/ sábado 13 de febrero de 2016

Con devoción y emoción México recibió al Papa

Miguel Reyes Razo / El Sol de México

¿Cómo supo el hombre que dijo ser Rodolfo Alcázar, que esospoderosos faros que penetraban la oscura noche mexicana eran losdel avión que traía al papa Francisco? ¡¿Cómo?! El caso es quecomo a las 19:12 de ayer el hombre bien trajeado y relacionadoexclamó: "¡Compañeros, ese es el avión del Papa!". Para que deinmediato un coro jubiloso inundara la atmósfera en la explanadadel Hangar Presidencial del Aeropuerto de la Ciudad de México.

Instantáneamente, quizá simultáneamente varios hombres duchosen guiar aviones hasta su adecuado lugar en la plataforma, sepusieron en movimiento. Sus ropas, ornadas con tiras fluorescentesse abrillantaron. De sus manos surgieron esas antorchas luminosasque, bien agitadas hacen el surco al avión.

Era la noche. Una noche mexicana. Nocturno gozo. Alegría plena;sobria. Muy contenida. Sones de mariachis. Zapateadosinterminables. Giros precisos; preciosos. Evolución de bailarinasde estrecho talle y poderosas piernas. Gracia en el movimiento delos brazos. Pasos medidos; bien contados. Faldas que vuelan.Volantes que se transforman en poderosas alas. Sones de Jalisco.Huapangos potosinos. Estribillos jarochos. Herencia. Más bienpresencia de Amalia Hernández. Gallardía de charros mexicanos.Lujo de trajes de mariachis que el conductor Cartagena atribuyó ala Secretaría de Marina. Estampas mexicanas. Juan Colorado. Y "Laculebra". Cielito lindo. Y Huapango de Moncayo. Trajes vistosos;apropiados. Horas y horas de canciones rancheras. Cuatro cantantes.Dos hombres. Dos mujeres. "Siete Leguas". "El Rey". Y un solencarnizado desde las 4 de la tarde hasta pasadas las 6 cuando secomenzó a hundir.

Día para recibir a Francisco. Papa que del Vaticano, de SanPedro, de su Obispado de Roma la emprende a México. Jóvenes defrescas voces lo aguardaban para demostrarle:

"¡Esta es la Juventud del Papa!”.

"¡Esta es la Juventud del Papa!”

Muchachos frescos. Sencillos. Recepción afectuosa. Vecinas deVista Hermosa. "Arriba de las Lomas de Chapultepec", aguantan laasolada. Y el ayuno. "No he comido nada en todo el día", se quejóuna distinguida señora. Otra, igual de atractiva le ofreció unasfrituras. Charritos, o algo así. Y los que ocuparon la tribunaazul. Hilera de 21 de fondo, por unas 25 en línea. De ahísaldrán -a la hora de la aparición de Francisco, Papa de laIglesia católica apostólica romana- una suerte de lucecitas.¿Luciérnagas? ¡Quía! Más bien lamparitas de mano. Eran miles.En movimiento. Con ritmo. Alegría. Horas de darle vida a la "olafutbolera". Ola que vivió el papa Juan Pablo II en el EstadioAzteca. Ola que en la campaña del doctor Ernesto Zedillo halló lacolaboración de don Fidel Velázquez y María de los ÁngelesMoreno. Ni un grito destemplado. Ni una manifestación de "¡VivaCristo Rey!”.

Alitalia lo trajo. Diestros movieron la escalinata -perfecta,discretamente iluminada en cada una de sus gradas- por la quedescendería el Papa que nació en Argentina. Y siente los coloresdel San Lorenzo de Almagro. "Su" equipo. Alitalia -con su emblematricolor- lo depositó en suelo mexicano. Diligentes expertoshicieron coincidir las gradas con la escotilla central. Por ahíaparecería el Pontífice. El sucesor de San Pedro. Un modernopescador de hombres. El papa Francisco. A la mitad de la escalinatalos emblemas del Vaticano. Tiara. Llaves…

Gozo de muchedumbre. Personas de clase media y alta. Sin aires.Sin darse mucho taco. Sin escupir por un colmillo. Privó en ellugar sana y plena convivencia entre los asistentes. Todosaguantaron la escasez de sanitarios. Hubo que formar largas filas.Aguantaron todos. Sin quejas. Sin protestas. Las urgencias sehicieron discreción. En filas paralelas hombres y mujeres. Sinaspavientos. Discreción. Respeto absoluto.

