/ sábado 16 de septiembre de 2017

Autoconstrucción para la reconstrucción

Se calculan 14 mil viviendas dañadas (en Chiapas serían 40 mil)

Ante el desastre en materia de vivienda en los estados de Chiapas y Oaxaca y el alto número de etnias afectadas por los recientes sismos -por lo menos 15, tzotziles, tzeltzales, tojolobales, mames, mixes, zapotecos, huaves y chontales, entre otros- empieza a tomarse en cuenta la auto-construcción, como solución a la gran problemática derivada de los terremotos.

Hoy existe la seguridad de que este tipo de edificación se llevará a cabo, por ejemplo, en Oaxaca, tras el anuncio de la titular de Sedatu, Rosario Robles, de aplicar el Tequio para reconstruir las zonas dañadas en 41 municipios, donde se calculan 14 mil viviendas dañadas (en Chiapas serían 40 mil).

El artículo 12 de la Constitución del Estado de Oaxaca señala:

“Las autoridades de los municipios y comunidades preservarán el tequio como expresión de solidaridad según los usos de cada pueblo y comunidad indígenas. Los tequios encaminados a la realización de obras de beneficio común, derivados de los acuerdos de las asambleas, de las autoridades municipales y de las comunitarias de cada pueblo y comunidad indígena, podrán ser considerados por la ley como pago de contribuciones municipales; la ley determinará las autoridades y procedimientos tendientes a resolver las controversias que se susciten con motivo de la prestación del tequio”.

Mientras tanto, en la UNAM se considera viable la reedición del Manual de Autoconstrucción y Mejoramiento de la Vivienda Cemex, elaborado por académicos de las facultades de ingeniería y arquitectura. México tiene experiencia en la materia. El año pasado fueron exhibidos en el Pabellón de México de la Bienal de Arquitectura de Venecia 2016, una serie de manuales publicados por las instituciones gubernamentales, concebidos, dicen, como complemento de políticas públicas. También manuales publicados por empresas cementeras a partir de los años ochenta y manuales enfocados en técnicas constructivas sustentables preparados en años recientes por despachos y organizaciones ciudadanas.

Por ejemplo, se exhibió el Manual de Autoconstrucción en Adobe, Cooperación comunitaria, 2016 -en español y me’phaa, una lengua de la sierra de Guerrero- en el que se expone la cooperación comunitaria para asistir procesos de reforzamiento de casas y la construcción de nuevas estructuras.

En este caso fueron distribuidos moldes de madera para que los adobes que se usaran en estas construcciones tengan las dimensiones apropiadas para resistir terremotos y huracanes.

México, evidentemente, tiene experiencia en la reconstrucción después de los desastres. Por ejemplo, como resultado de las pérdidas económicas durante los sismos de Tehuacán y Oaxaca en 1999, cuando resultaron 50 mil viviendas dañadas y 15 mil casas de adobe totalmente destruidas, Sergio M. Alcocer, Javier Cesín y Leonardo Flores, de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Estructural A. C. se abocaron al estudio de construcción de casas más seguras. 

El resultado fue un proyecto de rehabilitación para aquellas zonas diseñado bajo la consideración de las prácticas locales; así como la disponibilidad, calidad de los materiales y mano de obra.

Además, se proporcionó información técnica de forma sencilla y soluciones que no dependían de detalles complejos en diseño y construcción.

Fue todo un éxito debido, aseguran, a las soluciones adecuadas con la práctica local y un excelente diseño estructural, así como al uso de materiales de buena calidad para la reparación y rehabilitación. También se enseñó y capacitó a los albañiles, arquitectos e ingenieros a nivel local; se contó con el apoyo técnico de la Secretaría de Desarrollo Social y el gobierno federal proporcionó los materiales sin costo para las casas típicas de adobe.

Otra consideración sobre el buen resultado fue que la participación de la población afectada, llamados “beneficiados”, fue en general entusiasta y comprometida: fueron capacitados y repararon su propia vivienda y las medidas para mitigar el daño estructural se realizaron inmediatamente después del sismo.

Hoy, en zonas rurales y urbanas, existen hospitales y escuelas autoconstruidas, cada uno en sus propios términos, con similares características arquitectónicas y estructurales, que dependen principalmente del tamaño, tipo y localización del inmueble, ha señalado Alcocer.

Expone también que el comportamiento sísmico se espera que sea parecido para edificios similares, sometidos a una amenaza sísmica equivalente.

Desde 2010 este profesional recomendaba implantar un programa de alcance nacional para rehabilitación de vivienda vulnerable, así como de difusión de buenas prácticas constructivas para vivienda nueva.

Este grupo cuenta con la Guía de Autoconstrucción Smie-Conavi.

México, pues tiene historia en materia de reconstrucción de vivienda y edificaciones en general y prueba de ello es que pudo levantarse de los sismos de 1985 que afectaron mayormente a la Ciudad de México, no obstante que el balance final de los daños fue (además de muertos y heridos): 5 mil 728 inmuebles derruidos o severamente afectados (840 comerciales, 704 educativos, 345 oficinas, 41 hospitales, 33 recreativos y 19 industriales); 30 mil viviendas totalmente destruidas y 60 mil más con daños severos.

