Si uno revisa los anaqueles de cómics en supermercados, tiendas departamentales o puestos de periódicos se encuentra decenas de títulos, y cada uno con sus respectivos autores. La lista sería larga y casi intrascendente para el gran público, sólo los más clavados distinguirían a la crema y nata de la industria.
Dentro de este mundo de escritores, dibujantes y editores hay un nombre que destaca de todos: Stan Lee.
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Stanley Martin Lieber (su nombre verdadero) nació el 28 de diciembre de 1922 en Manhattan, Nueva York, ciudad que influiría de manera importante a lo largo de su trayectoria como creador, al grado de que todos sus personajes importantes viven en la Gran Manzana.
Lee creció a la par de la Época de Oro de los cómics: a los 16 años seguramente leyó la primera historia de Superman o la de Batman. En su adolescencia realizó su servicio militar (previo a la Segunda Guerra Mundial) y tuvo algunos trabajos menores como dibujante o redactor.
En 1942, a los 20 años, ingresó a la editorial Timely Comics (hoy Marvel Comics), en ese entonces propiedad de Martin Goodman, su primo político. A esa edad debuta como guionista del Capitán América, en una historieta de sólo dos páginas.
Ocho décadas después, la figura de Stan Lee es una de las más grandes al grado de que trascendió a la industria del cómic para dejar su huella en el cine y hasta la televisión.
El momento especial
Los acontecimientos de la década de los 40 sirvieron de plataforma para el nacionalismo estadounidense. En medio de la Segunda Guerra Mundial la propaganda nacionalista era pan de cada día, y los cómics no eran la excepción.
Uno de los mayores ejemplos fue la primera historieta del Capitán América, cuya portada mostraba al superhéroe golpeando a Adolf Hitler.
Enrique Ortega, académico de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Comunicación de la Universidad La Salle, explicó que es en este ambiente social, donde los estadounidenses sienten mucho nacionalismo que Stan Lee comienza a destacar en el medio.
“Stan Lee es de estos casos peculiares de la persona correcta, en el momento correcto en el lugar correcto, básicamente todo se juntó. Él empieza a escribir algunos cómics en la segunda guerra mundial, él empezó en 1940, y mucho del sello de Stan Lee se ve marcado en el estilo de las historias que él escribía”, comentó el especialista.
Pero esos años fueron más para ir aprendiendo lo que realmente querían los estadounidenses para posteriormente irlo explotando.
Las décadas de los años 40 y 50 el mundo de los cómics era dominado por la editorial DC. Superman y Batman encabezaron lo que se conoce como la Época de Oro de los cómics, la cual se caracteriza por el surgimiento de los primeros superhéroes y la consolidación de las bases del género.
“En el contexto social de su país, Estados Unidos se reflejaba perfectamente en el cómic lo que el público quería, y él era una especie de vocero de la gente”.
Personajes que más bien parecían dioses llamaban la atención de un público más tendiendo a lo infantil, pero que con los años fue creciendo sin dejar de consumir cómics, pero al igual que ellos, mostraban interés para que lo que leyeran fuera más maduro. Es ahí donde Stan Lee y Marvel Cómics aparecieron en escena.
Personajes como X-Men, Hulk y el mismo Spider-Man trajeron algo hasta entonces inexistente en las historietas: protagonistas con problemas personales.
“Tienen una característica que los vuelve humanos, y todo lo que conlleva eso: crisis, problemas personales, problemas de pareja, malos momentos, vacas flacas. Eso fue lo que dejó la pluma de Stan Lee, hacerlo más aspiracional y no tan fantasioso”, comentó Ortega.
El caso más emblemático de un superhéroe con problemas personales que incluso son peores que los que le provocan los villanos es Spider-Man. Parte del encanto de la historia de Peter Parker es que un día salva al mundo y al otro no tiene para pagar la renta de su cuarto de estudiante.
El académico de La Salle explicó que si revisamos a cada uno de los personajes de Lee en Marvel encontraremos situaciones parecidas. Los X-Men son perseguidos por ser mutantes (intolerancia y racismo), Hulk y Los Cuatro Fantásticos tienen superpoderes pero eso en lugar de ser un don a veces es una dura carga.
Un caso interesante y tal vez no tan analizado por el gran público es el de Iron Man. Tony Stark padece las consecuencias de las armas que su empresa fabrica, y aunque es un genio, eso no impide que caiga en el alcoholismo.
Ortega puso de ejemplo a Iron Man no sólo porque es uno de los personajes más populares de Marvel, sino porque curiosamente su paso por el cine tiene una historia similar.