Y los mariachis. Con un arpista genial. Como aquel apellidadoHuesca que hizo época en el cine mexicano. "Huesca y suscosteños". Qué forma de digitar y barrer y contener las cuerdasdel arpa. Formidable mariachi. Violines, guitarrones, vihuelas,trompetas. ¡Y gargantas!

El general de División Jorge Cuevas. Igualito. Sin un gramo demás. "Y eso que nos conocimos en tiempos de don Luis Echeverría",recordó el sesentón originario de Iguala. Fernando Aguirre-inteligente, sensible- amoroso hijo hizo venir de Oaxaca a sumadre. La fina señora disfrutaría el acontecimiento. Lo mismo queel "jarocho" Jorge Jaime Díaz Basáñez. Y Francisco Reséndiz, elreportero de El Universal, que ayer cumplió -aplazó el festejo-43 años. Y Roberto Vizcaíno -curtido reportero- que tomó todaslas previsiones para una larga jornada. De solazo que anula, alviento frío de las 8 de la noche cuando sonó la hora de buscar elautobús que regresaba a Campo Marte.

Al anuncio del aterrizaje del avión papal, siguió un coro deadmiración. Una suerte de respiro colectivo. El papa Francisco yaestaba aquí. En medio de nosotros. En este país. A la horaseñalada. Quizá estalló un aplauso. Mas los sones y los bailesprosiguieron. Y de las armazones de metal que se emplean para vivirconciertos y grandes espectáculos, y de las que en el HangarPresidencial había 2 o 3, se metamorfoseaba la iluminación. Delblanco al azul cobalto. A un naranjado intenso. A un rojo-rubí.Las gamas del arcoiris. Iluminación para distinguir -dar relieve-a la figura de un hombre. El tan esperado. El tan aguardado. El tanatrayente papa Francisco.

Se cumplía el protocolo. Hombre corpulento, de amplia sotananegra y solideo rojo subió junto a un civil -un hombre en traje depaisano- por la escalinata. Protocolo. Etiqueta rigurosa.Encargados de los buenos modales de la Secretaría de RelacionesExteriores abordan el avión para invitar al Jefe del catolicismoen el mundo, a descender. A mostrarse a los ojos -miles de pares deellos- que lo aguardan. Que aspiran ¡ya! a cumplir el prolongadoanhelo: Ver al Papa. Aquí. Casi al alcance de la mano. Observarcómo camina. Casi levita.

Un ¡ooooooh! -desilusionadón se esparce en este lugar. Seahoga, se extingue -casi sin nacer- la exclamación apropiada. Sevuelve a contener la respiración. Se estiran los cuellos. Se abrentamaños ojazos. Se desorbitan. Ojos que quieren traspasar elfuselaje de la nave aérea. Los de las tribunas izquierda y derecha-en medio quedó la prensa del mundo- se frotan las manos. Laespera inquieta.

Luces, jubilo, bailes, canciones, música y estampas mexicanassaludaron la llegada del papa Francisco

Una alfombra frontal, diagonal serviría de pasillo al papaFrancisco. Ya estaba al pié de la escalerilla el presidente deMéxico, Enrique Peña Nieto. Con su esposa, la señora AngélicaRivera de Peña formaba una breve valla. Traje muy oscuro el delPresidente de la República. Traje marfil -quizá blanco- de suesposa. Listos para dar la bienvenida al papa Francisco. Variasveces han charlado. En Roma. En el Vaticano. Reencuentro. VisitaOficial.

Y ahora sí. Señoras y señores. ¡El papa Francisco! Es él.Esa figura enteramente cubierta de blanco. Un leve vientecillo leagita los vuelos de la esclavina. Roza el solideo. Tan parecida ala "kipá" de los judíos. Comienza a descender.

Es un grito de alivio. Exclamación de reconocimiento. Alientode saludo. Suspiro con eco. Latido dilatado. Sístole y diástoleque se alteran. Un baumanómetro gigante para medir la tensiónarterial de los casi cinco mil asistentes. Energía librada.Estallido jubiloso. El Papa ya pisa tierra mexicana. El Papa yaestá junto al Presidente de México. Saluda a la esposa, O alrevés. El Papa saluda. El Papa sonríe. El Papa se dobla paraescuchar. El Papa escucha voces agudas, afiladas, urgidas:

"¡Bendición..!”.

