/ martes 30 de agosto de 2022

Consejo de Género OEM: Trabajan con las comunidades contra el plagio

La senadora Susana Harp y la antropóloga Marta Turok sentaron las bases de una ley que ya fue aprobada por la Cámara de Diputados; ambas participaron en el Consejo de Género de la OEM

Tras siete años de trabajo, se aprobó una ley que protege la obra artesanal mexicana contra el plagio. Originalmente llamada Ley de Salvaguardia de los Elementos de Identidad y Cultura de los Pueblos Indígenas, Afromexicanos y Equiparables, “después de pasar por Cámara de Diputados como Cámara revisora, el nombre quedó como Ley de Protección al Patrimonio Cultural Indígena y Afromexicano”, relató la cantante y senadora oaxaqueña Susana Harp, invitada a la sesión de agosto del Consejo de Género de la Organización Editorial Mexicana (OEM), moderado por su Directora General Editorial, Martha Ramos.

Gracias a esta ley, el patrimonio cultural de las comunidades indígenas, que incluye sus creaciones artísticas, dejará de ser “de dominio público”, para ser propiedad de la comunidad donde se desarrolla, por ejemplo, el arte textil o el arte en barro. Luego de su aprobación, está pendiente la publicación del reglamento de la ley, un proceso en el que actualmente se trabaja en la Secretaría de Cultura federal, sin embargo, ya está vigente, detalló la senadora.

Puedes leer: Consejo de Género OEM: Empresas mexicanas tienen rezago en equidad

Harp contó que la primera señal de alarma respecto al plagio por parte de diseñadores o casas de moda que se ha detectado recientemente, le llegó en 2015 cuando estaba de gira en Estados Unidos. “Siempre he dicho que voy a cantar a Oaxacalifornia, y es verdad, (por la población oaxaqueña inmigrante) estando allá, me encuentro con una blusa de la colección Étoile, de Isabel Marant idéntica a una de Santa María Tlahuitoltepec y fue brutal para mí”.

Comenzó entonces una campaña de denuncia en redes sociales y buscó a senadores y diputados para exponerles su preocupación. Sin embargo, no hubo respuesta. Lo que sí ocurrió, fue que ella detectó más casos de plagio, como los textiles de San Antonio Castillo Velasco, Oaxaca, “el más plagiado, de la comunidad Tenango de Doria, que aparece en un suéter bordado de la marca Mango, o en regalitos para promover una marca, por ejemplo Nestlé”.

Hacia una ley de protección a los bienes culturales

Ya como senadora, Susana Harp organizó mesas de trabajo junto con Marta Turok en octubre de 2018, de donde surgió el primer paso hacia la nueva ley. Lograron que el Instituto Nacional del Derecho de Autor (INDAUTOR), cambiara la condición de dominio público a las obras de cultura del país. “Equiparamos los derechos de cualquier elemento indígena, afromexicano o equiparable, es decir, si yo tengo una blusa, es mía, sí, lo mío es el objeto, no el Derecho de Autor; no puedo tomar un dibujo del maestro Francisco Toledo para imprimirla en mascadas, o un bordado y sacarle un escaneo profesional para sublimarlo en tela, o maquilar fuera, como hicieron Carolina Herrena, Isabel Marant, o Michael Kors, normalmente lo que tiene condición de dominio público, es muy sencillo obtener usufructo de eso”.

La senadora advierte que la ley prevé sanciones reales y que hasta ahora, ella no tiene información de que exista otra similar en el mundo. No se trata, aclara, de aislar las creaciones en las comunidades, que sólo se comercialicen in situ, el propósito es también lograr que se venda, pero siempre con autorización de las comunidades, lo cual es una figura única, ya que los Derechos de Autor no pertenecen a una sola persona, sino al colectivo, con lo cual, a la hora de negociar, propiciará que usos y costumbres como las asambleas, se retomen.

“El gran reto es provocar que cada comunidad ejerza los derechos sobre su patrimonio cultural, pueden registrarlo en el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), no es forzoso, porque todo elemento de cultura ya está protegido, pero la ley reconoce que el derecho colectivo y cualquier elemento de cultura es inalienable, imprescriptible e imperecedero, jamás tendrá condición dominio público”.

