/ miércoles 21 de diciembre de 2022

Jaguar: No todo está perdido para el “felino de felinos”

En los últimos 10 años la población del jaguar incrementó 20 por ciento gracias a las acciones de conservación que han puesto en marcha diversas asociaciones públicas y privadas

Balam es la palabra que los mayas utilizaban cuando lo veían, y para los aztecas era el título más importante que alguien podía recibir, mientras que los olmecas tapizaban sus cuevas con su figura.

El jaguar es uno de los animales más emblemáticos de México gracias a su peso histórico y cultural.

Esta especie, que es nativa del continente americano, habita en la mayor parte del territorio mexicano; desde el árido norte de Sonora, hasta las húmedas selvas de la península de Yucatán.

Y aunque la especie se encuentra en grave peligro en México y en el mundo por consecuencia de las acciones humanas, ya están en marcha varias iniciativas que buscan asegurar un futuro para él.

En octubre del 2021 se realizó por primera vez en México el Censo Nacional sobre el Jaguar (Cenjaguar), el cual reveló que en los últimos 10 años la población del jaguar incrementó 20 por ciento gracias a las acciones de conservación.

El “felino de felinos”

El jaguar es el felino más grande en toda América y el tercero en todo el mundo (después del tigre y el león). El color de su piel varía desde un amarillo pálido hasta un café rojizo y un blanco que recorre desde su pecho hasta sus extremidades.

Uno de sus mayores distintivos son las manchas en su pelaje, aunque existen algunos ejemplares que son completamente negros, sobre los que apenas se diferencían sus manchas y pueden llegar a medir hasta 1 metro 85 centímetros y pesar hasta 160 kilos.

Si bien es un felino con un gran peso y tamaño, también es capaz de escalar árboles de varios metros y recorrer grandes distancias de agua nadando.

De acuerdo con datos de National Geographic, al jaguar, a diferencia de los otros felinos, no sólo le gusta el agua, también es un excelente nadador. La especie está adaptada a la caza acuática y subacuática gracias a que reciben las vibraciones de los peces a través de sus patas y bigotes.

Un estudio realizado por Alianza WWF y Fundación Telcel México, señala que poseen una gran inteligencia, y que emplean diferentes prácticas para cuidarse de otras especies. Por ejemplo, sus habilidades en el agua las utilizan para evitar a los mosquitos, permaneciendo sumergidos para no ser víctima de sus picaduras.

A pesar de ser un gran depredador, el jaguar es un factor determinante para el equilibrio de su ecosistema ya que regula las poblaciones de sus presas y evita las plagas de algunas especies.

Asimismo, es una especie indicadora del estado de conservación de los ecosistemas, ya que es muy sensible a los cambios en la cobertura boscosa de su hábitat, de los cuerpos de agua y de la población de otras especies.

De acuerdo con un reporte realizado por el equipo de Ecosistemas Terrestres de la iniciativa Osa y Golfito, la presencia de jaguares dentro de un ecosistema es un indicador de un entorno natural sano.

La presencia de poblaciones estables de jaguar también es un indicador de que existen suficientes presas de agua de las que se pueden alimentar estos felinos, lo que también garantiza agua para las otras especies.

Herencia cultural

Este felino ha sido protagonista de un sinnúmero de representaciones culturales en México desde la época prehispánica. Entre las civilizaciones que más lo veneraban están los mayas, quienes lo llamaban Balam y era el protagonista de muchos de sus mitos y leyendas.

De acuerdo con el libro El Pueblo del Jaguar (Los Olmecas Arqueológicos), publicado por Román Piña Chan y Luis Covarrubias, la primera representación arqueológica del jaguar fue en la cueva de los Machines, perteneciente al Corredor de Cuevas de Mitla y Yagul, en el estado de Oaxaca.

En 2010, el Corredor fue declarado patrimonio mundial por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (UNESCO).

Pero, ¿qué hacía tan popular a esta especie? Los ancestros de civilizaciones precolombinas relacionaban al jaguar con diferentes aspectos de su vida cotidiana, todos ellos vinculados con el poder y la naturaleza. Los olmecas lo relacionaban con la tierra, la lluvia y la agricultura. Mientras que para los teotihuacanos representaba a Tlaloc, el dios de la lluvia y la fertilidad.

Después de ser uno de los grandes representantes de México ante el mundo durante varios siglos, en 2017 el felino recibió el título de Patrimonio Cultural y Natural del Estado de Oaxaca.

