/ viernes 3 de abril de 2020

Trabajaremos hasta que el coronavirus nos mate: tianguistas

Comerciantes de tianguis y mercados, que viven de sus ventas diarias, no dejan de salir a sus locales y a las calles para realizar sus actividades normales

Mateo Sandoval, de 31 años, es un comerciante de legumbres en los tianguis de las colonias Zapata, Chamizal y Valle de Guadalupe, en Ecatepec, el municipio más poblado del Estado de México, pero incluso con la contingencia, para él es impensable dejar de trabajar, porque del puesto dependen ocho personas.

Ante el brote de Covid-19, dice, la afluencia de gente en los tianguis es normal e incluso puede asegurar que hay más personas recorriendo los pasillos.

“Las ventas no han bajado, al contrario, subieron un poco”, y detalla que ninguno de sus compañeros tianguistas han dejado de ir. “Hasta parece que no pasa nada”.

En su puesto usan como medidas de prevención cubrebocas y gel antibacterial, pero en el fondo duda de la magnitud real del virus.

“La gente está espantada, pero sale a la calle y compra lo necesario. Hay quien sí cree en el virus y hay gente que no. Yo en particular creo que sí está el coronavirus, pero no tanto como para no salir. No conozco a nadie contagiado y mis clientes tampoco”, comenta Mateo a este diario.

El comerciante expresa que en un supuesto de que las autoridades ordenaran el cese de dichas actividades optarían por la alternativa de enviar los pedidos a domicilio.

“Si el gobierno no nos deja trabajar buscaremos opciones. Hemos pensado en repartir a domicilio, incluso ya le avisamos a los clientes y algunos ya nos hacen pedidos”, comparte.

“Mientras estemos bien de salud estaremos trabajando. Como dicen: trabajaremos hasta que el coronavirus nos mate”.

Ante la emergencia sanitaria decretada por las autoridades de Salud las medidas de prevención para frenar el paso de la epidemia en la capital del país y su periferia se han multiplicado, apoyando el famoso lema #QuédateEnCasa.

El movimiento de los citadinos ha variado por regiones, pues mientras el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell informó el pasado 30 de marzo que la afluencia de personas había decrecido 60 por ciento en la Ciudad de México, en la zona conurbada de la capital la vida continúa como si no hubiera virus.

Por supuesto que no siempre ha sido así. Durante los primeros días en el que el discurso del subsecretario de Salud llevó un mensaje directo a la población con el cual pedía su resguardo, muchos acataron la instrucción y entonces los días posteriores parecían domingos. Todo transcurría con calma.

No obstante, hoy en día, los habitantes de las zonas más marginadas de la metrópoli parecen inmunes ante el coronavirus. Son contados los comercios que han cerrado, la gente sigue trabajando, las pequeñas empresas no paran sus operaciones y las amas de casa van por el mandado, como suelen hacerlo siempre.

En las afueras de la ciudad los ingresos diarios no dan para cumplir una cuarentena sin trabajar a lo que se suma que hay quienes ya no creen en las autoridades.

Sin embargo, al adentrarnos al corazón de la Ciudad de México, la situación es distinta. Desde el pasado 26 de marzo, la Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco) señaló que ante la contingencia diversos mercados públicos de la capital ofrecerán servicio a domicilio.

“Poco antes de que se declararan las medidas de aislamiento, nosotros nos preparamos”, expresó el director general de Abasto, Comercio y Distribución de la capital, Gabriel Leyva Martínez.

“Les pedimos a los mercados que nos proporcionaran un número telefónico, donde los vecinos pudieran hacer pedidos, con la finalidad de que no tuvieran que trasladarse al mercado, sino que el mercado fuera hasta la puerta de su casa”.

La Secretaría emitió un listado de los números telefónicos correspondientes a los mercados con este servicio en las diferentes alcaldías, con la idea de seguir impulsando la economía local.