Un sesgo femenino

En su intervención, Sara Lovera, columnista y consejera de esta casa editorial, destacó que ancestralmente, han sido las mujeres, “quienes se organizaron en cooperativas para pelear para que hubiera algún tipo de reglamentación, lo acabamos de ver en Oaxaca con la empresa que tiene la esposa del gobernador (señalada por apropiarse de diseños indígenas para su marca de ropa Muvay), pero hubo otras empresas, no sé en el caso de la seda, si Pineda Covalín paga, si hubo convenio, pero que ha usado y ha acumulado mucho dinero, pasa no solamente en el extranjero, no es sólo Carolina Herrera”.

Romelia Pérez, bordadora de los Altos de Chiapas, quien forma parte de la red de cooperativas Recosur, relató que en marzo pasado, se realizó el Segundo Encuentro Latinoamericano de tejedoras y bordadoras, en el que las participantes discutieron la nueva ley.

Destacó que antes de ésta, “todas las artes producto de la población indígena han sido como un dominio público, ahora es ponernos de acuerdo para hacer registro de nuestros derechos colectivos, aunque sí va a ser un poco complejo, la ley se puede ir reformando poco a poco, creo para eso estamos organizadas como cooperativas, como organizaciones de mujeres, buscando nuestra participación en nuestras comunidades”.

Puedes leer: Consejo de Género OEM: Hay que analizar los datos con “ojos violeta”

Al interior, agregó, también hace falta trabajar a partir de esta ley, que menciona que se tiene que cumplir en conjunto con las autoridades, “y la mayoría son hombres, creo que hay que trabajar esa parte, de hacerles entender, o sensibilizar a nuestras autoridades la importancia que tenemos como mujeres y como portadoras de nuestra identidad, de nuestros productos culturales, aparte de que es nuestra identidad, está lo que comercializamos, que es fundamental para nosotras porque es nuestra supervivencia”.

Apoyo internacional

Gabriela Ramírez, consejera de ONU México y de la OEM, se refirió en su intervención al patrimonio inmaterial, según la UNESCO, que comprende expresiones vivas, usos, representaciones, técnicas, objetos, espacios, “lo que proporciona a las comunidades un sentimiento de identidad, de continuidad, favorece la creatividad y el bienestar social, contribuye a la gestión del entorno y también genera ingresos económicos”.

Mencionó que hay dos convenciones de la UNESCO de salvaguarda del patrimonio cultural inmaterial, que México ratificó en 2005 y 2007.

“Tenemos una agencia que se encarga de la protección intelectual, la ONPI dice que el plagio de expresiones culturales es muy común lamentablemente. Diseñadores toman estas expresiones, las sacan de contexto, no tiene en cuenta su significado o lo malinterpretan. Hay un documento que es un proyecto de análisis de las carencias de la protección de los bienes culturales tradicionales, también están haciendo trabajo para hacer un instrumento jurídico internacional para brindar esta protección.

“La ONPI dice que es necesario que estos marcos normativos también tomen en cuenta la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, su propuesta es que las tejedoras, las bordadoras, las personas que hacen este tipo de trabajos sean la voz más poderosa para sus propias culturas, dar a conocer su visión, cómo será más fácil protegerlos y cómo pueden tener a la mano medidas que les permitan tomar alguna acción cuando esta protección no se lleve a cabo”.

La labor periodística

Finalmente la antropóloga Marta Turok mencionó la dificultad de llevar a cabo acuerdos internos en las comunidades pues, “no en todas conservan los elementos de acuerdos como en Tlahuitoltepec, ahí la Asamblea existe, pero en Tenango de Doria son 10 pueblos divididos por partidos políticos, por religiones, no hay ejercicio ya de lo que llaman consenso, se rompió”.

Coincide con que las primeras personas que deben platicar entre sí, “son los afectados, en Tenango de Doria ya bordan hombres, mujeres, niños, abuelos, abuelas, es una fábrica humana como me dijo una vez un artesano oaxaqueño que fue a China”, y todos deben tener una voz en los acuerdos.

Se refirió al ejercicio periodístico al tratar estos temas. “Lo interesante es cuando ustedes logran sacar cosas que otros no vemos, no es que el ejército de antropólogos vamos a ir, sino que ustedes se sensibilicen y duden, decir, ‘me están contando esta historia, ¿y me estoy enterando de todo lo que pasa?, o hay varias capas de la historia que como periodista puedo sacar a la luz para que el lector tome sus decisiones’, ser portavoces de las diferentes realidades que viven las comunidades”.

