"No importó si era de día o de noche, 319 mil personas acudieron este 1 y 2 de noviembre a los diferentes panteones de la Ciudad de México a visitar a sus difuntos. Los cementerios de San Gregorio Atlapulco, en Xochimilco; el Civil San Nicolás Tolentino y el de La Cuevita, en Iztapalapa, recibieron ríos de personas que en algunos casos pernoctaron junto a las tumbas, llevaron veladoras, comida y música para “convivir” con sus seres queridos.
La medianoche se acercaba y las puertas del Panteón de San Gregorio Atlapulco, en la alcaldía Xochimilco, se abrieron para que cientos de personas acudieran a limpiar y preparar las tumbas para recibir a sus seres queridos en su regreso del inframundo.
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En un ambiente solemne y colorido, jóvenes, adultos mayores y hasta niños, colaboraban para que los sepulcros quedaran limpios, ordenados y adornados para la fiesta que había de durar al menos dos días.
El olor a flor de cempasúchil inundaba el ambiente, ¿cómo eludir ese aroma que caracteriza esta tradición ancestral? La de convivir con nuestros difuntos y celebrarlos, con gusto y nostalgia al mismo tiempo.
Ya pasada la medianoche, la mayoría de los asistentes se cubrieron con mantas o cobijas gruesas, pues venían desde casa preparados para soportar las inclemencias del tiempo. Todos llegaron para quedarse la noche entera.
Cientos de veladoras encendidas, que fueron colocadas sobre las criptas, eran la única luz que se interponía a la penumbra, mientras los deudos rezaban o, simplemente sentados, reflexionaban.
La situación no fue distinta en los panteones San Nicolás Tolentino, que tiene una superficie de 113 hectáreas, y el General de Iztapalapa, mejor conocido como La Cuevita, de 14 hectáreas, y que recibieron a familias con flores de diversos colores, velas y hasta con mariachis. Se calculaba que 250 mil personas acudirían a los 10 cementerios ubicados en la demarcación.