En peligro de extinción

Si bien la belleza de este animal le ha otorgado el reconocimiento de diversas civilizaciones a lo largo de los años, también ha representado un peligro para su supervivencia.

A nivel mundial, la especie está catalogada como Casi Amenazada en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Mientras que en México, se encuentra en peligro de extinción.

Hoy en día el jaguar vive entre la espada y la pared. Entre la destrucción de su hábitat y su caza ilegal, la población de la especie ha disminuido de manera significativa.

Según estimaciones del Fondo Mundial para la Naturaleza, WWF por sus siglas en inglés, la especie ha perdido más del 50 por ciento de su rango de distribución histórico.

Lo alarmante es que sólo el 20 por ciento de esa pérdida se ha dado en los últimos 17 años. Además, hoy en día ya se encuentra extinto en países como El Salvador y Uruguay.

¿Qué se está haciendo?

En aras de recuperar la población de la especie, algunas empresas y organizaciones, han puesto en marcha iniciativas de conservación, entre ellas santuarios de conservación y áreas naturales protegidas.

“Algunas de las acciones de conservación son rehabilitar los ejemplares rescatados mediante técnicas de enriquecimiento ambiental y conductual y llevar a cabo un análisis genético de ejemplares para establecer el origen de cada ejemplar para generar las acciones base para el programa de reproducción con fines de reinserción en áreas naturales protegidas”, cuenta en entrevista con El Sol de México Ithiel Berrum, Director General de Reino Animal.

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza cataloga como indispensables las acciones de conservación del jaguar ya que es una especie sombrilla. Es decir, su conservación contribuye a la protección del ecosistema en el que habita y de las especies con las que coexiste.

Una de las reservas ecológicas que promueven su conservación en México es la Reserva de la Biosfera de Calakmul, la cual no sólo alberga al jaguar, sino que también acoge al 80 por ciento de las especies vegetales de la península de Yucatán, además de 350 especies de aves y más de 100 mamíferos.

Por otra parte, uno de los espacios especializados en la conservación de la especie es el Santuario Jaguar, fundado por la marca Kinder en colaboración con Reino Animal.

“Estábamos buscando un proyecto que hiciera sentido con la colección de animales. Seleccionamos al Santuario Jaguar, con Reino Animal ya que además de rescatar a la especie, tiene un componente de preservación de la especie a largo plazo, lo que hace que el proyecto cumpla la expectativa de ayudar a que las nuevas generaciones vean la responsabilidad social de otra forma”, explica a este medio Solange Massimi, Directora de Comunicación Corporativa de Ferrero México.

La zona en donde se encuentra esta especie es el Área de Crianza Salvaje, en donde los jaguares pueden moverse y desarrollarse con libertad sin la intervención humana. El objetivo del área es que los jaguares logren una vida plena en cautiverio para después ser reincorporados a la naturaleza.

“Cuando pensamos en cuál sería su futuro, platicamos en que sería muy importante lograr que los jaguares que nacieran aquí puedan reintegrarse a la vida silvestre. De ahí nace la idea de crear un área completamente apartada, sin contacto humano y con las condiciones óptimas para que estos jaguares puedan, cuando tengan las habilidades apropiadas, integrarse en la vida silvestre”, añadió Massimi.

Esta área cuenta con inversión de Ferrero México, así como de lo recaudado en el concierto de navidad “Golden Symphony” organizado por la empresa Ferrero Rocher.

El Santuario hoy cumple con la función de acoger jaguares en situación de peligro, rehabilitarlos y brindarles brindarles espacios para propiciar su desarrollo.

“Uno de los retos en el desarrollo de este proyecto fue realizar la construcción apegada a nuestro modelo de arquitectura sustentable. También, desarrollarlo totalmente apegado a la normatividad del INAH, ya que el parque se encuentra dentro de lo que fue la ciudad prehispánica”, añadió Berrum.

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El Santuario tiene diferentes áreas entre las que se incluye la zona interactiva “Tu que puedes hacer ayudar”, en donde se brindan consejos a las personas para que sepan qué acciones tomar y cómo apoyar a la conservación de esta especie.

La meta propuesta por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es tener una población de ocho mil jaguares en la siguiente década como resultado de las acciones de conservación y educación ambiental.

