/ martes 21 de junio de 2022

Más de la mitad de los menores de 5 años en el país son disciplinados con violencia: Early Institute

De acuerdo con el Early Institute, durante los primeros años de vida el cerebro tiene su mayor desarrollo, por lo que la violencia en esta edad tiene un fuerte impacto

En el país seis de cada 10 niñas y niños menores de cinco años de edad sufre algún método de disciplina violenta por parte de sus cuidadores, mamá, papá u otra figura, lo que afecta su desarrollo, destaca el laboratorio de ideas Early Institute, que este martes presentó el Sistema de Indicadores de Primera Infancia (SIPI) en México y que está disponible en su página web.

La herramienta consiste en monitorear, analizar y generar propuestas para la incidencia con respecto a la población de primera infancia, que inicia desde el embarazo hasta los cinco años. Lo que genera SIPI es dar y presentar la situación actual de menores en esta etapa de vida a partir de seis rubros: salud, nutrición, cuidado, educación, seguridad y protección, y pobreza a través de una serie de 142 indicadores o mediciones concretas en cada una de estas áreas. A partir de eso obtienen un dato que da una pequeña fotografía de las condiciones de cómo están en esa área.

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“Hemos dado seguimiento a indicadores que tienen que ver también con esta parte negativa del cuidado, que es, por ejemplo, la disciplina violenta. Damos a conocer que casi 60 por ciento, el 58 por ciento de niñas y niños menores de cinco años sufren algún tipo de método de disciplina violenta por parte de sus cuidadores. Esto puede ser el papá o la mamá, o inclusive alguna otra figura. Entonces, este tipo de datos evidentemente nos preocupan porque precisamente van a ir en detrimento del desarrollo de niñas y niños”, explica Cándido Pérez, investigador de Early Institute.

En el caso de la violencia, el investigador de Early Institute dice que lo primero que hay que hacer es saber que existe, incluso en etapas muy pequeñas, y pone como ejemplo la niña abandonada en un tinaco, en Chalco, Estado de México, y que por desgracia esa es una forma muy común que ocurre en México.

“Hay diferentes tipos de violencia que antes quizá pensábamos que en niños tan pequeños no eran tan recurrentes”, lamenta.

Cándido Pérez expone que el SIPI tiene tres objetivos: dar a conocer e investigar los indicadores, datos y resultados que encuentran; analizarlos a fondo, y generar recomendaciones para la incidencia. Además, el proyecto es para generar recomendaciones hacia tomadores de decisiones en cuanto a políticas públicas y gasto público.

–Tocando este tema de la violencia que menciona, el ejemplo de la niña y otros muchos casos, ¿cómo les afectará en un futuro a estos pequeños este tipo de violencia, no sólo la del núcleo familiar, sino la que se vive en el ámbito escolar, comunitario o la violencia a nivel nacional, que tiene que ver con el crimen organizado? –se le pregunta.

–Desgraciadamente lo que nos dice el sistema, la información que damos a conocer en México, es que hay muchos indicadores relacionados con la violencia que son muy preocupantes. Diferentes formas de violencia, violencia física, violencia que se da precisamente, por ejemplo, por dejar a los niños solos, violencia psicológica también es uno. De los indicadores que nos preocupan mucho en general, de la que observamos en términos de diferentes formas de violencia son muy significativos. Es decir, estamos ante una problemática que se ha generalizado, así como se genera esto en la población adulta, se ha generalizado también en la población de niñas y niños. Ahí una de las cosas más determinantes, y por eso es nuestro enfoque de primera infancia, es saber que muchas de las afectaciones que están teniendo estos niños no solamente van a ser muy difíciles de atender.

