En todo el mundo, el conflicto entre Rusia y Ucrania ha generado una severa crisis, sobre todo a toda la región de Europa, ya que Moscú es uno de los principales distribuidores de energía de esa parte del mundo.
Si bien, otros continentes no han resentido ese golpe financiero tan fuerte, hay un país que aunque se acentúe la inflación, las empresas dentro de la región buscan la titánica manera que esta no afecte a los productos, y por consiguiente, a los precios.
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En los últimos meses, se ha analizado un aumento en diversos artículos que se utilizan en la vida cotidiana en el país Nipón, hecho que ha preocupado a medios locales, pues esto es una situación no muy común, pues Japón lleva décadas lidiando con un crecimiento muy bajo y una inflación inexistente.
Un ejemplo muy claro es el del dulce "Umaibo", barra de maíz inflado que desde su lanzamiento en 1979, no había tenido un cambio en su precio, sin embargo, la empresa anunció el incremento reciente en el costo.
El efecto de un país estancado
Desde 1990, la economía japonesa ha sido catalogada por economistas a nivel mundial en un estancamiento, alternando entre períodos de bajada de precios, conocida financieramente como deflación, y una ligera inflación, la cual permite que ni los salarios ni los precios aumenten.
Este "estancamiento" ha hecho que las empresas tengan que fijar los precios, y no variar mucho, pues en caso de modificar los costos, estos temen llegar a perder parte del mercado contra sus competidores.
Y una de las soluciones para mantener el mismo costo en los productos es que muchas compañías prefieren absorber sus costes adicionales en lugar de descargarlos sobre sus precios de venta.
Si bien, esto puede afectar la rentabilidad del producto, pues su costos aumentan y la ganancia se ve afectada, las marcas japonesas, sobre todo enfocadas a los alimentos, recurren a la "reduflación", termino enfocado en que el precio del producto no aumenta, pero la cantidad se reduce.
Contención de sueldos, la medida para evitar la subida de precios
Si bien, la idea de que los productos mantengan el mismo costo durante varios años suena muy bien, para llegar a esto, las empresas japonesas tienen una medida para contenerlo, el control de los sueldos.
De acuerdo con AFP, desde los años 2000, los grandes corporativos japoneses cambiaron los contratos, pues en vez de ser indefinidos, estos serían contratos temporales que les costaban mucho más barato, evitando además que los empleados puedan pedir un aumento de sueldo.
En Japón, se mantiene una negociación salarial conocida como "lucha de primavera" ("shunto"), sin embargo, los sindicatos de trabajadores dan más prioridad a la protección del empleo que a la revalorización de los sueldos, por lo que es una lucha que tardará mucho en cambiar.
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Si bien, la estrategia de estancar los sueldos acaba frenando el consumo de los hogares, con lo que el país no acaba de salir de la trampa de la deflación.
Y aunque la inflación afecte a nivel mundial, Japón sigue siendo una excepción: los precios al consumo (sin tasas) recularon un 0.2 por ciento de media en 2021, aunque desde el inicio de año, se ha visto una leve alza.