Así como estos, existen otros grandes esfuerzos por apoyar y desarrollar corredores ecológicos para que la especie cuente con más espacios en los que pueda nacer, crecer y reproducirse con libertad.

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Balam es la palabra que los mayas utilizaban cuando lo veían, y para los aztecas era el título más importante que alguien podía recibir, mientras que los olmecas tapizaban sus cuevas con su figura.

El jaguar es uno de los animales más emblemáticos de México gracias a su peso histórico y cultural.

Esta especie, que es nativa del continente americano, habita en la mayor parte del territorio mexicano; desde el árido norte de Sonora, hasta las húmedas selvas de la península de Yucatán.

Y aunque la especie se encuentra en grave peligro en México y en el mundo por consecuencia de las acciones humanas, ya están en marcha varias iniciativas que buscan asegurar un futuro para él.

En octubre del 2021 se realizó por primera vez en México el Censo Nacional sobre el Jaguar (Cenjaguar), el cual reveló que en los últimos 10 años la población del jaguar incrementó 20 por ciento gracias a las acciones de conservación.

El “felino de felinos”

El jaguar es el felino más grande en toda América y el tercero en todo el mundo (después del tigre y el león). El color de su piel varía desde un amarillo pálido hasta un café rojizo y un blanco que recorre desde su pecho hasta sus extremidades.

Uno de sus mayores distintivos son las manchas en su pelaje, aunque existen algunos ejemplares que son completamente negros, sobre los que apenas se diferencían sus manchas y pueden llegar a medir hasta 1 metro 85 centímetros y pesar hasta 160 kilos.

Si bien es un felino con un gran peso y tamaño, también es capaz de escalar árboles de varios metros y recorrer grandes distancias de agua nadando.

De acuerdo con datos de National Geographic, al jaguar, a diferencia de los otros felinos, no sólo le gusta el agua, también es un excelente nadador. La especie está adaptada a la caza acuática y subacuática gracias a que reciben las vibraciones de los peces a través de sus patas y bigotes.

Un estudio realizado por Alianza WWF y Fundación Telcel México, señala que poseen una gran inteligencia, y que emplean diferentes prácticas para cuidarse de otras especies. Por ejemplo, sus habilidades en el agua las utilizan para evitar a los mosquitos, permaneciendo sumergidos para no ser víctima de sus picaduras.

A pesar de ser un gran depredador, el jaguar es un factor determinante para el equilibrio de su ecosistema ya que regula las poblaciones de sus presas y evita las plagas de algunas especies.

Asimismo, es una especie indicadora del estado de conservación de los ecosistemas, ya que es muy sensible a los cambios en la cobertura boscosa de su hábitat, de los cuerpos de agua y de la población de otras especies.

De acuerdo con un reporte realizado por el equipo de Ecosistemas Terrestres de la iniciativa Osa y Golfito, la presencia de jaguares dentro de un ecosistema es un indicador de un entorno natural sano.

La presencia de poblaciones estables de jaguar también es un indicador de que existen suficientes presas de agua de las que se pueden alimentar estos felinos, lo que también garantiza agua para las otras especies.

Herencia cultural

Este felino ha sido protagonista de un sinnúmero de representaciones culturales en México desde la época prehispánica. Entre las civilizaciones que más lo veneraban están los mayas, quienes lo llamaban Balam y era el protagonista de muchos de sus mitos y leyendas.

De acuerdo con el libro El Pueblo del Jaguar (Los Olmecas Arqueológicos), publicado por Román Piña Chan y Luis Covarrubias, la primera representación arqueológica del jaguar fue en la cueva de los Machines, perteneciente al Corredor de Cuevas de Mitla y Yagul, en el estado de Oaxaca.

En 2010, el Corredor fue declarado patrimonio mundial por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (UNESCO).

Pero, ¿qué hacía tan popular a esta especie? Los ancestros de civilizaciones precolombinas relacionaban al jaguar con diferentes aspectos de su vida cotidiana, todos ellos vinculados con el poder y la naturaleza. Los olmecas lo relacionaban con la tierra, la lluvia y la agricultura. Mientras que para los teotihuacanos representaba a Tlaloc, el dios de la lluvia y la fertilidad.

Después de ser uno de los grandes representantes de México ante el mundo durante varios siglos, en 2017 el felino recibió el título de Patrimonio Cultural y Natural del Estado de Oaxaca.

