Uno de los principales desafíos al intentar perder peso es lidiar con el persistente apetito causado por dietas que no logran saciarnos o satisfacer las necesidades de nuestro cuerpo. A menudo se cree que la fuerza de voluntad es la solución a este problema, pero un grupo de investigadores ha encontrado que puede estar relacionado con procesos cerebrales.
Un estudio llevado a cabo en el Instituto Garvan de Investigación Médica de Darlinghurst, Australia, reveló la existencia de un tipo de célula en nuestro cerebro que genera apetito cuando hay un exceso de energía en el cuerpo, lo cual se observa en personas que padecen sobrepeso u obesidad.
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Este hallazgo identifica que estas células no solo producen una molécula estimulante del hambre conocida como NPY, sino que también hacen que el cerebro sea más sensible a estos estímulos, lo que provoca un aumento del apetito en la persona.
Con esto en mente, los investigadores afirman que una persona con exceso de grasa en su organismo sentirá un apetito más pronunciado que alguien más delgado.
Según Herbert Herzog, uno de los autores del estudio, nuestro cerebro está "programado para resistir la pérdida de peso, ya que lo percibe como una amenaza para nuestra supervivencia".
"Nuestro estudio aborda una cuestión de larga data sobre cómo se controla el apetito y tiene el potencial de dirigir el desarrollo de terapias para la obesidad en una nueva dirección", agregó el científico.
En México, la obesidad representa uno de los principales problemas de salud pública debido a su rápido incremento en la población. Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de 2021, siete de cada diez personas en nuestro país tienen sobrepeso u obesidad.
Esta condición también aumenta el riesgo de desarrollar otras enfermedades crónicas, como la diabetes y las enfermedades cardíacas.
Si bien hay numerosos factores que influyen en su desarrollo, la acumulación excesiva de tejido graso, los hábitos alimenticios y el sedentarismo son elementos clave.
"Nuestro cerebro tiene mecanismos intrincados que detectan cuánta energía almacenamos en el cuerpo y ajusta, en consecuencia, el apetito. Una forma de hacerlo es a través de la molécula NPY, que el cerebro produce de forma natural en situaciones estresantes, como el hambre, para estimular la alimentación", explicó Herzog.
Lo normal es que los niveles de NPY disminuyan cuando estamos satisfechos. Sin embargo, "cuando hay excedentes prolongados de energía, como el exceso de grasa corporal, la célula NPY sigue estimulando el apetito, y queríamos saber por qué".
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Los investigadores esperan que este descubrimiento ayude a desarrollar medicamentos dirigidos específicamente a bloquear estos receptores en el cerebro, lo que haría que los tratamientos para perder peso sean más efectivos.
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