Un cerebro es como una planta que si se riega, crece, si no se riega se marchita. Y eso es lo que está ocurriendo en muchos de los casos con estos niños y niñas, miles en México, que están sufriendo ciertas diversas formas de violencia. Y lo que ocurre, inclusive a nivel macro, lo que nos dice la evidencia científica, es que para el Estado intervenir en situaciones como estas problemáticas de violencia posteriormente es muchísimo más costoso. Más o menos en el mismo sentido que pasa con el ámbito de la salud, es muchísimo más caro para el Estado tratar de atender una enfermedad que ya ha sucedido y lo que se puede invertir cuando estamos hablando de prevención. En ese sentido también lo que buscamos con el SIPI es eso, es decir, aquí tenemos focos rojos, que los atendemos o el día de mañana van a ser muchísimo más costosos para todos.

De acuerdo con el investigador de Early Institute, la etapa de la primera infancia es de las más importantes, porque ocurre a nivel cerebral, ya que es donde se crece de manera más emocional y eso significa que están en la etapa donde el desarrollo cognitivo, emocional y social se desarrolla de mayor manera.

“Adquirimos la mayor capacidad de aprender a resolver problemas, de relacionarnos con los demás; durante los primeros dos años de vida el cerebro tiene tal nivel de desarrollo que no vuelve a tener durante las siguientes etapas”, explica.

Por otra parte, el SIPI también está enfocado en mostrar las características de niñas y niños con datos de otros esquemas, por ejemplo, qué 632 mil en esta etapa de primera infancia tienen alguna discapacidad o problema de condición mental; 300 mil hablan una lengua indígena; 200 mil son afroamericanos, y más.

“Ese tipo de cifras nos describen a la población. También vamos a ver que todas estas 6 áreas o dimensiones es el estado actual. Uno de los que nos preocupa más en esta situación tiene que ver con el área de pobreza: uno de cada dos niños, es decir 50 por ciento o poco más en esta primera infancia se encuentra en situación de pobreza, y 11.8 por ciento se encuentran en situación de pobreza extrema”, señala.

Al igual, Pérez destaca que otro dato preocupante es que en términos de pobreza alrededor del 23% de las niñas y niños de primera infancia tienen carencias de servicios básicos dentro de sus hogares, cómo conseguir una vivienda; acceso a seguridad social. “Son parte de las problemáticas que encontramos, así como estas situaciones de una década de áreas que fuimos analizando”, concluye.



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En el país seis de cada 10 niñas y niños menores de cinco años de edad sufre algún método de disciplina violenta por parte de sus cuidadores, mamá, papá u otra figura, lo que afecta su desarrollo, destaca el laboratorio de ideas Early Institute, que este martes presentó el Sistema de Indicadores de Primera Infancia (SIPI) en México y que está disponible en su página web.

La herramienta consiste en monitorear, analizar y generar propuestas para la incidencia con respecto a la población de primera infancia, que inicia desde el embarazo hasta los cinco años. Lo que genera SIPI es dar y presentar la situación actual de menores en esta etapa de vida a partir de seis rubros: salud, nutrición, cuidado, educación, seguridad y protección, y pobreza a través de una serie de 142 indicadores o mediciones concretas en cada una de estas áreas. A partir de eso obtienen un dato que da una pequeña fotografía de las condiciones de cómo están en esa área.

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“Hemos dado seguimiento a indicadores que tienen que ver también con esta parte negativa del cuidado, que es, por ejemplo, la disciplina violenta. Damos a conocer que casi 60 por ciento, el 58 por ciento de niñas y niños menores de cinco años sufren algún tipo de método de disciplina violenta por parte de sus cuidadores. Esto puede ser el papá o la mamá, o inclusive alguna otra figura. Entonces, este tipo de datos evidentemente nos preocupan porque precisamente van a ir en detrimento del desarrollo de niñas y niños”, explica Cándido Pérez, investigador de Early Institute.

En el caso de la violencia, el investigador de Early Institute dice que lo primero que hay que hacer es saber que existe, incluso en etapas muy pequeñas, y pone como ejemplo la niña abandonada en un tinaco, en Chalco, Estado de México, y que por desgracia esa es una forma muy común que ocurre en México.