El mercado de San Juan Pugibet, ubicado en la alcaldía Cuauhtémoc, es uno de los sitios públicos que reparten a domicilio. En entrevista, Pedro Hernández, secretario general del establecimiento comercial, destaca que los envíos son hoy un apoyo a la sociedad para que permanezca en casa; sin embargo, detalla que este servicio lo han implementado durante más de 20 años.

La afluencia de gente ha bajado en el mercado. Durante algunos horarios los pasillos parecen desérticos y sólo permanecen ahí las personas que viven de su venta diaria.

Pedro Hernández asegura que los pedidos a domicilio que solían hacer hoteles y restaurantes se han suspendido; sin embargo, el resguardo de muchas familias ha provocado que los envíos crezcan.

Las cocinas y establecimientos de alimentos al interior de la nave limitaron su servicio y ahora sólo venden comida para llevar. Además, debido a la baja actividad, algunos de los locatarios dejaron de estar del otro lado del mostrador para convertirse en repartidores.

El secretario general del mercado indica que para realizar un pedido es necesario llamar a alguno de los números telefónicos difundidos por la Sedeco y precisa que la entrega no tiene costo extra.

Gabriel Leyva espera que los 300 mercados de la Ciudad de México incorporen este servicio a domicilio.

Pero la situación no es uniforme en la ciudad. En el mercado La Cruz, ubicado en San Miguel Teotongo, en Iztapalapa, Diana Hernández, responsable de un local de materias primas, afirma que pese a que las ventas han disminuido, la gente continúa con sus actividades diarias.

Es por ello, que los locatarios aún no han implementado un servicio a domicilio, cuenta Diana, pero no descarta la idea ante una situación sanitaria más estricta.

En la nave, las cortinas de aquellos locales que no venden suministros básicos están cerradas. Los dueños de esos negocios se vieron obligados a dejar su trabajo por un tiempo por las bajas ventas.

“Un 70 por ciento de la población realiza sus actividades normales, los adultos mayores sí andan con el cubrebocas y existen otras personas que aunque quisieran resguardarse su situación económica no se los permite”, añade.

La locataria, al igual que muchas personas, duda de la gravedad de la epidemia. “Creo que sí existe pero no como lo afirman las autoridades. Pienso que está más cañón que te contagies de sarampión que de coronavirus”.

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Mateo Sandoval, de 31 años, es un comerciante de legumbres en los tianguis de las colonias Zapata, Chamizal y Valle de Guadalupe, en Ecatepec, el municipio más poblado del Estado de México, pero incluso con la contingencia, para él es impensable dejar de trabajar, porque del puesto dependen ocho personas.

Ante el brote de Covid-19, dice, la afluencia de gente en los tianguis es normal e incluso puede asegurar que hay más personas recorriendo los pasillos.

“Las ventas no han bajado, al contrario, subieron un poco”, y detalla que ninguno de sus compañeros tianguistas han dejado de ir. “Hasta parece que no pasa nada”.

En su puesto usan como medidas de prevención cubrebocas y gel antibacterial, pero en el fondo duda de la magnitud real del virus.

“La gente está espantada, pero sale a la calle y compra lo necesario. Hay quien sí cree en el virus y hay gente que no. Yo en particular creo que sí está el coronavirus, pero no tanto como para no salir. No conozco a nadie contagiado y mis clientes tampoco”, comenta Mateo a este diario.

El comerciante expresa que en un supuesto de que las autoridades ordenaran el cese de dichas actividades optarían por la alternativa de enviar los pedidos a domicilio.

“Si el gobierno no nos deja trabajar buscaremos opciones. Hemos pensado en repartir a domicilio, incluso ya le avisamos a los clientes y algunos ya nos hacen pedidos”, comparte.

“Mientras estemos bien de salud estaremos trabajando. Como dicen: trabajaremos hasta que el coronavirus nos mate”.

Ante la emergencia sanitaria decretada por las autoridades de Salud las medidas de prevención para frenar el paso de la epidemia en la capital del país y su periferia se han multiplicado, apoyando el famoso lema #QuédateEnCasa.