En peligro de extinción

Si bien la belleza de este animal le ha otorgado el reconocimiento de diversas civilizaciones a lo largo de los años, también ha representado un peligro para su supervivencia.

A nivel mundial, la especie está catalogada como Casi Amenazada en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Mientras que en México, se encuentra en peligro de extinción.

Hoy en día el jaguar vive entre la espada y la pared. Entre la destrucción de su hábitat y su caza ilegal, la población de la especie ha disminuido de manera significativa.

Según estimaciones del Fondo Mundial para la Naturaleza, WWF por sus siglas en inglés, la especie ha perdido más del 50 por ciento de su rango de distribución histórico.

Lo alarmante es que sólo el 20 por ciento de esa pérdida se ha dado en los últimos 17 años. Además, hoy en día ya se encuentra extinto en países como El Salvador y Uruguay.

¿Qué se está haciendo?

En aras de recuperar la población de la especie, algunas empresas y organizaciones, han puesto en marcha iniciativas de conservación, entre ellas santuarios de conservación y áreas naturales protegidas.

“Algunas de las acciones de conservación son rehabilitar los ejemplares rescatados mediante técnicas de enriquecimiento ambiental y conductual y llevar a cabo un análisis genético de ejemplares para establecer el origen de cada ejemplar para generar las acciones base para el programa de reproducción con fines de reinserción en áreas naturales protegidas”, cuenta en entrevista con El Sol de México Ithiel Berrum, Director General de Reino Animal.

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza cataloga como indispensables las acciones de conservación del jaguar ya que es una especie sombrilla. Es decir, su conservación contribuye a la protección del ecosistema en el que habita y de las especies con las que coexiste.

Una de las reservas ecológicas que promueven su conservación en México es la Reserva de la Biosfera de Calakmul, la cual no sólo alberga al jaguar, sino que también acoge al 80 por ciento de las especies vegetales de la península de Yucatán, además de 350 especies de aves y más de 100 mamíferos.

Por otra parte, uno de los espacios especializados en la conservación de la especie es el Santuario Jaguar, fundado por la marca Kinder en colaboración con Reino Animal.

“Estábamos buscando un proyecto que hiciera sentido con la colección de animales. Seleccionamos al Santuario Jaguar, con Reino Animal ya que además de rescatar a la especie, tiene un componente de preservación de la especie a largo plazo, lo que hace que el proyecto cumpla la expectativa de ayudar a que las nuevas generaciones vean la responsabilidad social de otra forma”, explica a este medio Solange Massimi, Directora de Comunicación Corporativa de Ferrero México.

La zona en donde se encuentra esta especie es el Área de Crianza Salvaje, en donde los jaguares pueden moverse y desarrollarse con libertad sin la intervención humana. El objetivo del área es que los jaguares logren una vida plena en cautiverio para después ser reincorporados a la naturaleza.

“Cuando pensamos en cuál sería su futuro, platicamos en que sería muy importante lograr que los jaguares que nacieran aquí puedan reintegrarse a la vida silvestre. De ahí nace la idea de crear un área completamente apartada, sin contacto humano y con las condiciones óptimas para que estos jaguares puedan, cuando tengan las habilidades apropiadas, integrarse en la vida silvestre”, añadió Massimi.

Esta área cuenta con inversión de Ferrero México, así como de lo recaudado en el concierto de navidad “Golden Symphony” organizado por la empresa Ferrero Rocher.

El Santuario hoy cumple con la función de acoger jaguares en situación de peligro, rehabilitarlos y brindarles brindarles espacios para propiciar su desarrollo.

“Uno de los retos en el desarrollo de este proyecto fue realizar la construcción apegada a nuestro modelo de arquitectura sustentable. También, desarrollarlo totalmente apegado a la normatividad del INAH, ya que el parque se encuentra dentro de lo que fue la ciudad prehispánica”, añadió Berrum.

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El Santuario tiene diferentes áreas entre las que se incluye la zona interactiva “Tu que puedes hacer ayudar”, en donde se brindan consejos a las personas para que sepan qué acciones tomar y cómo apoyar a la conservación de esta especie.

La meta propuesta por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es tener una población de ocho mil jaguares en la siguiente década como resultado de las acciones de conservación y educación ambiental.

Así como estos, existen otros grandes esfuerzos por apoyar y desarrollar corredores ecológicos para que la especie cuente con más espacios en los que pueda nacer, crecer y reproducirse con libertad.

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