TEGUCIGALPA. Honduras elige hoy un nuevo presidente en comicios marcados por la corrupción, la violencia política y el narcotráfico, que tocan hasta las más altas esferas de poder.
A punto de dejar el poder, Hernández fue señalado en un tribunal en Estados Unidos, donde su hermano cumple cadena perpetua por narcotráfico, de ser cómplice de ese delito, cargo que rechaza.
Quien lo suceda deberá luchar contra la pobreza que afecta a más de la mitad de los 10 millones de habitantes, y que obliga a muchos jóvenes a migrar irregularmente a Estados Unidos en busca de empleo.
El Partido Nacional (PN, derecha), en el poder desde 2010, espera seguir al mando, ahora a través de su candidato, el actual alcalde de Tegucigalpa, Nasry Asfura.
“Después de una docena de años de gobierno del Partido Nacional, marcados por la corrupción y la criminalidad generalizadas, la mayoría de los hondureños están descontentos con el estatus quo y parecen estar buscando un cambio”, consideró Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano.
Asfura es investigado por malversar fondos públicos.
Su principal rival es Xiomara Castro, del partido Libertad y Refundación (Libre, izquierda). Podría ser la primera mujer en gobernar Honduras.
Es esposa de Manuel Zelaya, presidente derrocado en 2009 por girar a la izquierda y aliarse con el chavismo.
Aunque no se permite divulgar encuestas en esta fase de la elección, algunos ubican a Xiomara con amplia ventaja.
“Pero no se debe subestimar la maquinaria del Partido Nacional, y se puede esperar que muchos intereses poderosos hagan lo que puedan para impedir que Castro tome las riendas del país”, considera Shifter.
Estas elecciones son consideradas las más violentas en la historia reciente del país, con al menos 31 asesinatos asociados a la violencia política.
En la conservadora Honduras, el Partido Nacional ataca las propuestas de Castro relacionadas a la legalización del aborto y al matrimonio entre personas del mismo sexo.
Las campañas también han sido empañadas por el protagonismo que el Partido Nacional les dio a los fallecidos presidentes de Cuba y Venezuela, Fidel Castro y Hugo Chávez, acusando a Castro de comunista.