Tras siete años de trabajo, se aprobó una ley que protege la obra artesanal mexicana contra el plagio. Originalmente llamada Ley de Salvaguardia de los Elementos de Identidad y Cultura de los Pueblos Indígenas, Afromexicanos y Equiparables, “después de pasar por Cámara de Diputados como Cámara revisora, el nombre quedó como Ley de Protección al Patrimonio Cultural Indígena y Afromexicano”, relató la cantante y senadora oaxaqueña Susana Harp, invitada a la sesión de agosto del Consejo de Género de la Organización Editorial Mexicana (OEM), moderado por su Directora General Editorial, Martha Ramos.

Gracias a esta ley, el patrimonio cultural de las comunidades indígenas, que incluye sus creaciones artísticas, dejará de ser “de dominio público”, para ser propiedad de la comunidad donde se desarrolla, por ejemplo, el arte textil o el arte en barro. Luego de su aprobación, está pendiente la publicación del reglamento de la ley, un proceso en el que actualmente se trabaja en la Secretaría de Cultura federal, sin embargo, ya está vigente, detalló la senadora.

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Harp contó que la primera señal de alarma respecto al plagio por parte de diseñadores o casas de moda que se ha detectado recientemente, le llegó en 2015 cuando estaba de gira en Estados Unidos. “Siempre he dicho que voy a cantar a Oaxacalifornia, y es verdad, (por la población oaxaqueña inmigrante) estando allá, me encuentro con una blusa de la colección Étoile, de Isabel Marant idéntica a una de Santa María Tlahuitoltepec y fue brutal para mí”.

Comenzó entonces una campaña de denuncia en redes sociales y buscó a senadores y diputados para exponerles su preocupación. Sin embargo, no hubo respuesta. Lo que sí ocurrió, fue que ella detectó más casos de plagio, como los textiles de San Antonio Castillo Velasco, Oaxaca, “el más plagiado, de la comunidad Tenango de Doria, que aparece en un suéter bordado de la marca Mango, o en regalitos para promover una marca, por ejemplo Nestlé”.

Hacia una ley de protección a los bienes culturales

Ya como senadora, Susana Harp organizó mesas de trabajo junto con Marta Turok en octubre de 2018, de donde surgió el primer paso hacia la nueva ley. Lograron que el Instituto Nacional del Derecho de Autor (INDAUTOR), cambiara la condición de dominio público a las obras de cultura del país. “Equiparamos los derechos de cualquier elemento indígena, afromexicano o equiparable, es decir, si yo tengo una blusa, es mía, sí, lo mío es el objeto, no el Derecho de Autor; no puedo tomar un dibujo del maestro Francisco Toledo para imprimirla en mascadas, o un bordado y sacarle un escaneo profesional para sublimarlo en tela, o maquilar fuera, como hicieron Carolina Herrena, Isabel Marant, o Michael Kors, normalmente lo que tiene condición de dominio público, es muy sencillo obtener usufructo de eso”.

La senadora advierte que la ley prevé sanciones reales y que hasta ahora, ella no tiene información de que exista otra similar en el mundo. No se trata, aclara, de aislar las creaciones en las comunidades, que sólo se comercialicen in situ, el propósito es también lograr que se venda, pero siempre con autorización de las comunidades, lo cual es una figura única, ya que los Derechos de Autor no pertenecen a una sola persona, sino al colectivo, con lo cual, a la hora de negociar, propiciará que usos y costumbres como las asambleas, se retomen.

“El gran reto es provocar que cada comunidad ejerza los derechos sobre su patrimonio cultural, pueden registrarlo en el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), no es forzoso, porque todo elemento de cultura ya está protegido, pero la ley reconoce que el derecho colectivo y cualquier elemento de cultura es inalienable, imprescriptible e imperecedero, jamás tendrá condición dominio público”.

