María Elena Álvarez-Buylla proclama: "Concluye la dependencia tecnológica que sufrió México al carecer de ventiladores pulmonares. Fruto del talento mexicano - que es rico y abundante- nuestro país cuenta ya con una fábrica que salva vidas. Saber nacional, colaboración de firmas extranjeras nos trajeron hasta aquí. México produce sus propios ventiladores. Patente nacional. Ahorro de mucho dinero”.
Complacía al Presidente Andrés Manuel López Obrador el discurso de la estudiosa María Elena Álvarez-Buylla. Meses de elogiarla. Mañaneras para destacar sus méritos académicos. "Logró el Premio Nacional de Ciencias", argumentó. Encuentros para describir su honradez y cuidado de presupuestos a su cuidado. "María Elena -contó López Obrador-me asegura que con menos de la mitad de lo aprobado, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología - Conacyt- puede salir adelante; servir a México. De poner ante los ojos de muchos el desorden que existió en el organismo rector y estimulador de la investigación científica en México.
"La Directora de Conacyt -anunció hace meses López Obrador- dio con una gran cantidad de fondos que ahí se manejaron a capricho, con debilidad, con favoritismo sin ningún beneficio para el país”
"Son dineros de la Nación - explicó López Obrador. "Guardaditos" de los investigadores, los hombres de ciencia quienes sin llegar a delitos, si se manejaban con opacidad. No rendían cuentas a nadie. Bajo la figura del "fideicomiso" existen en Conacyt. Miles de millones de pesos. Gracias al trabajo de la Doctora Álvarez-Buylla, la Secretaría de Hacienda va a recuperar esos dineros. Ya protestan mis adversarios. Que me cebo en investigadores. Que despojo a creadores de becas y estímulos. Qué desdeño la Cultura”.
“Y no hay tal -se carcajeo casi López Obrador. Se entregará a cada creador, investigador, académico, hombre de ciencia lo que le corresponda. Muchos como que no producen lo debido. No se les tocara. Ojala y no vayan por ahí esparciendo rumores. Aunque están en pleno derecho a hacerlo. Yo no limito libertades”
Ayer todo esto y quizá más pasó por la mente de Andrés Manuel López Obrador. Observó los aparatos -flamantes, nuevecitos- que la mandona en Conacyt llevó al Salón Guillermo Prieto - antes de la Tesorería- en el Palacio Nacional.
Animado narró días duros, difíciles. Los que vivió al saber que la pandemia del coronavirus llegaría a México. Causaría estragos. Mucho más profundos y dolorosos si no se adoptaban - de inmediato- medidas urgentes.
"Y fueron nuestras Fuerzas Armadas -Sedena y Semar- las que se unieron para dar cara a la terrible peste. Soldados y marinos pusieron brío y echaron a andar el Plan DN III. Útil para combatir un mal mundial. Hicimos recuento de recursos. Admitimos: Sistema de Salud destruido. Por los suelos. Sin hospitales. Carentes de equipos. Ausentes los especialistas.
"Sedena y Semar lo hicieron todo. Tome decisiones históricas. Dispuse que se entregaran - de inmediato, ya -cinco mil millones de pesos. Orden que se ejecutó no el mismo día. Pero si al siguiente. Todo urgía”.
"Las Fuerzas Armadas vivieron jornadas extenuantes. Construyeron ¡32 hospitales! Se adiestró, se entrenó, se habilitó, se actualizó a decenas, cientos y hasta a miles. De no creerse. México debe mucho a las Fuerzas Armadas”.
Y ayer también López Obrador adelantó que con el embajador ante la ONU, el Doctor Juan Ramón de la Fuente, afina un plan para adquirir en diversos países del mundo, los medicamentos que los mexicanos requieren.
"Ya nunca más la corrupción en la compra de medicinas. Negocio de malvados que llegaron a vender medicinas sin efecto. Envejecidas; inútiles. Viles mercaderes.
"Transa que ya se acabó. Juan Ramón De la Fuente me ayuda mucho. Al rato me reuniré con él".
Fragmentos de la mañanera del martes en el Palacio Nacional.
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