"¡Bendición..!”.

"¡Bendición..!”.

Atendió a niños ataviados con trajes regionales. Les dedicóbuenos minutos. A pocos pasos bailarines y músicos y mariachis ycantadores aguardaban. Uno de los charros-bailarines le ofreció susombrero. Y el Papa lo tomó. Y el Papa pareció llevárselo a lacabeza. Provocó una gran -unánime- ovación.

El papa Francisco iba y venía. Se multiplicó. Saludo a uno.Estrechó manos de otros. Caminó. Parecía irse. Volvió sobre suspasos. El Papa regresó y la muchedumbre se emocionó. Repitió surespetuosa necesidad:"

"¡Bendición..!”.

"¡Bendición..!”.

Pantallas gigantes lo mostraban. Paris Quijano de CEPROPIEreveló: "Giramos más de 60 en este acto. Cubrimos rutas. Gira...Y las televisoras hacen lo suyo. Cuentan con nuestraseñal...”

Tras los graderíos un hombre manipula un elevador:

"Por aquí subiremos al reportero Joaquín López-Dóriga. Desdelo alto narrará la llegada del papa Francisco”.

Mauro Elizalde ya estaba en el sábado. "Madrugarán losreporteros para "cubrir" la ceremonia de bienvenida oficial enPalacio Nacional. Yo también trabajaré. Aunque sea día de micumpleaños. Ni hablar. No todos los días tiene uno la posibilidadde vivir la llegada de un Papa.

Como Mauro Elizalde, millones.

Tras bendecir a los ocupantes de las tres tribunas -ahora sí-el Papa Francisco caminó junto al presidente Enrique Peña Nieto.Ambos se introdujeron a la cómoda -muy amplia- sala del HangarPresidencial.

Tiempo de presentaciones.

El papa Francisco menciona a sus colaboradores. Sus cargos.

El presidente Enrique Peña Nieto a los suyos.

No hubo palabras públicas.

Ya eran las 8 de la noche.

Urgía "teclear" esta información.

Que también se divulgó por RADIO ABC. En los horarios deFederico LaMont y Miguel Reyes Razo.

Tiempo de Francisco. Papa. Obispo de Roma.

Miguel Reyes Razo / El Sol de México

¿Cómo supo el hombre que dijo ser Rodolfo Alcázar, que esospoderosos faros que penetraban la oscura noche mexicana eran losdel avión que traía al papa Francisco? ¡¿Cómo?! El caso es quecomo a las 19:12 de ayer el hombre bien trajeado y relacionadoexclamó: "¡Compañeros, ese es el avión del Papa!". Para que deinmediato un coro jubiloso inundara la atmósfera en la explanadadel Hangar Presidencial del Aeropuerto de la Ciudad de México.

Instantáneamente, quizá simultáneamente varios hombres duchosen guiar aviones hasta su adecuado lugar en la plataforma, sepusieron en movimiento. Sus ropas, ornadas con tiras fluorescentesse abrillantaron. De sus manos surgieron esas antorchas luminosasque, bien agitadas hacen el surco al avión.

Era la noche. Una noche mexicana. Nocturno gozo. Alegría plena;sobria. Muy contenida. Sones de mariachis. Zapateadosinterminables. Giros precisos; preciosos. Evolución de bailarinasde estrecho talle y poderosas piernas. Gracia en el movimiento delos brazos. Pasos medidos; bien contados. Faldas que vuelan.Volantes que se transforman en poderosas alas. Sones de Jalisco.Huapangos potosinos. Estribillos jarochos. Herencia. Más bienpresencia de Amalia Hernández. Gallardía de charros mexicanos.Lujo de trajes de mariachis que el conductor Cartagena atribuyó ala Secretaría de Marina. Estampas mexicanas. Juan Colorado. Y "Laculebra". Cielito lindo. Y Huapango de Moncayo. Trajes vistosos;apropiados. Horas y horas de canciones rancheras. Cuatro cantantes.Dos hombres. Dos mujeres. "Siete Leguas". "El Rey". Y un solencarnizado desde las 4 de la tarde hasta pasadas las 6 cuando secomenzó a hundir.

Día para recibir a Francisco. Papa que del Vaticano, de SanPedro, de su Obispado de Roma la emprende a México. Jóvenes defrescas voces lo aguardaban para demostrarle:

"¡Esta es la Juventud del Papa!”.