Un sesgo femenino

En su intervención, Sara Lovera, columnista y consejera de esta casa editorial, destacó que ancestralmente, han sido las mujeres, “quienes se organizaron en cooperativas para pelear para que hubiera algún tipo de reglamentación, lo acabamos de ver en Oaxaca con la empresa que tiene la esposa del gobernador (señalada por apropiarse de diseños indígenas para su marca de ropa Muvay), pero hubo otras empresas, no sé en el caso de la seda, si Pineda Covalín paga, si hubo convenio, pero que ha usado y ha acumulado mucho dinero, pasa no solamente en el extranjero, no es sólo Carolina Herrera”.

Romelia Pérez, bordadora de los Altos de Chiapas, quien forma parte de la red de cooperativas Recosur, relató que en marzo pasado, se realizó el Segundo Encuentro Latinoamericano de tejedoras y bordadoras, en el que las participantes discutieron la nueva ley.

Destacó que antes de ésta, “todas las artes producto de la población indígena han sido como un dominio público, ahora es ponernos de acuerdo para hacer registro de nuestros derechos colectivos, aunque sí va a ser un poco complejo, la ley se puede ir reformando poco a poco, creo para eso estamos organizadas como cooperativas, como organizaciones de mujeres, buscando nuestra participación en nuestras comunidades”.

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Al interior, agregó, también hace falta trabajar a partir de esta ley, que menciona que se tiene que cumplir en conjunto con las autoridades, “y la mayoría son hombres, creo que hay que trabajar esa parte, de hacerles entender, o sensibilizar a nuestras autoridades la importancia que tenemos como mujeres y como portadoras de nuestra identidad, de nuestros productos culturales, aparte de que es nuestra identidad, está lo que comercializamos, que es fundamental para nosotras porque es nuestra supervivencia”.

Apoyo internacional

Gabriela Ramírez, consejera de ONU México y de la OEM, se refirió en su intervención al patrimonio inmaterial, según la UNESCO, que comprende expresiones vivas, usos, representaciones, técnicas, objetos, espacios, “lo que proporciona a las comunidades un sentimiento de identidad, de continuidad, favorece la creatividad y el bienestar social, contribuye a la gestión del entorno y también genera ingresos económicos”.

Mencionó que hay dos convenciones de la UNESCO de salvaguarda del patrimonio cultural inmaterial, que México ratificó en 2005 y 2007.

“Tenemos una agencia que se encarga de la protección intelectual, la ONPI dice que el plagio de expresiones culturales es muy común lamentablemente. Diseñadores toman estas expresiones, las sacan de contexto, no tiene en cuenta su significado o lo malinterpretan. Hay un documento que es un proyecto de análisis de las carencias de la protección de los bienes culturales tradicionales, también están haciendo trabajo para hacer un instrumento jurídico internacional para brindar esta protección.

“La ONPI dice que es necesario que estos marcos normativos también tomen en cuenta la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, su propuesta es que las tejedoras, las bordadoras, las personas que hacen este tipo de trabajos sean la voz más poderosa para sus propias culturas, dar a conocer su visión, cómo será más fácil protegerlos y cómo pueden tener a la mano medidas que les permitan tomar alguna acción cuando esta protección no se lleve a cabo”.

La labor periodística

Finalmente la antropóloga Marta Turok mencionó la dificultad de llevar a cabo acuerdos internos en las comunidades pues, “no en todas conservan los elementos de acuerdos como en Tlahuitoltepec, ahí la Asamblea existe, pero en Tenango de Doria son 10 pueblos divididos por partidos políticos, por religiones, no hay ejercicio ya de lo que llaman consenso, se rompió”.

Coincide con que las primeras personas que deben platicar entre sí, “son los afectados, en Tenango de Doria ya bordan hombres, mujeres, niños, abuelos, abuelas, es una fábrica humana como me dijo una vez un artesano oaxaqueño que fue a China”, y todos deben tener una voz en los acuerdos.

Se refirió al ejercicio periodístico al tratar estos temas. “Lo interesante es cuando ustedes logran sacar cosas que otros no vemos, no es que el ejército de antropólogos vamos a ir, sino que ustedes se sensibilicen y duden, decir, ‘me están contando esta historia, ¿y me estoy enterando de todo lo que pasa?, o hay varias capas de la historia que como periodista puedo sacar a la luz para que el lector tome sus decisiones’, ser portavoces de las diferentes realidades que viven las comunidades”.

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