Participó una tras otra en conferencias y congresos internacionales, prosiguió con sus trabajos de investigación y dictó clases en la Universidad de Montreal.

Su vida privada se vio afectada por un divorcio seguido de una depresión, pero los superó, se casó con otra mujer y adquirió una casa de campo en Borgoña, Francia, a la que regresó a menudo para retomar contacto con la naturaleza.

Dotado de un gran talento narrativo heredado de su abuela materna Charlotte Tourangeau, que lo hacía soñar cuando era niño contándole historias interminables, decidió escribir un libro, "Paciencia en el azul del cielo" (1981), para contar la historia del Universo.

El éxito supera todas las expectativas y Hubert Reeves comienza entonces una nueva carrera literaria como divulgador científico.

Foto: AFP

Entre sus numerosos libros famosos, "El sentido del Universo", "Últimas noticias del Cosmos", "Meditaciones cósmicas" o "El futuro de la vida en la Tierra".

La astronomía es un tema complejo, pero Reeves apasionó a un público muy amplio porque supo volver accesible su pensamiento. "Mirar lejos, es mirar temprano", decía, para evocar la relación espacio-tiempo.

Hubert Reeves, por decisión de la Unión astronómica internacional, dio nombre en 1999 a un asteroide. Realizó numerosas películas, programas de televisión y espectáculos científicos. Una cuestión fundamental subyacía en todas sus reflexiones: ¿Tiene sentido el Universo?

Salvar el planeta

Su conocimiento de los planetas y su pasión por la naturaleza lo llevan a comprometerse en la defensa del planeta y de su medioambiente.

En 2001 se convirtió en presidente de la ONG Humanidad y Boidiversidad. Desde allí lanzó advertencias sobre la desaparición de las especies y el cambio climático, interpelando a la clase política.

"Estamos ante un combate entre dos fuerzas poderosas antagónicas: el deterioro del planeta (...) y los proyectos de restauración. ¿Quién ganará? Nadie lo sabe", se interrogaba este padre de cuatro hijos y abuelo de ocho nietos.

Para él, salvar el planeta era un tema afectivo fundamental. "La ecología, no es una gran problema sino miles de pequeños problemas, a veces cotidianos. Entonces, se trata de que la gente 'los quiera afrontar'", dijo en una entrevista con la AFP en 2018, en ocasión del estreno de un documental sobre protección de la biodiversidad.

Vivía con la mente en las estrellas y los pies sobre la Tierra: el astrofísico Hubert Reeves, fallecido este viernes en París a los 91 años, fue un genial narrador de la historia de Universo, la pasión de su vida, pero también un ardiente defensor del planeta.

"Toda mi familia se suma en el dolor de anunciarles que nuestro querido padre se ha marchado rumbo a las estrellas", escribió Benoit Reeves en la red social.

Foto: AFP

Reeves, que falleció en París, fue un notable narrador de la historia del Universo, la pasión de su vida, dedicada además a promover la protección del planeta azul.

"Hoy Quebec ha perdido a un divulgador sin par, un renombrado astrofísico. Hubert Reeves supo hallar las palabras para hacernos comprender la humanidad y lo infinito", comentó el primer ministro de la provincia canadiense francófona, François Legault.

Se enamoró de los cielos estrellados

Nacido en Montreal el 13 de julio de 1932, el científico con aspecto de druida galo por su barba y pelo largos, tenía el don de comunicar con facilidad complejos fenómenos físicos "a todos aquellos a quienes el mundo maravilla".

Comenzó desde muy joven a saciar su sed de conocimientos en la casa familiar de Bellevue en Quebec.

Hoy se fue como había venido: convertido en polvo estelarFrançois Legault, primer ministro

Por las noches, la familia salía a admirar el cielo estrellado: el pequeño Hubert comenzó a reconocer y aprender las constelaciones con un atlas astronómico.

El niño estaba fascinado por el padre Louis-Marie, ex enamorado de su madre convertido en monje, que le hizo descubrir su laboratorio en la granja experimental del monasterio. "Me nutrí con sus enseñanzas y gracias a él comprendí el placer de revelar el mundo a los demás", contó.

Le divertía la matemática y se destacaba en física: a los 18 decidió ser astrónomo.

Foto: AFP

Cursó un doctorado en la prestigiosa universidad estadounidense de Cornell (Estado de Nueva York), donde vivió "momentos deliciosos", "siempre aprendiendo cosas nuevas" en un ambiente estimulante.

"No creo que en mi vida haya hecho esfuerzos más rendidores que aquellos", relató en sus memorias.

Contar el Universo

El joven investigador se apasionó por el nacimiento, la vida y la muerte de las estrellas, se interrogó sobre el big bang y a partir de los años 60 pasó a ser consejero científico de la NASA en la época en que Estados Unidos se lanzaba de lleno a la conquista del espacio.

Sin embargo, fue en Bélgica, invitado por la Universidad de Bruselas, que decidió dedicarse a la docencia en 1964, antes de radicarse en Francia un año más tarde, como director del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) y consejero del Comisionado de Energía Atómica (CEA).

Participó una tras otra en conferencias y congresos internacionales, prosiguió con sus trabajos de investigación y dictó clases en la Universidad de Montreal.

Su vida privada se vio afectada por un divorcio seguido de una depresión, pero los superó, se casó con otra mujer y adquirió una casa de campo en Borgoña, Francia, a la que regresó a menudo para retomar contacto con la naturaleza.

Dotado de un gran talento narrativo heredado de su abuela materna Charlotte Tourangeau, que lo hacía soñar cuando era niño contándole historias interminables, decidió escribir un libro, "Paciencia en el azul del cielo" (1981), para contar la historia del Universo.

El éxito supera todas las expectativas y Hubert Reeves comienza entonces una nueva carrera literaria como divulgador científico.

Foto: AFP

Entre sus numerosos libros famosos, "El sentido del Universo", "Últimas noticias del Cosmos", "Meditaciones cósmicas" o "El futuro de la vida en la Tierra".

La astronomía es un tema complejo, pero Reeves apasionó a un público muy amplio porque supo volver accesible su pensamiento. "Mirar lejos, es mirar temprano", decía, para evocar la relación espacio-tiempo.

Hubert Reeves, por decisión de la Unión astronómica internacional, dio nombre en 1999 a un asteroide. Realizó numerosas películas, programas de televisión y espectáculos científicos. Una cuestión fundamental subyacía en todas sus reflexiones: ¿Tiene sentido el Universo?

Salvar el planeta

Su conocimiento de los planetas y su pasión por la naturaleza lo llevan a comprometerse en la defensa del planeta y de su medioambiente.

En 2001 se convirtió en presidente de la ONG Humanidad y Boidiversidad. Desde allí lanzó advertencias sobre la desaparición de las especies y el cambio climático, interpelando a la clase política.

"Estamos ante un combate entre dos fuerzas poderosas antagónicas: el deterioro del planeta (...) y los proyectos de restauración. ¿Quién ganará? Nadie lo sabe", se interrogaba este padre de cuatro hijos y abuelo de ocho nietos.

Para él, salvar el planeta era un tema afectivo fundamental. "La ecología, no es una gran problema sino miles de pequeños problemas, a veces cotidianos. Entonces, se trata de que la gente 'los quiera afrontar'", dijo en una entrevista con la AFP en 2018, en ocasión del estreno de un documental sobre protección de la biodiversidad.

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