Una investigación titulada “¿Hasta que la muerte nos separe? La violencia de pareja en la tercera edad” le ha dado una nueva connotación a esa frase que se usa para rubricar la celebración de un matrimonio católico y que, más que una declaración de amor eterno parecería una sentencia de cadena perpetua.
El estudio de Marbelis Orbea López evidencia la naturalización de la violencia en un segmento poblacional que también está invisibilizado por los mitos en torno a la vejez.
Como profesora asistente del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana, Orbea López realizó cuestionarios y entrevistas de profundidad a mujeres, de 60 a 75 años, respecto a los maltratos físicos o psicológicos vividos en sus relaciones de pareja.
El resultado más contundente fue que todas las entrevistadas estaban tan acostumbradas a que su esposo les gritara, que sólo 3% calificaba como “mala” su relación.
“La violencia de pareja sufrida por las adultas mayores es reflejo de la violencia doméstica experimentada por ellas a lo largo de su vida conyugal", escribe Orbea López.
DEL VERDE AL ROJO
También son significativas las respuestas para medir el nivel de violencia sexual en una relación erótico-afectiva: 50% había recibido algún tipo de burla; 81%, insultos públicos o privados, así como amenazas de golpes y abandono; 31%, críticas de su pareja al tener relaciones sexuales y 56%, prohibición para ver amistades.
La lista sigue: 88% reportaba que sus esposos las culpaban de los problemas familiares; 38% eran obligadas a tener relaciones sexuales en momentos inoportunos o indeseados; 44% de las parejas las acusaban de infidelidad y pasaban tiempo sin hablarles; 19% las criticaban por su cuerpo y otro porcentaje respondió que fueron obligadas a tener relaciones sexuales después de haber sido insultadas o golpeadas.
"Muchas veces la mujer ni siquiera se atreve a realizar la denuncia por el temor a las represalias que pueda tomar el cónyuge hacia ella; o puede que, según los estereotipos imperantes, lo tome como algo natural, que es parte del derecho del hombre como esposo", sostiene la autora, en su publicación.
Aprender a diferenciar lo que es violencia de aquello que no lo es, incluso, ha llevado a desarrollar aplicaciones móviles conocidas como “violentómetros” para que desde un celular cualquier persona pueda identificar en qué situación se encuentra en su relación de pareja.
En México, desde 2009, el Instituto Politécnico Nacional desarrolló una herramienta que mide con una escala de color, que va del verde al rojo, el nivel de violencia en una relación. Actualmente, está disponible como la app móvil “Test Violentómetro IPN”.
Este tipo de aplicaciones son herramientas gratuitas que canalizan al usuario a los servicios de ayuda en la comunidad, en caso de que tengan una alerta roja, es decir, cuando la persona se encuentra en riesgo de violación, mutilación o asesinato.
Los niveles verdes tienen advertencias como “Cuidado. La violencia aumentará”. Se refieren a bromas hirientes y chantajes o cuando se usa el silencio o la llamada ley del hielo para ejercer violencia sobre la pareja. Es decir, se trata de situaciones que podrían considerarse sutiles o poco perceptibles, pero en realidad son actitudes violentas normalizadas o invisibilizadas.
EDUCACIÓN VS VIOLENCIA
En 2017, Pornhub, el canal de sexo explícito por internet, lanzó una campaña de educación sexual para adultos mayores. La compañía desarrolló el sitio web www.oldschoolsexed.com que aloja datos sobre la sexualidad en la tercera edad y produjo un video de 15 minutos, titulado Nina Hartley’s Old School: una guía completa para practicar sexo seguro después de los 65 años.
Hartley tiene 61 años. Es enfermera certificada, educadora sexual y estrella porno. En este video presenta recomendaciones para tener una vida sexual sana en la tercera edad. Explica que el deseo sexual no disminuye con la edad. “De hecho, es una de las últimas funciones en perderse, durante los años dorados”, dice.
La atención médica oportuna ha ampliado la esperanza de vida y los estilos de vida saludable permiten una vejez con calidad de vida. Esto sumado a que en el mercado se ofertan lubricantes que ayudan a reducir la resequedad vaginal que conlleva la edad y también existen los medicamentos recomendados para la disfunción eréctil.
El video se detiene en explicar 6 enfermedades de transmisión sexual, el uso adecuado del condón, así como las posiciones que pueden facilitar los encuentros físicos sin riesgo de romperse la cadera.
Aquí el video ⬇️
Julián Alcalá Ramírez, investigador de la Facultad de Medicina de la UNAM advierte que la educación sexual es importante siempre. “La educación de los hijos debiera empezar antes de que nazcan. Desde la más tierna edad hasta personas de la tercera edad”, comenta vía telefónica.
La charla con Alcalá Ramírez apunta a que la educación sexual provee de herramientas para reducir el riesgo de vivir violencia o, en su caso, romper un ciclo de violencia.
Médico cirujano y educador sexual, Alcalá Ramírez explica que el problema comienza por las razones por las que se unen las parejas, como ocurre con los embarazos no deseados. “No es que tuvieran mayor interés de formar una pareja, sino que hicieron una pareja en función de que se presentó un embarazo”, ejemplifica.
