Las remesas enviadas por los migrantes han demostrado tener una gran resistencia a la crisis, en dos países en teoría tan distintos como México y Marruecos, pero su condición de fronterizos con el primer mundo lo explica en gran medida, según señalan a EFE expertos consultados.
En México las remesas supusieron 2.7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en 2018, de acuerdo con datos proporcionados por el banco BBVA México, mientras que en Marruecos el porcentaje subió hasta 6.2 por ciento, según estimaciones del Banco Mundial.
En ambos países, la importancia de las remesas es vital según criterios macroeconómicos, pero sobre todo sociales.
La crisis multidimensional causada por el coronavirus ha tenido su repercusión inmediata en los envíos de remesas en todo el mundo, pero México y Marruecos han resistido a esta tendencia bajista y han registrado volúmenes sorprendentemente altos en los meses de verano, lo que se explica por varios factores.
TIPOS DE REMESAS
El gobernador del banco central marroquí Bank al Maghrib, Abdellatif Jouahri, tiene su propia explicación, y exponía recientemente que hay que distinguir entre distintos tipos de remesas, unas más estables y otras más volátiles.
Están las que llamó “remesas automáticas”, poco afectadas por la recesión: aquí entran las pensiones que muchos jubilados, marroquíes y extranjeros, cobran en Marruecos tras hacer su vida laboral en Europa y retirarse en el país magrebí.
Vienen después las remesas “familiares”: transferencias estables (puede ser para pago de hipotecas o seguros) y otras que revisten un carácter extraordinario (para pagar gastos médicos o escolares, compras de bienes de consumo, etc), y son precisamente estas últimas las que más volatilidad pueden tener en el futuro.
EFECTOS DEL CONFINAMIENTO
Según cuenta a EFE en conversación telefónica Íñigo Moré, profesor universitario especializado en la cuestión y cofundador de www.remesas.org, el confinamiento por la pandemia y las restricciones decretados en casi todo el mundo explican la caída de las remesas en abril y mayo y su repunte en los meses de verano.
Este repunte se ha detectado sobre todo en dos países muy lejanos pero con una geografía común: los dos son fronterizos con un país del norte mucho más rico, en proporción de 1/10 en el caso de Marruecos y España o de 1/7 en el de México y Estados Unidos, tomando como medida el PIB per cápita de las naciones.
Esta vecindad con un vecino rico ha significado un histórico flujo de emigración de sur a norte y luego de remesas en el sentido contrario.
La pandemia del coronavirus y su corolario de medidas de confinamiento supuso en un primer momento un drástico recorte en las remesas, explicables como consecuencia del cierre de las oficinas de envío de dinero y por las limitaciones de movilidad de la población.
Pero las remesas tuvieron un repunte inesperado en el verano: 21 por ciento en junio con respecto a mayo, y 14 por ciento en julio, en el caso de Marruecos; en México, tras una fuerte caída de 28 por ciento en abril, la tendencia fue al alza en mayo (15%) y junio (2.6%).
Esto se debió, por un lado, a la reapertura de las oficinas de remesas, que hizo que los migrantes enviaran entonces lo que no habían podido hacer en meses previos y tenían “guardado”.
DINERO OCULTO QUE AFLORA
En México y en Marruecos -subraya el especialista- atravesar la frontera está casi al alcance de cualquiera, y son numerosos los migrantes legales que, en tiempos normales, la cruzan una o varias veces al año trayendo consigo sobres con dinero.
Actualmente, las fronteras no han reabierto por completo -en Marruecos siguen cerradas y ni siquiera hubo Operación Paso del Estrecho- y, en todo caso, el tráfico humano se ha reducido enormemente.
Sin poder viajar, los emigrantes han optado por enviar por canales regulares el dinero que otras veces traían en mano: es la “aparición a la luz” de cantidades que antes circulaban por circuitos no formales.
En conclusión, el aumento de las remesas en junio y julio es puramente coyuntural, sostiene Moré, y pronostica futuras caídas, porque buena parte de las remesas proceden de emigrantes con un poder adquisitivo medio-bajo que van a resultar golpeados por la crisis.
UN SERVICIO PÚBLICO
Íñigo Moré, autor de The borders of inequality (Las fronteras de la desigualdad), donde trata precisamente los casos en el mundo con mayor brecha económica entre vecinos, considera que las remesas son “un servicio esencial, y como tal deberían ser consideradas dentro de las políticas de confinamiento”, dice.
Según su análisis, las remesas son comparables a “una lluvia fina que se distribuye por todo un país y llega a las economías familiares”, por lo que “su efecto de amortiguación social debería ser reconocido”, sin que le afecten las medidas de cierre de los servicios no esenciales.
Pero además de su carácter social, las remesas tienen un papel macroeconómico, pues en tiempos de recesión, se convierten en “un importante componente de equilibrio de la balanza de pagos en un país”, especialmente cuando partidas importantes de divisas, como es el caso del turismo, caen en picado, como sucede actualmente.
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