Ante el desastre en materia de vivienda en los estados de Chiapas y Oaxaca y el alto número de etnias afectadas por los recientes sismos -por lo menos 15, tzotziles, tzeltzales, tojolobales, mames, mixes, zapotecos, huaves y chontales, entre otros- empieza a tomarse en cuenta la auto-construcción, como solución a la gran problemática derivada de los terremotos.

Hoy existe la seguridad de que este tipo de edificación se llevará a cabo, por ejemplo, en Oaxaca, tras el anuncio de la titular de Sedatu, Rosario Robles, de aplicar el Tequio para reconstruir las zonas dañadas en 41 municipios, donde se calculan 14 mil viviendas dañadas (en Chiapas serían 40 mil).

El artículo 12 de la Constitución del Estado de Oaxaca señala:

“Las autoridades de los municipios y comunidades preservarán el tequio como expresión de solidaridad según los usos de cada pueblo y comunidad indígenas. Los tequios encaminados a la realización de obras de beneficio común, derivados de los acuerdos de las asambleas, de las autoridades municipales y de las comunitarias de cada pueblo y comunidad indígena, podrán ser considerados por la ley como pago de contribuciones municipales; la ley determinará las autoridades y procedimientos tendientes a resolver las controversias que se susciten con motivo de la prestación del tequio”.

Mientras tanto, en la UNAM se considera viable la reedición del Manual de Autoconstrucción y Mejoramiento de la Vivienda Cemex, elaborado por académicos de las facultades de ingeniería y arquitectura. México tiene experiencia en la materia. El año pasado fueron exhibidos en el Pabellón de México de la Bienal de Arquitectura de Venecia 2016, una serie de manuales publicados por las instituciones gubernamentales, concebidos, dicen, como complemento de políticas públicas. También manuales publicados por empresas cementeras a partir de los años ochenta y manuales enfocados en técnicas constructivas sustentables preparados en años recientes por despachos y organizaciones ciudadanas.

Por ejemplo, se exhibió el Manual de Autoconstrucción en Adobe, Cooperación comunitaria, 2016 -en español y me’phaa, una lengua de la sierra de Guerrero- en el que se expone la cooperación comunitaria para asistir procesos de reforzamiento de casas y la construcción de nuevas estructuras.

En este caso fueron distribuidos moldes de madera para que los adobes que se usaran en estas construcciones tengan las dimensiones apropiadas para resistir terremotos y huracanes.

México, evidentemente, tiene experiencia en la reconstrucción después de los desastres. Por ejemplo, como resultado de las pérdidas económicas durante los sismos de Tehuacán y Oaxaca en 1999, cuando resultaron 50 mil viviendas dañadas y 15 mil casas de adobe totalmente destruidas, Sergio M. Alcocer, Javier Cesín y Leonardo Flores, de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Estructural A. C. se abocaron al estudio de construcción de casas más seguras. 

El resultado fue un proyecto de rehabilitación para aquellas zonas diseñado bajo la consideración de las prácticas locales; así como la disponibilidad, calidad de los materiales y mano de obra.

Además, se proporcionó información técnica de forma sencilla y soluciones que no dependían de detalles complejos en diseño y construcción.

Fue todo un éxito debido, aseguran, a las soluciones adecuadas con la práctica local y un excelente diseño estructural, así como al uso de materiales de buena calidad para la reparación y rehabilitación. También se enseñó y capacitó a los albañiles, arquitectos e ingenieros a nivel local; se contó con el apoyo técnico de la Secretaría de Desarrollo Social y el gobierno federal proporcionó los materiales sin costo para las casas típicas de adobe.

Otra consideración sobre el buen resultado fue que la participación de la población afectada, llamados “beneficiados”, fue en general entusiasta y comprometida: fueron capacitados y repararon su propia vivienda y las medidas para mitigar el daño estructural se realizaron inmediatamente después del sismo.

Hoy, en zonas rurales y urbanas, existen hospitales y escuelas autoconstruidas, cada uno en sus propios términos, con similares características arquitectónicas y estructurales, que dependen principalmente del tamaño, tipo y localización del inmueble, ha señalado Alcocer.

Expone también que el comportamiento sísmico se espera que sea parecido para edificios similares, sometidos a una amenaza sísmica equivalente.

Desde 2010 este profesional recomendaba implantar un programa de alcance nacional para rehabilitación de vivienda vulnerable, así como de difusión de buenas prácticas constructivas para vivienda nueva.

Este grupo cuenta con la Guía de Autoconstrucción Smie-Conavi.

México, pues tiene historia en materia de reconstrucción de vivienda y edificaciones en general y prueba de ello es que pudo levantarse de los sismos de 1985 que afectaron mayormente a la Ciudad de México, no obstante que el balance final de los daños fue (además de muertos y heridos): 5 mil 728 inmuebles derruidos o severamente afectados (840 comerciales, 704 educativos, 345 oficinas, 41 hospitales, 33 recreativos y 19 industriales); 30 mil viviendas totalmente destruidas y 60 mil más con daños severos.

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