"¡Esta es la Juventud del Papa!”

Muchachos frescos. Sencillos. Recepción afectuosa. Vecinas deVista Hermosa. "Arriba de las Lomas de Chapultepec", aguantan laasolada. Y el ayuno. "No he comido nada en todo el día", se quejóuna distinguida señora. Otra, igual de atractiva le ofreció unasfrituras. Charritos, o algo así. Y los que ocuparon la tribunaazul. Hilera de 21 de fondo, por unas 25 en línea. De ahísaldrán -a la hora de la aparición de Francisco, Papa de laIglesia católica apostólica romana- una suerte de lucecitas.¿Luciérnagas? ¡Quía! Más bien lamparitas de mano. Eran miles.En movimiento. Con ritmo. Alegría. Horas de darle vida a la "olafutbolera". Ola que vivió el papa Juan Pablo II en el EstadioAzteca. Ola que en la campaña del doctor Ernesto Zedillo halló lacolaboración de don Fidel Velázquez y María de los ÁngelesMoreno. Ni un grito destemplado. Ni una manifestación de "¡VivaCristo Rey!”.

Alitalia lo trajo. Diestros movieron la escalinata -perfecta,discretamente iluminada en cada una de sus gradas- por la quedescendería el Papa que nació en Argentina. Y siente los coloresdel San Lorenzo de Almagro. "Su" equipo. Alitalia -con su emblematricolor- lo depositó en suelo mexicano. Diligentes expertoshicieron coincidir las gradas con la escotilla central. Por ahíaparecería el Pontífice. El sucesor de San Pedro. Un modernopescador de hombres. El papa Francisco. A la mitad de la escalinatalos emblemas del Vaticano. Tiara. Llaves…

Gozo de muchedumbre. Personas de clase media y alta. Sin aires.Sin darse mucho taco. Sin escupir por un colmillo. Privó en ellugar sana y plena convivencia entre los asistentes. Todosaguantaron la escasez de sanitarios. Hubo que formar largas filas.Aguantaron todos. Sin quejas. Sin protestas. Las urgencias sehicieron discreción. En filas paralelas hombres y mujeres. Sinaspavientos. Discreción. Respeto absoluto.

Y los mariachis. Con un arpista genial. Como aquel apellidadoHuesca que hizo época en el cine mexicano. "Huesca y suscosteños". Qué forma de digitar y barrer y contener las cuerdasdel arpa. Formidable mariachi. Violines, guitarrones, vihuelas,trompetas. ¡Y gargantas!

El general de División Jorge Cuevas. Igualito. Sin un gramo demás. "Y eso que nos conocimos en tiempos de don Luis Echeverría",recordó el sesentón originario de Iguala. Fernando Aguirre-inteligente, sensible- amoroso hijo hizo venir de Oaxaca a sumadre. La fina señora disfrutaría el acontecimiento. Lo mismo queel "jarocho" Jorge Jaime Díaz Basáñez. Y Francisco Reséndiz, elreportero de El Universal, que ayer cumplió -aplazó el festejo-43 años. Y Roberto Vizcaíno -curtido reportero- que tomó todaslas previsiones para una larga jornada. De solazo que anula, alviento frío de las 8 de la noche cuando sonó la hora de buscar elautobús que regresaba a Campo Marte.

Al anuncio del aterrizaje del avión papal, siguió un coro deadmiración. Una suerte de respiro colectivo. El papa Francisco yaestaba aquí. En medio de nosotros. En este país. A la horaseñalada. Quizá estalló un aplauso. Mas los sones y los bailesprosiguieron. Y de las armazones de metal que se emplean para vivirconciertos y grandes espectáculos, y de las que en el HangarPresidencial había 2 o 3, se metamorfoseaba la iluminación. Delblanco al azul cobalto. A un naranjado intenso. A un rojo-rubí.Las gamas del arcoiris. Iluminación para distinguir -dar relieve-a la figura de un hombre. El tan esperado. El tan aguardado. El tanatrayente papa Francisco.

Se cumplía el protocolo. Hombre corpulento, de amplia sotananegra y solideo rojo subió junto a un civil -un hombre en traje depaisano- por la escalinata. Protocolo. Etiqueta rigurosa.Encargados de los buenos modales de la Secretaría de RelacionesExteriores abordan el avión para invitar al Jefe del catolicismoen el mundo, a descender. A mostrarse a los ojos -miles de pares deellos- que lo aguardan. Que aspiran ¡ya! a cumplir el prolongadoanhelo: Ver al Papa. Aquí. Casi al alcance de la mano. Observarcómo camina. Casi levita.

