PARÍS. Los bosques y selvas tropicales perdieron 11.1 millones de hectáreas en 2021, incluidos bosques críticos para limitar el calentamiento global y la pérdida de biodiversidad.
Las selvas tropicales vírgenes fueron nuevamente destruidas a un ritmo implacable en 2021, según según el World Research Institute (WRI), lo que generó preocupaciones de que los gobiernos no cumplirán el acuerdo de la COP26 para revertir la deforestación a fines del 2030.
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Desde la Amazonía brasileña hasta la cuenca del Congo, los trópicos perdieron 11.1 millones de hectáreas de cubierta arbórea el año pasado, incluidos 3.75 millones de hectáreas de bosques primarios críticos para limitar el calentamiento global y la pérdida de biodiversidad.
“Son 10 campos de fútbol por minuto. Y lleva un año ocurriendo”, dijo Rod Taylor, que dirige el programa forestal de WRI, refiriéndose a los bosques primarios.
Grandes extensiones de bosque tropical fueron quemadas o taladas y sustituidas por cultivos o ganado, y el cambio climático dificulta la conservación de la cubierta forestal, advirtieron investigadores.
La pérdida de 3.75 millones de hectáreas de bosque primarios tropicales húmedos representa un área un poco mayor que Taiwán y un hecho en el que Brasil fue protagonista, pues sólo en ese país se destruyó casi la mitad del total mundial.
En el gigante suramericano fueron destruidos 1.5 millones de hectáreas de este tipo de bioma, un área equivalente a dos ciudades del tamaño de Tokio, especialmente en la Amazonía brasileña.
La República Popular del Congo, con 500 mil hectáreas perdidas, ocupó el segundo lugar en el ránking mundial y Bolivia, que batió récord con cerca de 300 mil hectáreas, se ubicó como el tercer país con más bosques de este tipo destruidos.
Los datos corresponden al análisis de imágenes satelitales de bosques que anualmente realiza el WRI en colaboración con la Universidad de Maryland.
Más allá de los bosques tropicales, el informe muestra que los bosques boreales del hemisferio norte han sufrido la mayor pérdida forestal en dos décadas. En Rusia, por ejemplo, una temporada excepcional de incendios provocó la pérdida de 6.5 millones de hectáreas de bosque, un récord.
Los investigadores advierten de un posible “efecto bola de nieve”, en el que los incendios, que son más frecuentes, liberan más CO2 en la atmósfera, lo que alimenta el calentamiento global, lo que aumenta el riesgo de incendios forestales.
Estos datos fueron publicados después de que 141 líderes mundiales se comprometieron en la COP26 de Glasgow a finales de 2021 a “detener e invertir la pérdida de bosques para 2030”.
Un estudio sugiere que la selva amazónica puede estar más cerca de un “punto de inflexión” de lo que se pensaba. Podría convertirse en una sabana y liberar grandes cantidades de CO2 a la atmósfera.
Por otro lado, el cambio climático hará que los animales salvajes tengan que trasladar sus hábitats a zonas con gran concentración humana, lo que aumentará de forma drástica el riesgo de que nuevos virus salten de estos a las personas y podría llevar a la próxima pandemia.
Una investigación que publica Nature prevé, con el uso de modelos, que para 2070 se produzcan unos 15 mil nuevos eventos de transmisiones víricas entre especies debido a la reorganización de la distribución de mamíferos, impulsada por el cambio climático en un escenario de calentamiento de dos grados centígrados.
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