El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, considera que el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) no es una medida adecuada para definir el bienestar de la población, pues pone por encima de este indicador al desarrollo social.
Pero el presidente de México no es el único que tiene esta opinión. Hay análisis encabezados por expertos como Joseph Stiglitz, Pemio Nobel de Economía en 2001, que coinciden que la medición del crecimiento económico resulta insuficiente como termómetro del bienestar de la población y de cómo la macroeconomía impacta en el día a día.
En reiteradas ocasiones, el mandatario criticó a diferentes organismos financieros nacionales e internacionales por señalar que la economía mexicana apunta a una recesión.
Su último reclamo fue hecho al Fondo Monetario Internacional (FMI) el pasado 23 de julio, organismo que ese mismo día redujo la expectativa de crecimiento económico para el país a 0.9 por ciento.
Ese día, en su conferencia de prensa matutina, López Obrador dijo que “no confía mucho en esos organismos” y acusó que el FMI fue promotor de las reformas estructurales, mismas que no funcionaron como se tenía previsto.
El mandatario añadió que no es lo mismo crecimiento que desarrollo, y que su enfoque económico es mejorar el segundo factor. “Convoco a los del Fondo Monetario Internacional, a los expertos, a los tecnócratas, a los nostálgicos del neoliberalismo, a que veamos si es lo mismo crecimiento que desarrollo, porque nosotros ya no vamos a utilizar sólo como parámetro el crecimiento, porque crecimiento es que se genere riqueza, pero puede ser que ese crecimiento signifique sólo acumulación de riqueza en unos cuantos”, añadió.
OTRA VISIÓN
Entre los economistas internacionales, desde finales de la década pasada, Joseph Stiglitz encabezó un estudio encargado en plena crisis financiera por el entonces presidente francés, Nicolás Sarkozy, quien manifestó que la medición del PIB no era suficiente para determinar el bienestar de la población gala.
En el documento titulado Informe de la Comisión sobre la Medición del Desarrollo Económico y del Progreso Social, publicado en 2009, Stiglitz, acompañado de un equipo de 24 economistas e investigadores de las mejores universidades del mundo, entre las que están Harvard, la Universidad de Chicago o la London School of Economics, coincidieron en que las mediciones contemporáneas de la economía tienen muchas variantes que pueden distorsionar la percepción entre la macroeconomía y la realidad social.
“Las mediciones habituales pueden, por ejemplo, dar a entender que la inflación es más reducida o el crecimiento más fuerte de lo que perciben las personas. Esta diferencia es tan importante y está tan generalizada que no sólo puede explicarse refiriéndose a la ilusión monetaria o la psicología humana”, detalla el estudio.
Además, considera que la medición actual de las variables económicas necesita perfeccionarse. “Ha llegado la hora de adaptar nuestro sistema de medición de la actividad económica para reflejar mejor los cambios estructurales que caracterizan la evolución de las economías modernas”, advierte el documento.
En este sentido, el Inegi empezó a andar el camino hacia la construcción de un grupo de expertos que se encargarán de crear un modelo que permita determinar en qué punto está el ciclo económico.
En los últimos meses, la controversia se centró en la definición de “recesión”, pues mientras la explicación más generalizada es la de dos trimestres consecutivos de contracción del PIB, algunos economistas coinciden en que es superficial.
Entre ellos destaca Jonathan Heath, subgobernador del Banco de México, quien en un tuit, publicado el 23 de julio señaló: “el primer error es la utilización del criterio mediático de dos trimestres negativos para definir una recesión; es sólo una regla de aproximación”.
Es por ello que el Inegi inició el proceso para la creación del Grupo Técnico de Expertos para el Diseño de un Comité de Fechado de los Ciclos de la Economía de México, en colaboración con el CIDE.