Un ¡ooooooh! -desilusionadón se esparce en este lugar. Seahoga, se extingue -casi sin nacer- la exclamación apropiada. Sevuelve a contener la respiración. Se estiran los cuellos. Se abrentamaños ojazos. Se desorbitan. Ojos que quieren traspasar elfuselaje de la nave aérea. Los de las tribunas izquierda y derecha-en medio quedó la prensa del mundo- se frotan las manos. Laespera inquieta.

Luces, jubilo, bailes, canciones, música y estampas mexicanassaludaron la llegada del papa Francisco

Una alfombra frontal, diagonal serviría de pasillo al papaFrancisco. Ya estaba al pié de la escalerilla el presidente deMéxico, Enrique Peña Nieto. Con su esposa, la señora AngélicaRivera de Peña formaba una breve valla. Traje muy oscuro el delPresidente de la República. Traje marfil -quizá blanco- de suesposa. Listos para dar la bienvenida al papa Francisco. Variasveces han charlado. En Roma. En el Vaticano. Reencuentro. VisitaOficial.

Y ahora sí. Señoras y señores. ¡El papa Francisco! Es él.Esa figura enteramente cubierta de blanco. Un leve vientecillo leagita los vuelos de la esclavina. Roza el solideo. Tan parecida ala "kipá" de los judíos. Comienza a descender.

Es un grito de alivio. Exclamación de reconocimiento. Alientode saludo. Suspiro con eco. Latido dilatado. Sístole y diástoleque se alteran. Un baumanómetro gigante para medir la tensiónarterial de los casi cinco mil asistentes. Energía librada.Estallido jubiloso. El Papa ya pisa tierra mexicana. El Papa yaestá junto al Presidente de México. Saluda a la esposa, O alrevés. El Papa saluda. El Papa sonríe. El Papa se dobla paraescuchar. El Papa escucha voces agudas, afiladas, urgidas:

"¡Bendición..!”.

"¡Bendición..!”.

"¡Bendición..!”.

Atendió a niños ataviados con trajes regionales. Les dedicóbuenos minutos. A pocos pasos bailarines y músicos y mariachis ycantadores aguardaban. Uno de los charros-bailarines le ofreció susombrero. Y el Papa lo tomó. Y el Papa pareció llevárselo a lacabeza. Provocó una gran -unánime- ovación.

El papa Francisco iba y venía. Se multiplicó. Saludo a uno.Estrechó manos de otros. Caminó. Parecía irse. Volvió sobre suspasos. El Papa regresó y la muchedumbre se emocionó. Repitió surespetuosa necesidad:"

"¡Bendición..!”.

"¡Bendición..!”.

Pantallas gigantes lo mostraban. Paris Quijano de CEPROPIEreveló: "Giramos más de 60 en este acto. Cubrimos rutas. Gira...Y las televisoras hacen lo suyo. Cuentan con nuestraseñal...”

Tras los graderíos un hombre manipula un elevador:

"Por aquí subiremos al reportero Joaquín López-Dóriga. Desdelo alto narrará la llegada del papa Francisco”.

Mauro Elizalde ya estaba en el sábado. "Madrugarán losreporteros para "cubrir" la ceremonia de bienvenida oficial enPalacio Nacional. Yo también trabajaré. Aunque sea día de micumpleaños. Ni hablar. No todos los días tiene uno la posibilidadde vivir la llegada de un Papa.

Como Mauro Elizalde, millones.

Tras bendecir a los ocupantes de las tres tribunas -ahora sí-el Papa Francisco caminó junto al presidente Enrique Peña Nieto.Ambos se introdujeron a la cómoda -muy amplia- sala del HangarPresidencial.

Tiempo de presentaciones.

El papa Francisco menciona a sus colaboradores. Sus cargos.

El presidente Enrique Peña Nieto a los suyos.

No hubo palabras públicas.

Ya eran las 8 de la noche.

Urgía "teclear" esta información.

Que también se divulgó por RADIO ABC. En los horarios deFederico LaMont y Miguel Reyes Razo.

Tiempo de Francisco. Papa. Obispo de Roma.

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