“Hay diferentes tipos de violencia que antes quizá pensábamos que en niños tan pequeños no eran tan recurrentes”, lamenta.

Cándido Pérez expone que el SIPI tiene tres objetivos: dar a conocer e investigar los indicadores, datos y resultados que encuentran; analizarlos a fondo, y generar recomendaciones para la incidencia. Además, el proyecto es para generar recomendaciones hacia tomadores de decisiones en cuanto a políticas públicas y gasto público.

–Tocando este tema de la violencia que menciona, el ejemplo de la niña y otros muchos casos, ¿cómo les afectará en un futuro a estos pequeños este tipo de violencia, no sólo la del núcleo familiar, sino la que se vive en el ámbito escolar, comunitario o la violencia a nivel nacional, que tiene que ver con el crimen organizado? –se le pregunta.

–Desgraciadamente lo que nos dice el sistema, la información que damos a conocer en México, es que hay muchos indicadores relacionados con la violencia que son muy preocupantes. Diferentes formas de violencia, violencia física, violencia que se da precisamente, por ejemplo, por dejar a los niños solos, violencia psicológica también es uno. De los indicadores que nos preocupan mucho en general, de la que observamos en términos de diferentes formas de violencia son muy significativos. Es decir, estamos ante una problemática que se ha generalizado, así como se genera esto en la población adulta, se ha generalizado también en la población de niñas y niños. Ahí una de las cosas más determinantes, y por eso es nuestro enfoque de primera infancia, es saber que muchas de las afectaciones que están teniendo estos niños no solamente van a ser muy difíciles de atender.

Un cerebro es como una planta que si se riega, crece, si no se riega se marchita. Y eso es lo que está ocurriendo en muchos de los casos con estos niños y niñas, miles en México, que están sufriendo ciertas diversas formas de violencia. Y lo que ocurre, inclusive a nivel macro, lo que nos dice la evidencia científica, es que para el Estado intervenir en situaciones como estas problemáticas de violencia posteriormente es muchísimo más costoso. Más o menos en el mismo sentido que pasa con el ámbito de la salud, es muchísimo más caro para el Estado tratar de atender una enfermedad que ya ha sucedido y lo que se puede invertir cuando estamos hablando de prevención. En ese sentido también lo que buscamos con el SIPI es eso, es decir, aquí tenemos focos rojos, que los atendemos o el día de mañana van a ser muchísimo más costosos para todos.

De acuerdo con el investigador de Early Institute, la etapa de la primera infancia es de las más importantes, porque ocurre a nivel cerebral, ya que es donde se crece de manera más emocional y eso significa que están en la etapa donde el desarrollo cognitivo, emocional y social se desarrolla de mayor manera.

“Adquirimos la mayor capacidad de aprender a resolver problemas, de relacionarnos con los demás; durante los primeros dos años de vida el cerebro tiene tal nivel de desarrollo que no vuelve a tener durante las siguientes etapas”, explica.

Por otra parte, el SIPI también está enfocado en mostrar las características de niñas y niños con datos de otros esquemas, por ejemplo, qué 632 mil en esta etapa de primera infancia tienen alguna discapacidad o problema de condición mental; 300 mil hablan una lengua indígena; 200 mil son afroamericanos, y más.

“Ese tipo de cifras nos describen a la población. También vamos a ver que todas estas 6 áreas o dimensiones es el estado actual. Uno de los que nos preocupa más en esta situación tiene que ver con el área de pobreza: uno de cada dos niños, es decir 50 por ciento o poco más en esta primera infancia se encuentra en situación de pobreza, y 11.8 por ciento se encuentran en situación de pobreza extrema”, señala.

Al igual, Pérez destaca que otro dato preocupante es que en términos de pobreza alrededor del 23% de las niñas y niños de primera infancia tienen carencias de servicios básicos dentro de sus hogares, cómo conseguir una vivienda; acceso a seguridad social. “Son parte de las problemáticas que encontramos, así como estas situaciones de una década de áreas que fuimos analizando”, concluye.



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