Alcalá Ramírez habla abiertamente sobre la sexualidad en adultos mayores para derrumbar los mitos en torno al tema. “De la tercera edad se puede disfrutar plenamente y es muy sana la vida sexual, con pareja o sin pareja”, comenta. “No se niega que te duela la rodilla, pero puedes tener una buena vida”.
Aprender a conocer el cuerpo propio y sus rutas de placer tienen un sinnúmero de beneficios. Respecto a la violencia, la educación sexual oportuna se convierte en una especie de escudo que protege la autoestima y procura relaciones afectivas satisfactorias. Esto sumado a que contar con información confiable sobre anticonceptivos y erotismo son herramientas que permiten identificar situaciones de violencia sexual.
Por ejemplo, el violentómetro del Cochabamba, Bolivia, —disponible como app descargable en México— incluye preguntas específicas respecto a la exigencia de caricias o manoseos sin mutuo acuerdo, burlas o críticas durante el encuentro sexual, condicionamiento al uso de métodos anticonceptivos, así como obligar a la pareja a ver pornografía o a tener prácticas sexuales que le desagraden.
¿VÍCTIMA YO?
Actualmente, las campañas de educación sexual están dirigidas especialmente a los adolescentes. También hay esfuerzos de la sociedad civil para llegar a las mujeres madres de familia y a las personas de la tercera edad, en un país donde los niños menores de 6 años son cuidados por su madre, un abuelo o una guardería.
En la medida en que los cuidadores de estos niños cuenten con la información adecuada, se evita reproducir estereotipos y conductas que normalicen la violencia frente a los más pequeños.
Desde distintos sectores de la sociedad también se han impulsado iniciativas para empoderar a las mujeres que han sufrido, durante décadas de matrimonio, los abusos sexuales y la violencia por parte de sus parejas, e incluso padecen enfermedades de transmisión sexual contagiadas por sus esposos.
Definamos qué es violencia con la ayuda de un profesional que atiende a víctimas de este tipo de situaciones. Usaremos un seudónimo para platicar con María que tiene 10 años de experiencia en este sector.
“No todo es violencia. La violencia tiene la intención de subordinar al otro. Busca ejercer un poder sobre la otra persona. Y, por tanto, van a ser actos repetidos que se van a dar para mantener una constante supervisión sobre la otra persona”, explica María.
Los tipos de violencia están consignados en la Ley General de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia. Los especialistas hablan de violencia en las relaciones “erótico afectivas” y eso implica situaciones de violencia sexual y violencia familiar también definidas en esta legislación.
El que este tipo de manifestaciones sean del ámbito privado hace más difícil medirlas e identificarlas. Si nos preguntamos cuáles son los tipos de violencia doméstica y sexual más generalizadas, será difícil encontrar una respuesta precisa.
“Se ha intentado medir, pero no sabemos si esas medidas han sido exactas, dado que implican el ámbito privado. También influye la educación, porque si yo veo como normal cierta situación, pues, no voy a denunciar o no voy a decir que esto es violencia sexual”, explica María.
SIMPLES CIFRAS
Durante el confinamiento social, a propósito de la pandemia por Covid19, las asociaciones civiles especializadas en atención a víctimas han reportado el incremento en el número de llamadas de ayuda denunciando violencia familiar. Incluso se ha informado sobre la saturación de los albergues que reciben a aquellas mujeres cuya vida podría estar en riesgo.
Sin entrar en la polémica de las cifras, los buscadores de internet nos permiten saber cuáles son las inquietudes de la población sobre un tema particular. Así que, en un ejercicio básico de estadística, se puede ingresar a la herramienta de medición Google Trends para medir y comparar cuáles ha sido el interés por encontrar información sobre el violentómetro y la violencia sexual.
Ambas presentaron picos altos en las semanas previas al día de la mujer, cuando se hablaba de la marcha del 8 de marzo y se promovía el paro por un día sin mujeres, el 9 de marzo. Después del 10 de marzo, las búsquedas bajaron, pero en especial las búsquedas sobre “violencia sexual” han sido constantes en Google, durante las semanas de confinamiento.
Sin embargo, cuando hay una pareja peleonera en el departamento de al lado, no faltará quien diga: Todos tenemos nuestras diferencias. Si se escuchan gritos y golpes, entonces ya habrá que hablarle a una patrulla. Pero qué hay de las manifestaciones silenciosas de violencia como el silencio mismo, un mecanismo del agresor para castigar y manipular al otro.
“Ninguna persona está acostumbrada a la violencia. En ocasiones, hemos sido criados con esta violencia, hemos sido educados con estos mecanismos de interacción y se nos dificulta identificarlos, se ha normalizado, pero no significa que estemos acostumbrados. Lo que pasa es que no podemos identificar que eso que estamos viviendo es violencia”, agrega María.
La violencia no se siente “bien”. Aunque hayan prometido amarte, honrarte y respetarte toda la vida, las escenas de celos son incómodas y que te espíen los mensajes del celular incluso es de mala educación.
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