Cuando se anunció que Robert Downey Jr sería el encargado de dar vida a Tony Stark las dudas surgieron. Nadie negaba el gran potencial del actor, pero también nadie había olvidado los problemas legales que lo mandaron a la cárcel.
Jon Favreau, director de las dos primeras películas de Iron Man, contestó a los cuestionamientos de la prensa de por qué Downey Jr (recién salido de la cárcel) protagonizaría una cinta dirigida a todo público de la siguiente manera: Si ustedes conocen a algún actor cuya vida personal se parezca más a la de Tony Stark (de estar en la cima, luego caer y levantarse), díganme para darle el papel. No hubo propuesta de los periodistas, platicó Ortega.
El especialista destacó eso en las historias de Stan Lee, una humanización de los personajes principales, quienes a diferencia de Superman o Wonder Woman, son terrenales porque sufren lo que las personas de a pie.
“DC Cómics no apelaba a la humanización, apelaba principalmente a personajes que fueran imposibles de imaginar en el mundo real. Se volvió aspiracional ser un personaje de Marvel ya que, fuera de Batman, en los casos de los personajes de DC no hay manera, ni hay una aspiración a ser Aquaman, no hay aspiración a ser Superman”, dijo.
Stan Lee sabía a la perfección lo que un buen personaje genera en el público, por eso enfocó su mayor esfuerzo en su creación más perdurable: él mismo.
Rockstar del entretenimiento
Hasta antes de 2018, año del fallecimiento del autor, había dos cosas que no podían faltar en las películas de Marvel: la escena postcréditos y el cameo de Stan Lee.
De las recientes apariciones del escritor en las películas de cómics la primera fue en X-Men del año 2000. Ahí, podemos verlo como un vendedor de hot dogs en la playa cuando el senador Robert Kelly sale del mar. En su momento no todos lo notaron, pero a partir de ahí se volvió una curiosidad saber qué haría en las siguientes películas.
Desde una imitación de Hugh Hefner en Iron Man, un guardia de seguridad en Hulk o el chofer de una camioneta tratando de mover el Mjolnir en Thor, todos esos momentos quedaron guardados en el fan de Marvel.
“La construcción de imagen pública es el gran éxito de Stan Lee, más que sus cómics y la parte empresarial es la construcción como personaje. Como persona sabemos poco de él, como persona le hacían entrevistas, pero sólo decía lo que él quería de su vida, y realmente lo que él no contaba al mundo se conocía por otros creadores”, comentó Ortega.
Stan Lee es un personaje en sí mismo, comentó el especialista de La Salle: su complexión delgada, su bigote, cabello canoso y sus lentes oscuros, los cuales usaba incluso en lugares cerrados, se convirtieron un icono de la cultura pop en occidente.
Tan sólo hay que compararlo con otros autores de cómics: ¿cuánta gente sabe el nombre del autor de Batman o de Wonder Woman? O más detallados, ¿usted podría identificar entre un montón de fotos a los autores de Superman o Flash?
“Cameo de Iron Man, su imagen pública, ya en los últimos años era de un hombre muy delgado de bigote, con cabello blanco, siempre saliendo con lentes oscuros, un poco en este asunto de la fama antigua donde la persona famosa debía salir con lentes oscuros aunque estuviera en un interior, similar a Jack Nicholson”, dijo Ortega.
El especialista indicó que otra de las partes interesantes de la figura de Stan Lee es que, al menos públicamente, es poco conocido como persona, ya que la mayoría de las cosas que sabemos de él en lo personal es a través de terceros. Además, existen historias de que no precisamente era el mejor jefe o compañero en Marvel Comics.
En cambio, él nos daba las historias que queríamos escuchar, en particular la de la creación de Spider-Man. A lo largo de los años, Lee platicaba una y otra vez cómo rechazaron su idea y cómo él insistía en publicar la historia del joven que obtuvo poderes sobrehumanos de la picadura de una araña hasta convertirlo en una de las propiedades intelectuales más valiosas del mundo.
“En el escenario de lo real, de la gente de a pie, es algo con lo que nos identificamos. Obviamente si lo vemos en un terreno de superhéroes es parte de lo mismo, la resiliencia, esta capacidad para que una negativa no te detenga, y la tenacidad para seguir hasta que te salga. Esa construcción de imagen es lo que lo volvió célebre y famoso, decir ‘yo soy el creador de estos grandes cómics’, dándose el crédito y entendiendo lo que el público estadounidense quiere, eso es lo que lo hizo célebre”.
“Es la construcción de un personaje, y si alguien sabe de crear personajes es él, y él se construyó así mismo un personaje”.
Enrique Ortega | Académico de la Universidad La Salle