El movimiento de los citadinos ha variado por regiones, pues mientras el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell informó el pasado 30 de marzo que la afluencia de personas había decrecido 60 por ciento en la Ciudad de México, en la zona conurbada de la capital la vida continúa como si no hubiera virus.

Por supuesto que no siempre ha sido así. Durante los primeros días en el que el discurso del subsecretario de Salud llevó un mensaje directo a la población con el cual pedía su resguardo, muchos acataron la instrucción y entonces los días posteriores parecían domingos. Todo transcurría con calma.

No obstante, hoy en día, los habitantes de las zonas más marginadas de la metrópoli parecen inmunes ante el coronavirus. Son contados los comercios que han cerrado, la gente sigue trabajando, las pequeñas empresas no paran sus operaciones y las amas de casa van por el mandado, como suelen hacerlo siempre.

En las afueras de la ciudad los ingresos diarios no dan para cumplir una cuarentena sin trabajar a lo que se suma que hay quienes ya no creen en las autoridades.

Sin embargo, al adentrarnos al corazón de la Ciudad de México, la situación es distinta. Desde el pasado 26 de marzo, la Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco) señaló que ante la contingencia diversos mercados públicos de la capital ofrecerán servicio a domicilio.

“Poco antes de que se declararan las medidas de aislamiento, nosotros nos preparamos”, expresó el director general de Abasto, Comercio y Distribución de la capital, Gabriel Leyva Martínez.

“Les pedimos a los mercados que nos proporcionaran un número telefónico, donde los vecinos pudieran hacer pedidos, con la finalidad de que no tuvieran que trasladarse al mercado, sino que el mercado fuera hasta la puerta de su casa”.

La Secretaría emitió un listado de los números telefónicos correspondientes a los mercados con este servicio en las diferentes alcaldías, con la idea de seguir impulsando la economía local.

El mercado de San Juan Pugibet, ubicado en la alcaldía Cuauhtémoc, es uno de los sitios públicos que reparten a domicilio. En entrevista, Pedro Hernández, secretario general del establecimiento comercial, destaca que los envíos son hoy un apoyo a la sociedad para que permanezca en casa; sin embargo, detalla que este servicio lo han implementado durante más de 20 años.

La afluencia de gente ha bajado en el mercado. Durante algunos horarios los pasillos parecen desérticos y sólo permanecen ahí las personas que viven de su venta diaria.

Pedro Hernández asegura que los pedidos a domicilio que solían hacer hoteles y restaurantes se han suspendido; sin embargo, el resguardo de muchas familias ha provocado que los envíos crezcan.

Las cocinas y establecimientos de alimentos al interior de la nave limitaron su servicio y ahora sólo venden comida para llevar. Además, debido a la baja actividad, algunos de los locatarios dejaron de estar del otro lado del mostrador para convertirse en repartidores.

El secretario general del mercado indica que para realizar un pedido es necesario llamar a alguno de los números telefónicos difundidos por la Sedeco y precisa que la entrega no tiene costo extra.

Gabriel Leyva espera que los 300 mercados de la Ciudad de México incorporen este servicio a domicilio.

Pero la situación no es uniforme en la ciudad. En el mercado La Cruz, ubicado en San Miguel Teotongo, en Iztapalapa, Diana Hernández, responsable de un local de materias primas, afirma que pese a que las ventas han disminuido, la gente continúa con sus actividades diarias.

Es por ello, que los locatarios aún no han implementado un servicio a domicilio, cuenta Diana, pero no descarta la idea ante una situación sanitaria más estricta.

En la nave, las cortinas de aquellos locales que no venden suministros básicos están cerradas. Los dueños de esos negocios se vieron obligados a dejar su trabajo por un tiempo por las bajas ventas.

“Un 70 por ciento de la población realiza sus actividades normales, los adultos mayores sí andan con el cubrebocas y existen otras personas que aunque quisieran resguardarse su situación económica no se los permite”, añade.

La locataria, al igual que muchas personas, duda de la gravedad de la epidemia. “Creo que sí existe pero no como lo afirman las autoridades. Pienso que está más cañón que te contagies de sarampión que de coronavirus”.

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