"Joe Biden y Vladimir Putin deberían irse a un bar y sentarse a dialogar", expresó Roger Waters durante el primero de dos conciertos que ofrece en la Ciudad de México.
El tema Two suns, que habla sobre una guerra nuclear, fue la pieza que tomó para hacer este llamado a la paz y alertar sobre lo cerca que estamos de llegar a la medianoche, en el llamado "reloj del fin del mundo".
Casi dos horas antes, una ciudad en ruinas, repleta de humanos adormecidos que parecían zombies, fue la primera parada del viaje por el cual llevó a su público del Palacio de los Deportes.
"Dos advertencias", clamaba una voz previo al arranque del concierto. "Número uno, apaguen sus celulares, y número dos, todos aquellos que sean fans de Pink Floyd, pero no comulguen con las políticas de Waters, chin&#@ a su ma@$& y váyanse al bar ahora".
Con los temas Another brick in the wall, Powers that be y Bravery, denunció los abusos de poder cometidos en contra de las minorías y, enaltecidos con un brillante color rojo, mostró los rostros de los mandatarios, entre los que destacaron Donald Trump y Joe Biden que considera criminales.
El escenario 360, decorado con unas pantallas en forma de cruz, permitió que nadie se perdiera la oportunidad de verlo de frente. “Tanto cantar me dio sed”, dijo Waters, así que tomó un buen trago a la botella que según su etiqueta era de mezcal, la cual adornaba su piano.
"Muchas gracias a todos los que compraron sus boletos para estar aquí. Esto significa mucho para mí", dijo con un español un poco atropellado, pero que le dejó gritar con alegría: "¡Qué viva México!".
Los viejos y los nuevos tiempos se mezclaron en la siguiente parada de su viaje, al hacer un recorrido desde los 60 hasta la actualidad, con los temas The bar, Have a cigar, Wish you were here y Shine on you crazy diamond.
Una invitada especial hizo su aparición en Sheep, se trataba de una oveja gigante que flotaba por los aires y dio una vuelta al recinto, mientras en las pantallas aparecían mensajes en contra de la crueldad animal.
Hora de descansar con un breve intermedio de casi 20 minutos. Un cerdo volador, con las leyendas Fuck the police y Roban a los pobres para dar a los ricos, anunció que el retorno del cantante estaba próxima.
Como toda una estrella de rock, Waters reapareció al ritmo de In the flesh, vestido con una chamarra de cuero negra y portando unos lentes oscuros.
Las protestas políticas continuaron con Déja vu, Money, Us and them y Brain damage, temas que sirvieron al británico para exigir la liberación de Julián Assange, respeto a los derechos humanos y pronunciarse en contra de la discriminación racial y a la comunidad LGBTIQ+.
"Esto ha sido muy conmovedor para mí y mi banda, se los prometo. Hemos hecho esto 14 semanas y siempre nos volteamos a ver diciendo ‘espera a que lleguemos a México’", dijo Roger, agradeciendo el cariño de su público y a la gente que trabajó en el show.
Roger se despidió con la segunda parte de su tema The bar y otra ronda de Another brick in the wall, no sin antes echarse otro trago de su bebida. "El mezcal es saludable y delicioso. Gracias por estar aquí esta noche", reiteró.